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El Salvador debe promover la paz y el diálogo

A la hora de escribir este artículo editorial aún no conocíamos los ejes temáticos del discurso del presidente Nayib Bukele en la 74a Asamblea General de las Naciones Unidas; no obstante, nos atrevemos a decir que dos temas no debieron faltar: la procuración de la paz y la utilización del diálogo para evitar no solo confrontaciones internas, sino también entre los países vecinos.

A lo anterior habría que agregar el respeto a la soberanía, y si hay espacio también para la solidaridad, sobre todo con aquellos países que hicieron de esta su propia identidad, como Cuba. La Cuba de Martí, Fidel y el Che.

¿Por qué El Salvador debería promover el diálogo y la paz? Porque hace casi 30 años, El Salvador superó una guerra interna, una guerra civil que duró aproximadamente 12 años, por medio del diálogo, del entendimiento, y gracias a ese diálogo se logró la paz.

Gracias a ese proceso de paz en el que El Salvador entró a partir de 1992, el país cambió, y a pesar de que se desangra producto de una degeneración de las pandillas, hay esperanza de salir adelante.

De hecho, el triunfo aplastante que Nayib Bukele tuvo en las elecciones pasadas, y que tenga el aval del 90 % de la población en sus primeros 100 días de gobierno, tiene que ver con esa esperanza de salir adelante como nación, luego de los años duros de la guerra civil.

En los últimos treinta años, El Salvador ha crecido en democracias, con altos y abajo, pero al fin y al cabo ha crecido, y eso es innegable.

Habrá que esperar, por supuesto, que no haya retrocesos en esa democracia, sino todo lo contrario. Y para que no haya retrocesos es absolutamente necesario que el país, que el presidente Bukele, le apueste al diálogo interno y externo.

O sea, mejorar nuestro estado democrático debe pasar por un cambio de actitud del presidente Bukele. Y es que no debe ordenar a que se “aprete el botón”, sino que dialogar, conversar y convencer de la necesidad de “apretar el botón”.

De igual forma, es necesario, dada la experiencia en el diálogo que dejó la culminación de la guerra civil, de promover el diálogo entre las naciones para evitar las confrontaciones geopolíticas, de las que los únicos beneficiados son los especuladores de las economías mundiales y el imperio.

En el tema de Venezuela, más que apoyar el uso del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), para meterle miedo y la zozobra de una intervención avalada por la OEA, lo que debería es seguir promocionando el diálogo, y sin adelantar los tiempos, para que los que están en contra del actual Gobierno, se preparen y participen en elecciones tranquilas y transparentes.

Debería condenarse el bloqueo contra Venezuela, pues al final, como ha ocurrido en Cuba, el bloqueo solo afecta a los pueblos.

Muchos se lamentan que siendo Venezuela un productor de petróleo, de la noche a la mañana tenga carencias o escasez en ciertos productos, pero no toman en cuenta el boicot impuesto por Estados Unidos, la retención (casi robo) de más de 50 mil billones de dólares producto de la venta del crudo y que estaba en bancos en territorio estadounidense. Este tipo de acciones deberían condenarse.

Lo que Venezuela ha comenzado a sufrir Cuba lo viene sufriendo desde hace 50 años, y cada vez según sea el inquilino de la Casa Blanca, se mengua o se profundiza.

Precisamente, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez denunció en la reunión del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), el recrudecimiento de la política hostil de Estados Unidos contra la isla.

Entre las medidas aplicadas recientemente figuran las del suministro de combustible a la isla y el aumento de la aplicación extraterritorial del bloqueo continuo.

Es ilógico que Cuba pueda comprar combustibles, pero no pueda transportarlo porque el bloqueo no permite que ninguna naviera ni las aseguradoras de estas puedan llevar el crudo a Cuba.

Y con esto, dañan al pueblo cubano, porque no les permite producir energía eléctrica para abastecer los hospitales, para el transporte público, para mover las plantas de alimentos, etc.

Estas acciones deberían ser condenadas por todo el mundo, por los gobiernos de todo el mundo.

Además, con esos bloqueos a Cuba y Venezuela también violentan las soberanías de ambas naciones, y con ello se atropella las leyes internacionales.

Por eso decimos, que El Salvador debería ser abanderado del diálogo, de la soberanía, de la solidaridad, y por ende de la paz interna y de la paz mundial.

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