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CASTRACIÓN QUÍMICA

Luis Arnoldo Colato Hernández

Educador

E}ste es un procedimiento diseñado para atender casos de cáncer en próstata avanzados, que eventualmente fuera considerado como medio alternativo para castigar a violadores.

Es indoloro y limpio, utilizado para intervenir químicamente a violadores reincidentes y compulsivos, en cumplimiento de órdenes emanadas de las cortes, donde se les ha condenado.

Consiste esencialmente en someter al intervenido, con el uso de fármacos, que bloquean su producción de testosterona, inhibiendo su lívido e inhabilitándolo sexualmente, por un período de seis meses.

Es entonces una medida transitoria y reversible, cuya continuidad depende de la corte, que procura así que el criminal no reincida.

Sin embargo, aunque indoloro y de carácter transitorio, ha generado una profunda polémica en Francia, donde su reciente promoción por parte del actual ejecutivo para utilizarse como castigo en los casos de pederastia ha derivado una crítica diatriba en torno a ésta, en la que los ciudadanos han asumido posiciones, favoreciéndola o rechazándola en un debate que ha alcanzado a los tribunales franceses. Esto porque sin duda la mayoría de los que se oponen a ella desconocen cómo funciona o por cuanto tiempo; pero, además por el arraigo de una cultura misógina, machista y patriarcal que desconoce a las víctimas, su género, edad, etnia, condición social, y, principalmente las consecuencias para estas de la violación, reduciéndola a una apenas a una infracción, en particular cuando se trata de menores, lo que incluso es favorecido culturalmente mediante practica atávicas.

Así, el debate está servido en Francia, donde la violación es un crimen que alcanza cotas epidémicas, con hasta 200 violaciones diarias, superando la respuesta estatal y dejando un reguero de impunidad con las consecuencias político/sociales implicadas que explican porque la oposición al castigo descrito, como los efectos a veces irreversibles que las víctimas padecen, lo que se traduce en altos índices de suicidio – hasta 6 por cada 100 víctimas (Ciase, Inserm, Comisión Sauvé).

Ahora de acuerdo a UNICEF, en nuestro país, cada día son violentados alrededor de 11 niños, de las que el 60% son féminas y 14 años su edad promedio.

La FGR por otro lado afirma que se comete una violación cada 4 horas aproximadamente, es decir un promedio de 6, en contra de adultos en el que de nuevo son las mujeres las más afectadas.

Lo más grave es que, a pesar de los castigos, hasta 50 años de cárcel, apenas el 25% de los violadores son procesados, y de estos, solo una tercera parte es castigada.

Esto porque la nuestra es una sociedad por principio conservadora e intolerante, que favorece el sincretismo de esa repugnante práctica, por lo que la denuncia no se estimula y hasta es condenada.

Sumemos a la ecuación la rampante cultura de impunidad judicial que padecemos y entenderemos otra arista del fenómeno: la ausencia de denuncia de muchas violaciones, por las implicaciones y el estigma, la revictimización del sistema, los riesgos a la seguridad personal y la impunidad.

Y sin embargo hay alternativas viables y sostenibles.

La referida es solo una.

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