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La maternidad temprana limita el desarrollo educativo y profesional de las niñas y jóvenes en El Salvador. Foto Diario Co Latino / Rosmeri Alfaro.

Maternidad temprana: limitante de oportunidades

Karla Alfaro

El Salvador ha dado pasos importantes en la protección de niñas y adolescentes que han quedado embarazadas, pese a ello, algunas instituciones entre el año 2013 y 2015 detallaron que uno de cada tres embarazos ha sido en adolescentes.

En un relato predominado por la tristeza Sofía una adolescente de 19 años y mamá de un niño de dos, contó cómo cambió su vida desde que quedó embarazada.

“A mis 14 años empecé a tener relaciones sexuales con el papá de mi hijo, todo era bonito, todo, hasta que se dio cuenta que estaba embarazada”, comenta mientras le da pecho a Carlos, su hijo, la persona que la impulsa a seguir adelante.

Algunas de las causas estructurales de los embarazos tempranos son los patrones patriarcales arraigados en la sociedad que condicionan a las mujeres a un rol meramente reproductivo. Asimismo, la pobreza, la exclusión y la discriminación.

Un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas realizado en 2015, detalló que un 17% de niñas entre 10 y 12 años se encontraba con una pareja que tenía 10 años o más que ella. Foto Diario Co Latino.
Un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas realizado en 2015, detalló que un 17% de niñas entre 10 y 12 años se encontraba con una pareja que tenía 10 años o más que ella. Foto Diario Co Latino.

La poca autonomía, el nulo o mínimo empoderamiento sobre el libre ejercicio de sus derechos, es una de las causas por las que se convierten en madres sin desearlo. En otros casos como consecuencia de violencia sexual, una de las formas de violencia que más impacta las aspiraciones personales de este grupo poblacional.

De acuerdo con el Instituto de Medicina Legal (IML) de El Salvador durante el año 2015 se registraron 2,048 denuncias de agresiones sexuales.

Cuando aún no cumplía sus 15 años Sofía tuvo su primera experiencia sexual con un hombre que le triplicaba la edad, sin importar la diferencia de edades, decidió entregarle su virginidad con la ilusión que por tratarse de una persona mayor todo sería diferente, y no fue así.

Muchas veces el embarazo adolescente está vinculado con las uniones tempranas (a veces con personas mucho mayores que ellas) o matrimonio infantil, lo cual coloca a las niñas en absoluta desventaja atribuyéndoles un rol para el cual no están preparadas, obligándolas a transitar la vida adulta de manera abrupta.

Transcurrían los años y su cariño crecía; comentó, pero todo cambió al cuarto año de relación, cuando se enteró que en su vientre joven estaba creciendo un bebé.

“Yo creí que todo iba a ser diferente pero todo cambio cuando salíembarazada. Al principio me decía que iba a buscar donde íbamos a vivir, pero luego me decía que no tenía pisto. Me terminó dejando”, dijo.

Con lágrimas en los ojos y mientras cambiaba de pecho a su niño, recordó como al tener seis meses de embarazo él decidió dejarla a un lado porque ya tenía “a otra”, ni el apellido le quería dar al niño,  nos negaba, me dijo que era mi problema y que viera yo cómo hacía”.

El Ministerio de Salud (MINSAL) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en su estudio “Maternidad y Unión en Niñas y Adolescentes, consecuencias en la vulneración de sus derechos”, realizado en 2015, detalló que un 17% de niñas entre 10 y 12 años se encontraba con una pareja que tenía 10 años o más que ella.

Además del abandono del padre del niño, Sofía tuvo que enfrentar el total desacuerdo de su mamá. “Mi único refugio es mi abuela, mi hermano y una prima”, comentó la joven madre para quien la etapa más difícil ha sido la labor de parto de su bebé.

“A las cinco de la tarde me empezaron los dolores, le hablé al papá del niño y me dijo que viera como hacía, le dije a mi mamá y me dijo que no tenía tiempo. Mi hermana solo me fue a dejar en el hospital, nadie me acompañó, quería morirme, pero tenía que luchar por mi niño”, expresó mientras tocaba la cabeza de su niño quien se quedó dormido en sus brazos.

La maternidad temprana se considera de alto riesgo y conlleva más complicaciones. Expertos en salud consideran que la mejor edad para concebir un hijo es entre los 20 y los 35 años ya que el riesgo para la salud de la madre y el niño es mucho menor.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las complicaciones durante el embarazo son la segunda causa de muerte entre las jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo. Cuanto más joven sea la madre, asegura la OMS, mayor es el riesgo para el bebé.

El MINSAL reportó que para el año 2013 hubo una disminución en la tasa de muertes maternas a nivel general, sin embargo, en la población de niñas y adolescentes fue del 25%.

Un inicio forzado en la maternidad causa que las menores de edad tengan menos oportunidades de desarrollo a lo largo de su vida ya que se convierte en una barrera casi insuperable para acceder a la educación ya que deben trabajar para la manutención propia y de su hijo o hija.

“Me ha salido la oportunidad de seguir estudiando el otro año, pero no tengo quien me cuide al niño. Me arrepiento mil veces de haber sido tan boba, tenía todo por delante y hoy con él todo es más difícil”, indicó la joven, quien quedó embarazada cuando estudiaba segundo año de bachillerato y quien sueña con ser enfermera.

La encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples 2014, determinó que una mujer que no ha tenido ningún grado de educación tendrá un nivel  promedio mensual que rondará los $134.74, mientras que si ha estudiado más de 12 años podrá tener acceso a tres veces más recursos.

La interrupción de las trayectorias educativas afecta gravemente a su incorporación al mercado laboral, quedando en desventaja y promoviendo la transmisión intergeneracional de la pobreza.

La historia de Sofía es una de las miles que existen y de las que usualmente no se habla.

Es necesario visualizar diversos escenarios para focalizar acciones encaminadas a la prevención del embarazo y la violencia sexual y plantear más marcos regulatorios que garanticen a este grupo poblacional mejores oportunidades de desarrollo.

En cualquier caso, la mejor prevención es que los jóvenes tengan una buena educación sexual desde el seno familiar. La comunicación en la familia es esencial, por ello, debe haber un diálogo abierto y transparente para que tengan toda la información a su alcance.

El Salvador cuenta con leyes que protegen a las mujeres de la violencia y la construcción de un ambiente favorable de sus derechos. En 2011 entró en vigencia la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA) y la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres (LIE), y en 2012 la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV), pero aún se necesita hacer más.

“No me arrepiento de haber tenido a mi hijo. Hoy quiero llegar a ser alguien, seguir estudiando y sacar adelante al niño”, aseguró sin vacilar.

Sofía es una adolescente de Sonsonate cuyo nombre no es real, pero su historia sí. No todos los embarazos de madres adolescentes fracasan, pero en muchos casos, existen frustraciones e inexperiencia en esta labor que es para toda la vida.

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