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Aunque usted sí lo crea: Habitamos en un planeta hueco (I)

Carlos Girón S.

Varias, muchas personas me han abordado en algunos lugares haciéndome referencia a mis escritos anteriores aquí en las páginas del generoso Diario CO-LATINO sobre la casi leyenda o ficción de que nuestro planeta Tierra no es tan sólido como lo parece, sino que es hueca en su interior. Mencioné antes que en diversos medios del internet se hallan publicaciones sobre este increíble hecho, y ciertamente de allí es donde he tomado mucha de la información incluida en mis escritos anteriores.

Ahora, lo más espectacular es leer el testimonio minuciosamente detallado de un almirante, Richard E. Byrd, de la Armada de los Estados Unidos, quien ha dado a conocer los extraordinarios hechos que él mismo, junto con otras personas, vivieron en 1947, en un vuelo que supuestamente cruzaría el Polo Norte, en donde, “casualmente” se encontró con una entrada que lo condujo precisamente al interior del planeta, para descubrir una serie de cosas de lo más asombroso como toda una civilización y contacto con sus habitantes, algunas de quienes se convirtieron en sus anfitriones y les atendieron solícitamente.

Al regresar a la superficie exterior, Byrd consideró su deber redactar un testimonio para que se conociera la verdad. Este testimonio fue secreto, pues –revela el almirante- cuando lo comentó con otras personas, incluidos algunos editores de revistas y periódicos, estos hicieron ciertas publicaciones que –afirma él- inmediatamente fueron confiscadas las publicaciones por órdenes del Gobierno estadounidense.

El relato que el almirante hace, contenido en un libro que antes he mencionado, “La Tierra Hueca”, del Dr. Raymond Bernard, es minucioso y detallado desde el primer momento en que emprendió su vuelo hacia el Polo Norte. Por prolijo omitiré esos detalles para ir a lo medular. Y aquí me limitaré solamente a transcribir partes de lo medular, para satisfacer a quienes me preguntaron al respecto, y para pagar esta deuda que tenía, pues había adelantado ya que daría a conocer ese testimonio de Byrd. Comencemos así:

“Diario del Almirante Richard Byrd (Febrero, marzo 1947)

El Vuelo de Exploración sobre el Polo Norte

La Tierra Interna (Hueca) – Mi Diario Secreto

“Yo debo escribir este diario en secreto y en la oscuridad. Se refiere a mi vuelo al Ártico, del día diecinueve de febrero del año mil novecientos cuarenta y siete.   

“Allí llega un momento en que la nacionalidad de los Hombres debe desvanecerse en la insignificancia, y hay que aceptar la inevitabilidad de la verdad. Yo no estoy en libertad de revelar la documentación siguiente de este escrito… Tal vez nunca vea la luz del escrutinio público; no obstante, yo debo cumplir con mi deber de registrar aquí, para que todos lean, algún día. En un mundo de codicia y explotación de algunos de la humanidad, ya no pueden reprimir lo que es verdad.

“Desde este punto yo escribo todos los siguientes eventos aquí desde mi memoria. Es un desafío a la imaginación y parecería una locura si no hubiera sucedido. El operador de radio y yo nos tomamos de la aeronave y nosotros somos recibidos de una forma muy cordial. Nosotros estábamos entonces embarcando en un medio de transporte, como una pequeña plataforma sin ruedas. Nos llevaron hacia la ciudad resplandeciente con gran rapidez.

A medida que nosotros nos acercábamos, la ciudad parece estar hecha de un material de cristal. Pronto nosotros llegamos a un gran edificio, que es de un tipo que nunca yo he visto antes. Parece estar directamente sacado del tablero de diseño de Frank Lloyd Wright, o quizás -más correctamente-, ¡de una creación de Buck Rogers!. Nos dieron algún tipo de bebida caliente, que sabía a nada de lo que alguna vez yo he saboreado antes. Es delicioso.

“Después de aproximadamente unos diez minutos, dos de nuestros maravillosos anfitriones aparecen; vienen a nuestros alojamientos y anuncian que Yo voy a acompañarles. Yo no tengo más remedio que cumplir.

Yo dejó mi Radioman detrás y nosotros caminamos un poco y entramos en lo que parece ser un ascensor. Nosotros descendemos hacia abajo por algunos momentos, la máquina se detiene y la puerta de los ascensores se alzan silenciosamente hacia arriba. Nosotros -entonces-, procedemos por un largo pasillo que es iluminado por una luz de color rosa, que parece estar emanando muy de sus propios muros.

“Uno de los seres propuso a nosotros que nos detengamos antes de una gran puerta. Sobre la puerta hay una inscripción que yo no puedo leer. La gran puerta se desliza abriendo silenciosamente y me hizo señas para entrar. Uno de mis Anfitriones me dice: “No tenga miedo, almirante, usted debe tener una audiencia con el maestro”.   

“Yo camino dentro y mis ojos se adaptan a la hermosa coloración que parece llenar por completo la habitación. Entonces yo comienzo a ver a mi alrededor. Lo que saludó a mis ojos era la más hermosa vista de toda mi existencia. De hecho, es demasiado hermosa y maravillosa para describir. Es exquisito y delicado. No creo que exista un término humano que pueda describirlo en detalle con justicia. Mis pensamientos son interrumpidos de manera cordial, por una voz cálida, rica, de melodiosa calidad. “Yo le doy la bienvenida a nuestro dominio, almirante”. Yo veo a un hombre con rasgos delicados y con el grabado de los años en su rostro. Él está sentado en una larga mesa. Me hace un gesto para que yo me siente en una de las sillas. Después de sentarme, coloca los dedos juntos y sonríe. Habla en voz baja otra vez, y expresa lo siguiente:   

“Nosotros le hemos permitido entrar aquí, porque usted es de carácter noble y muy conocido en el mundo de la superficie, almirante”.

“¿Mundo de la Superficie? yo medio suspiro en voz baja.

“Sí, responde el maestro con una sonrisa; usted está en el dominio de los Arianni, el Mundo Interior de la Tierra. Nosotros no demoraremos mucho su misión, y usted será escoltado a salvo a la superficie, y por una distancia más allá. Pero ahora, almirante, yo le daré la razón por la que han sido citados aquí. Nuestro interés comienza justo después de que su raza explotó las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón.

Fue en ese momento alarmante que nosotros enviamos nuestras máquinas voladoras, las “Flugelrads”, a su mundo de la superficie para investigar lo que su raza había hecho. Es decir –desde luego-, historia pasada ahora, mi querido almirante, pero yo tengo que seguir adelante. Usted ve, nosotros nunca hemos interferido antes en las guerras de su raza, y su barbaridad; pero, ahora, nosotros debemos, porque ustedes han aprendido a manipular un cierto poder que no es para el hombre –es decir-, el de la energías atómica. Nuestros emisarios ya han entregado los mensajes a los poderes de su mundo y, sin embargo, ellos no hacen caso. Ahora, usted ha escogido ser testigo aquí de que nuestro mundo existe. Usted ve, nuestra cultura y ciencia es de muchos miles de años, más allá de su raza, almirante”.

(Proseguiré más adelante con este fabuloso relato, pidiéndole paciencia a los lectores para ver hasta dónde llegamos –lo cual será igualmente sorprendente y pasmoso-).

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