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La clase política y económica del país debe poner atención a este dato

La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) publicó -ayer- un estudio sobre el “Impacto del COVID-19 en la pobreza en El Salvador”, en el que expresa sin ambages que habrá un retroceso en el combate a la pobreza en El Salvador, y esto debería ser tema de preocupación de la clase política y económica.

El Salvador había disminuido la pobreza en cerca de diez puntos en los últimos veinte años. En 2009, el porcentaje de pobres rondaba el 40 %.

En el libro “Atlas de pobreza y opulencia en El Salvador”, del difunto economista de izquierda Salvador Arias, se establece que a finales de 2008, el 85 % de la población salvadoreña vivía en “un círculo vicioso de la pobreza” (pág. 167), por tanto, solo el 14.6 % de la población vivía en hogares con ingresos superiores a los $800 dólares mensuales y, por tanto, se ubicaban en “un tramo que sí podemos llamar no pobres”.

De ese 85 %, según el estudio del doctor Arias, 48,877 familias (3.4 % de la población) vivían con menos de $45 dólares mensuales, es decir, 214,461 personas “viven con menos de $0.35 centavos diarios”. Este es el primer estrato identificado por el doctor Arias.

En el segundo estrato, 582,380 viven con menos de $0.85 centavos diarios, equivalente al 12.7 % de la población.

Si se suman los dos estratos, que si bien el porcentaje llega al 16.1 %, en números reales, las familias que vivían o viven con menos de $0.85 centavos suman 795,230, lo que se considera entre pobreza extrema y pobres.

Y, si al anterior dato le agregamos que el resto de ese 85 % de la población vive con más de los 85 centavos de dólar o un dólar, los que se consideran “no pobres”, no es para vanagloriarse.

Hemos recordado este dato del estudio del doctor Arias, porque como dice un estudio de FUSADES “La crisis por COVID-19 no solo ha golpeado la salud de las personas, sino también otras dimensiones: la generación de ingresos, educación, trabajo, entre otras. Este impacto se perfila como un retroceso de hasta dos décadas en los avances para combatir la pobreza en El Salvador”, indica el estudio (ver nota en esta misma edición).

El estudio de FUSADES indica que El Salvador entró a la crisis sanitaria con el porcentaje de personas en situación de pobreza más bajo de los últimos 30 años. FUSADES no reconoce, por supuesto, el impacto de los programas sociales implementados en el primer gobierno del FMLN, algunos fueron ampliados y profundizados, pues fueron creados en el último gobierno de ARENA.

Sin embargo, estos programas fueron casi eliminados al iniciar el gobierno del presidente Nayib Bukele.

El estudio de FUSADES señala que las proyecciones de pobreza monetaria post crisis muestran un panorama complicado. Estiman los niveles de pobreza, en promedio, alrededor de 20 puntos porcentuales por encima de los de 2018. Esto equivale a alrededor de 1.3 y 1.6 millones de nuevos pobres.

Si a lo anterior le agregamos la pérdida de empleos e ingresos, entre marzo y abril del presente año, periodo en el que se ha perdido un estimado de 226,000 empleos: 28.6 % formales y 71.4 % informales, la situación es para estar asustados.

Y dado, entonces, este panorama gris, sino es que negro, que la pandemia golpeará más a esos sectores sociales incluidos en los diferentes niveles de pobreza, y abarcará a los menos pobres también, es necesario que la clase política, el Gobierno en general, es decir, el Ejecutivo, la Asamblea Legislativa y el órgano Judicial, así como el sector económico, también hagan un plan para enfrentar la nueva pandemia, la pandemia del hambre, la pandemia de la pobreza.

Lo anterior implica que los liderazgos en las diferentes instancias deben despojarse de todo egocentrismo y llenarse de una actitud de unidad, que el país no se sacará adelante sino hay diálogo, acuerdos y consensos. Así de delicada es la situación del país.

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