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Criptomonedas o el desplome de una ilusión

Iosu Perales

El pasado 27 de noviembre, el prestigioso diario español El País,  informó que Jesús Biosca, gurú de las criptomonedas en España, se suicidó tirándose a la calle desde una azotea, en la ciudad de Estepona (Málaga), acosado por deudas acumuladas cuando su imperio se vino abajo tras haber disfrutado de una vida de lujo por sus inversiones en bitcoin. Murió en el acto.

En su etapa de oro, estafó por valor de más de 250 millones de euros a miles de ciudadanos españoles que invirtieron en bitcoin fascinados por las ganancias que les había prometido. La fiscalía lo investigaba. Justo después leo en el mismo diario la noticia de que la firma de criptomonedas BlockFi suspende pagos, arrastrada por la caída de la plataforma FTX. Es un efecto dominó que coloca en la inseguridad a quienes han apostado por jugarlo todo a la especulación que es el ámbito habitual de bitcoin y similares plataformas de criptomonedas. La caída de FTX, con sede en Bahamas, afecta ya a un millón de inversores en todo el mundo.

El bitcoin es humo, mentira. En Europa hay ya más de 200.000 estafados, de ellos 17.000 en España. Una coordinación de policías europeas investiga en Albania, Ucrania, Montenegro del Norte, Georgia, países con gran concentración de teleoperadores, donde se han incautado más de 500 aparatos electrónicos utilizados para la fabricación de criptomonedas.    Es sólo el comienzo de una operación policial internacional que reúne a efectivos de siete países. En el desgraciado caso de Jesús Biosca, la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas, ha presentado un escrito en los tribunales españoles para que clarifiquen el supuesto suicidio de Biosca, ya que es conocido y relatado por él mismo, en varias ocasiones, que tenía sobre si un cúmulo de amenazas provenientes de organizaciones delincuenciales que habrían invertido con él.

Biosca ya había sido detenido en junio de 2021, acusado, entre otros delitos, de estafa, apropiación indebida, falsedad en documento público, blanqueo de capitales y organización criminal como presunto cabecilla de una trama, en la que supuestamente también participaban familiares suyos. ¡Vaya con las criptomonedas! Biosca empezó a captar clientes con la promesa de conseguir rentabilidades del 20 al 25% semanales con la adquisición, principalmente, de bitcoin, ethereum o litecoin, tres de las criptomonedas más extendidas, que él se encargaba de comprar y vender. A los primeros inversores, la trama les entregó las rentas prometidas, lo que hizo que estos recomendaran a allegados y familiares que también invirtieran a través de Biosca, por lo que su número de clientes creció rápidamente. Según el relato de los afectados confirmados por el diario español El País, a comienzos de 2020 se dieron las primeras situaciones de irregularidad e incumplimiento por parte del entramado familiar, que en un principio comunicó a sus clientes que reducía el porcentaje de los beneficios prometidos a menos del 10%. Esta situación se fue agravando hasta que, en octubre de 2020, la plataforma de criptomonedas Algorithmics Group dejó de abonar las cantidades prometidas. En marzo de 2021, un grupo de afectados presentó en la Audiencia Nacional (tribunal especial para juzgar casos de organizaciones criminales)  una querella contra Biosca y dos miembros de su familia. Las víctimas acompañaban su denuncia con un informe pericial en el que se aseguraba que el empresario estaba en posesión de 1.532,55 bitcoins, valorados en aquel momento en 75 millones de euros.

¿Qué está pasando? Lo que era de esperar. Grandes inversores en negocios de especulación, internacionales y nacionales, se han ido instalado en las tramas de criptomonedas para su control y crean nuevas ofertas especulativas. Mientras, los pequeños inversores de las clases medias quedan sujetos al riesgo de ver esfumados sus ahorros, en la medida en que el control se implementa desde la opacidad y por agentes desconocidos. No sorprende en absoluto que la Unión Europea haya decidido poner coto al negocio de las criptomonedas, en el que ganan unos pocos y son muchos más los que pierden. Lo cierto es que el desembarco de grupos que actúan fuera de la legalidad y tienen poder para manipular el mercado de monedas, borra de un plumazo las ilusiones de pequeños inversores que ven subir y luego bajar sus inversiones en bitcoin.

