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El presidente tiene lo que pidió: mas dinero

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

El presidente Bukele y su equipo de comunicaciones han tenido éxito para lograr que una mayoría acepte que necesita dinero, mucho dinero, sin importar las cuentas; y la Asamblea le ha dado lo que pidió: dos mil millones de dólares, casi 10 % del Producto Interno Bruto proyectado para el año. 

No podemos olvidar que también tiene el presupuesto y otros créditos en proceso de ejecución, ahora se esperaría que cumpla lo que en sus discursos ha prometido al pueblo, aprovechando la pandemia del coronavirus.

Conviene distinguir y analizar el contenido de sus promesas y sus decisiones, para aterrizar en el mar de ilusiones que generan sus presentaciones en cadena de radio y televisión.

Las declaraciones que sí se han convertido en un hecho son importantes, para distinguir los reales beneficios, los beneficiarios y las afectaciones. Logró la declaratoria de Estado de Emergencia y Calamidad Pública, que le da amplias facultades, si se ejercen sobre la base de dictámenes técnicos. Logró la declaración de Estado de Excepción que le permitió usar ilegalmente restricciones a ciertas garantías constitucionales, como lo reflejan las admisiones de recursos de habeas corpus de la Sala de lo Constitucional.

Logró quitar el pago de impuesto de IVA a las empresas que producen y distribuyen energía, telefonía, internet, agua (incluso las empresas que tienen proyectos en zonas donde viven familias con alto poder adquisitivo). Estos son hechos concretos, beneficios a la vista de pocos, pero que cuestan bastante restricción de ingresos al Estado cuando más lo necesita.

Ahora, lo que supuestamente podría ayudar a la mayoría. Se difiere el pago de servicios de agua, energía, teléfono e internet; es decir, que durante tres meses se puede no pagar, pero lo deberá pagar por cuotas después, sin recargo ni intereses. En este anuncio, muchos se pueden engañar y pudiendo pagar, dejarán de hacerlo, pero deberán hacerlo después.

Es un hecho que el sistema de salud se ha volcado a esperar los pacientes de coronavirus y que la atención a cualquier otro padecimiento (que no sea diálisis, cardiaco o ginecológico) queda postergado, quien sabe para cuando, esto, sin duda, acarreará muchos daños a decenas de miles de personas.

Se dijo que los trabajadores públicos y privados que realizan labores no imprescindibles para servicios esenciales, en la emergencia del coronavirus, se vayan a su casa, con salario asegurado, con garantía de no ser despedido, y ya es bastante conocido el resultado.

El artículo 5 de la Ley de Emergencia y Calamidad Pública establece que la cuarentena se entenderá como incapacidad y el Instituto del Seguro Social cubrirá ese pago. Que va a resultar de lo regulado a la hora de que un trabajador deba recibir su salario, no se sabe a ciencia cierta. Ahora vendrá, sin duda, el jalón entre el ejecutivo y los empresarios que quieran que de las reservas técnicas del ISSS se paguen esos salarios; lo importante en este caso es que el trabajador o trabajadora no terminen pagando los costos de cualquier error cometido.

Es una realidad el arresto de más de 800 personas, inculpadas de desobediencia por salir de sus casas. En la práctica, además de las quejas de las víctimas, por falta de comida, agua y condiciones higiénicas, los mismos se convierten en posibles centros de contagio, ya que fueron los primeros lugares hacia los cuales llevaron sin distingo de origen o tiempo, a personas que ingresaron al país, aunque en este caso, han hecho intentos de corregir.

Lo que más ilusión ha causado es la promesa de 300 dólares a las familias que debieron quedarse en casa sin trabajo formal ni salario asegurado. Ojalá se cumpla, y a ese respecto es conveniente el apoyar a esas familias, a exigir que se les cumpla lo prometido. Las bases de datos de lo que ha sido el subsidio al gas propano es el punto de partida para recibir ese beneficio.

El presidente Bukele tiene el permiso para endeudarnos como país, los ciudadanos debemos exigirle atender con profesionalismo la crisis sanitaria y con mayor responsabilidad los problemas socioeconómicos de las mayorías. Apoyo a las familias vulnerables, apoyo a los agricultores, agua para todas las comunidades, apoyo a las micro y pequeñas empresas; menos arrogancia y más eficiencia como lo empiezan a señalar médicos valientes, que advierten que, en el deseo de ajustar la pandemia a su calendario de construir un hospital, descuida los ya existentes.

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