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GANÓ EL AUSENTISMO. La mayoría renunció a participar

Medardo González Trejo

No acostumbro a felicitar al que se abstiene en política. Pero el ausentismo que se manifestó este domingo es más que un (simple) desinterés político que suele expresarse en “no asistir a las urnas». El ausentismo se convirtió en el gran ganador político que dijo: Somos el 70 % los que no queremos marcar por NI de Bukele, ni por ningún otro, que, de todas maneras, ante las trampas estructurales del sistema, no tienen posibilidades de hacerse notar. Es el 70%, o sea, 22% más que hace un mes, que ya no cree en el actual sistema electoral impuesto por este gobierno.  Las elecciones municipales elevan los ánimos e intereses locales de la ciudadanía, porque el alcalde, era, hasta hoy, el gobernante más cercano, al que en tiempos difíciles hasta se le podía pedir apoyo para un ataúd.

Según datos comparativos (de 1994 hasta 2021) publicados este lunes en otro matutino, la participación promedia en elecciones municipales solía estar similar a la de las legislativas y apenas unos 6 a 7 puntos debajo de las presidenciales. Incluso, mostraba sustancial aumento en la medida en que las diversas reformas políticas electorales (concejos plurales, voto con DUI, voto residencial) habían logrado acercar las urnas a la ciudadanía, pero, sobre todo, acercarle las obras de infraestructura más a las necesidades de las comunidades a través del mecanismo de redistribución territorial de los ingresos tributarios, según criterios de pobreza y el sucesivo aumento de la descentralización de los fondos públicos vía el mecanismo FODES.

Pero hoy, después de estas reformas inconsultas (eliminación del FODES y eliminación de 229 autoridades locales electas por voto ciudadano), incluso, los alcaldes se convertirán en inalcanzables y lejanos de la gente.

Si fuera verdadero que el 43 % del padrón votó en las presidenciales por Bukele, y ahora en las municipales, solo el 30% asistió a las urnas y quizás solo 28% votaron por NI y sus aliados, queda claro que, en este corto tiempo, por lo menos la mitad de los que supuestamente votaron por el bukelismo, ahora ya no quisieron ser parte de esta Nueva Farsa. No creyeron en la mentira que los alcaldes del presidente, del color que sean, iban a poder garantizar los proyectos que las comunidades necesitan.

Ahora bien, este AUSENTISMO HISTÓRICO vuelve a alimentar la legítima duda de si esa cantidad de votos CYAN que aparecieron en el escrutinio final tan «planchaditos» realmente provenían de ciudadanos que habían votado o simplemente aparecieron. Oficialmente nunca se sabrá, pero el pueblo, los que votaron y los que no votaron, sí sabe de lo que es capaz el bukelismo. La bajísima participación del domingo deja la duda sobre qué tan entusiasta es ese supuesto apoyo que cosechó Bukele en su reelección inconstitucional e impuesta.

Ojalá la oposición política, partidaria y social, sepa ir al encuentro de esa inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas que el 3 de marzo se expresaron a través de su ausentismo, abstención o voto nulo. Esa manifestación histórica no permitamos se oculte, se banalice o se ignore, ni tras el cínico enfoque que Bukele hace de esta elección: en una rebuscada pero ridícula crítica a sus propios alcaldes aplaudiendo por haber ganado 43 de 44 alcaldías con su partido y sus aliados.

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