El caso es que hay visiones diferentes a la hora de abordar si hay o no personas físicas y organizaciones delincuenciales que gobiernan estas actividades especulativas. Para algunos analistas detrás sólo está la oferta y la demanda, el mercado que determina, en el ejercicio de compra venta, el valor de as criptomonedas a cada momento. . Para otros no se puede descartar la existencia de estructuras organizadas que mueven los hilos de las criptomonedas. De hecho, los testimonios de muchas víctimas que han logrado liberarse de la actividad o que directamente han perdido el total de sus inversiones hablan de “ellos” con toda naturalidad: “Me llamaban con frecuencia, me preguntaban sobre la familia, los amigos” “Eran amables conmigo y nunca sospeché nada” “De pronto me vi en la ruina y desaparecieron de mi vida” ¿A quiénes se refieren? ¿Quiénes son ellos? Las policías europeas parecen coincidir en este punto de vista: las policías buscan a “ellos” para detenerlos y llevarlos ante la justicia. Más me ha impresionado la historia de un afectado del País Vasco que confiesa: “Te embaucan, te atrapan, te hacen ver que todo va bien ya que las ganancias son sustanciales. De pronto vi que mi dinero no era rescatable y al pedir explicaciones descubrí que mis inversiones eran ficticias y que yo no tenía nada. La vergüenza era tan grande que por un tiempo se lo oculté a mi mujer”. ¿Quiénes te buscan y te atrapan?

Mi hipótesis es que una cosa es el marco teórico de las criptomonedas que suben o bajan su valor en función de la oferta y la demanda, y otra cosa es que detrás del dinero que mueven los compradores de criptomonedas y aprovechando la complejidad de los mecanismos, se han instalado grupos y personas que manipulan a potenciales inversores, prometiéndoles grandes ganancias que en realidad son como ya he dicho, humo, nada. Su participación incluye el ofrecimiento de hacer de intermediarios.

Este tipo de estafas financieras hicieron sus primeros experimentos con estafas piramidales. Hoy operan desde web fraudulentas y fuera de control. Y lo que es realmente sorprendente es que un país legalice estas monedas como forma de pago tal vez buscando convertirse en sede central del bitcoin desde donde beneficiarse, como si fuera un paraíso fiscal.  Pero lo cierto es que El Salvador está padeciendo los impactos de la volatilidad del precio del bitcoin, ya que agravan los niveles de desigualdad, pobreza, desempleo, migración y violencia. Arriesgar la economía de todo un país sustituyendo de facto la creación de riqueza (PIB) por un juego especulativo es una enorme irresponsabilidad. ¿Quién pagará las pérdidas?

Bukele quería extender el bitcoin como forma de pago, pero no lo ha logrado. Se puede entender que el presidente y su familia arriesguen sus fortunas como les parezca mejor. Pero lo que es inaceptable y probablemente criminal, es poner en riesgo a un país entero, sólo porque el presidente es un aficionado a llevar la gorra al revés.

¿Saben que el Banco de Pagos Internacionales (BPI) publicó recientemente un informe sobre el mercado cripto entre 2015 y 2022 donde indica que entre el 73% y el 81% de los nuevos inversores pierden el dinero? La mayor parte son hombres de menos de 35 años.En cuanto al bitcoin, el desplome amenaza con dejar a El Salvador al borde de la quiebra. La apuesta encabezada por el presidente Nayib Bukele ha fracasado. La criptodivisa ha perdido más de la mitad de su valor y el país está advertido por organismos internacionales de sus enormes riesgos. Basta con analizar el comportamiento del bitcoin entre el 7 de septiembre de 2020 y el mismo día de 2022; la criptomoneda ha caído un 63% pasando de 59.000 dólares a 20.000. Pero la cosa va peor: a mediados del pasado mes de junio bitcoin llegó a caer a 17.600 dólares.

De todos modos, aun cuando las policías obtengan éxitos, las criptomonedas no desaparecerán. Son un invento ingenioso

Jesús Biosca se paseaba por la Costa andaluza con coches de alta gama y disfrutando de lujos. En su afán por convertirse en el rey del bitcoin en España conectó con “malas compañías”  a las que asesoró y animó a invertir enormes sumas. Pero el bitcoin le falló. O tal vez la codicia.

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