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El río Lempa es un manto acuífero de suma importancia para los países del Triángulo Norte. Foto Diario Co Latino.

Aguas transfronterizas necesitan cooperación de gobiernos de la región

Gloria Silvia Orellana
@Silvia Orellana

El Acuífero Ocotepeque-Citalá compartido por Honduras y El Salvador, que da vida al río Lempa es una fuente significativa para la supervivencia de la población de las zonas transfronterizas. Y que por su extensión y cantidad es considerada una reserva estratégica para la supervivencia del ser humano y el ecosistema.

No obstante, la depredación ambiental, el cambio, el uso de suelos y la contaminación por diversas actividades productivas colocan al acuífero en “estado de emergencia”, explicó Carlos Rosal, coordinador Caso de Estudio GGRETA Centroamérica de la UICIN, que ve en el Cambio Climático el mayor desafío a superar.

El Proyecto Acuífero Transfronterizo Ocotepeque-Citalá (GGRETA) ha reunido experticias técnicas y científicas del Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO, la coordinación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el financiamiento de la Agenda Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (CONSUDE) y el trabajo político social de la Mancomunidad Transfronteriza Río Lempa desde el programa “Aguas Compartidas”, con la iniciativa de fortalecer gobernanza de aguas subterráneas en la zona.

Por su extensión el río Lempa es una reserva acuífera para la supervivencia del ser humano y el medio ambiente. Foto Diario Co Latino.

Rosal señaló que sin importar que exista aún mucha agua en el acuífero, que aumentó con las pasadas lluvias en la región, el impacto del Cambio Climático es inminente.

“Tenemos otro problema grave que es el crecimiento de la población. Entre más personas, más demanda de agua y obviamente más presión a los acuíferos. Está el tema de la contaminación, porque si las aguas superficiales están contaminadas también las subterráneas, y la gente ya no podrá utilizar esa agua para beberla”, afirmó.

Asimismo, consideró oportuna una legislación entre ambas naciones a fin de regular el manejo del agua y reglamentar la normativa para evitar que la población o empresas recurran a la perforación de pozos sin ningún control para extraer agua en usos agrícolas, industriales o domésticos.

Es así, que a través del proyecto GGRETA en su fase I (2013-2015) se trabajó un entendimiento del recurso de aguas subterráneas de la Región Trifinio y enfocó el fortalecimiento de la capacidad técnica de los países que comparten el acuífero.

Héctor Aguirre, gerente general de la Mancomunidad Transfronteriza Río Lempa, argumentó que la información generada en la Primera Fase de GGRETA rindió suficiente información contundente en la región sobre aguas compartidas y que los gobiernos y población deben contribuir el rescate de este ecosistema.

“Debemos prestar atención a la deforestación de esta zona de recarga hídrica, revertir esta situación que año con año provoca la pérdida de mil 200 hectáreas de bosques, quizá para algunos parece poco. De lo contrario, llegará a ser intermitente y eso solo significa que no tendremos aguas superficiales, contamos con estudios científicos sobre estos efectos a través de UNESCO-PHI”, reiteró.

Marina Rubio, coordinadora de “Caso de Estudio GGRETA Centroamérica, Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO (UNESCO PHI), explicó que si logran que Honduras y El Salvador cooperen en la gestión de este acuífero se transformará en un precedente sobre tratados binacionales y puede trascender en otras zonas y en otros temas de vital importancia para los pueblos en la región.

“Hay oportunidades de cooperación que nos da el agua. Y si estos dos estados acuerdan en este caso por el Acuífero Ocotepeque-Citalá, sentará un antecedente importante. La UNESCO PHI está lista para cooperar con los estados miembros quienes deciden que tema o actividades serán en las que apoyemos. Pueden ser aguas subterráneas, zonas áridas, educación para el agua etc. y en función de eso deciden el proyecto”, informó Rubio.

Actualmente se desarrolla la Fase 2 del GGRETA (2016-2018), cuyo enfoque es la “gobernanza de las aguas subterráneas así como su mejoramiento y fortalecimiento de capacidades de ambos países a nivel nacional y transfronterizo. Con la visión de convertirse en referente de cooperación.

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