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Honrar a los maestros

HONRAR A LOS MAESTROS
Por Wifredo Arriola

Las emociones son cruciales para el aprendizaje, dicta David Bueno en una charla magistral. Han  existido muchas a lo largo de nuestra vida, pero sin duda recordamos algunas en especial por el vinculo que se creo entre el profesor y nosotros como estudiantes. Historias de esmero, de disciplina, de tesón para logar objetivos, quizá quien nos enseñó las tablas de multiplicación, los casos del factoreo o aquellos maestros que nos castigaron por nuestro bienestar para que pudiéramos enderezar nuestros caminos académicos y con ello, nuestra madurez del momento.

El 22 de junio se celebró el día del maestro y muchos han recordado y rendido homenaje aquellos que influyeron en los procesos de aprendizaje en su momento o incluso en la actualidad, porque siempre tenemos maestros, y algunos todavía no gozan de un reconocimiento, pero han estado ahí enseñándonos día con día como debemos comportarnos, o qué debemos hacer en ciertas ocasiones de la vida y todas sus aristas. Maestros de arte, de deporte, de academia, de la calle… Aunque la misma calle sea un maestro del cual a veces nos negamos a aprender, pero visto desde otro perfil nos enseña tanto solo con la capacidad de observación que uno pule con el paso del tiempo, ese irreductible que suma cada vez más a lo propio. Somos el resultado de muchas personas, de momentos, de experiencias, de sucesos que han marcado nuestra vida, pero hay algunos maestros que tienen grabado su nombre en la memoria personal de cada uno que lee esta columna. Unos le reconocen a vivas voces, otros se lo guardan para su intimidad, otros
solo lo comparten con sus aliados, pero sobre todo están, hay verdades que por más palabras o silencios que le rodeen no dejaran de ser verdades, irreductibles. Así como hay vítores para algunos maestros hay vergüenza para otros, en donde reparo, y según las palabras de David Bueno: “no hay buenos o malos estudiantes y que el fracaso escolar no existe, fracasa el sistema al no saber proveerle la educación correcta”.

He tenido maestros espectaculares, los sigo teniendo en mi curso por las aulas virtuales y presenciales. No hablo de buenos y malos, me remito lo que Borges decía: “si un libro no te mueve la emoción es que ese libro no ha sido escrito para tu placer” prueba con otro que sí te ilusione. Con los maestros, en su probabilidad será lo mismo, quizá no he tenido maestros que hayan sabido identificar mis
formas de aprendizaje, mi manera de ver el mundo, de captar, de observar, de cómo emocionarme de acuerdo con lo vivido y mis preferencias, y he tenido algunos con los que pasé el umbral y ahora ya no son solo mis maestros sino se han convertido en mis amigos, que es la esencia de la enseñanza, convertir a tus maestros o mentores en algo más que eso, en el largo idioma de la amistad y ellos con su aporte a mi vida siguen estando ahí, siendo residentes de mi pequeño país.

No recuerdo a maestros malos, quizá a algunos que no les supe comprender y viceversa, pero seguramente esos que no les supe comprender en totalidad son el recuerdo de muchos de ustedes y los guardan en su corazón, con lo especial que significan para ustedes. Cada maestro es el recuerdo de un alumno feliz, de una infancia sagrada, ellos nos guían, porque en cada decisión que tomamos en este o en otro tiempo reside la formación que nos brindaron. Mi cariño y gratitud para los que han sido parte de mi vida. Que su premio sea la gratificación personal de influir en la vida positiva de los estudiantes. Larga vida a los maestros.

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«Florece mayo». Fotografía de Karen Lara. Portada Suplemento Cultural TresMil,4 mayo 2024