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¿Petro y Márquez le harán honor al pensamiento Bolivariano?

El titular de este editorial no debe tomarse en forma literal, pues cuando Simón Bolívar, el libertador, escribió la famosa Carta de Jamaica, el 6 de septiembre de 1815, las circunstancias políticas, geopolíticas, socioculturales y económicas son distintas ahora, por lo que hay que tomarlo con cierto matiz, pero no superfluo, sino con gran realismo y compromiso. Una de esas realidades es que las cuatro naciones en las que el libertador contribuyó a quitarse el yugo de la corona Española hoy son naciones con 200 años de historia distinta, con grupos sociales y económicos distintos, y domesticados con la doctrina Monroe también de una forma distinta. Nos referimos a Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela.

De las cuatro naciones mencionadas, sólo Venezuela ha intentado, con el liderazgo de Hugo Chávez, primero, y ahora Nicolás Maduro, dar la batalla por revivir y poner en marcha el espíritu de Bolívar, y no solo internamente, sino en buena parte de la región. Esto último, con la creación del grupo de países del ALBA. Pero el imperio, que ya avizoraba Bolívar, y al que pretendía adelantarse construyendo la Gran Colombia -incluidas las cuatro naciones mencionadas hasta Panamá y más-, se adelantó en sus propósitos imperiales, y esta región, y toda América Latina -excepto Cuba- fueron influenciadas, sino es que culturizadas por el imperio a través de sus doctrinas, su asistencia económica, su dominación hollywoodense y otros medios de comunicación, es decir, las llamadas industrias culturales.

Pero en estos países, los cuatro arriba mencionados, y otros del Sur de América, han intentado, en ocasiones, después de concluidas las dictaduras militares -un modelo político-gubernamental alimentado por el Imperio y las oligarquías criollas-, transitar caminos pro democráticos y, en alguna medida, de mayor soberanía, mediante procesos electorales.

Pero esos caminos pro democráticos en América Latina, y la culminación de las dictaduras no fue producto de la nada, sino de la lucha interna. En algunos países del sur, siguiendo el ejemplo de Cuba, crearon movimientos políticos militares para terminar con las dictaduras militares, fase claves para comenzar y desarrollar esos experimentos democráticos.

En Venezuela, en 1962, bajo el paraguas del Partido Comunista surgieron las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). En Perú, desde 1965, surgen varios grupos político-militares, entre ellos el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) el Ejército de Liberación Nacional (ELN), El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), y el más conocidos, por más reciente, Sendero Luminoso. En Bolivia, entre 1966 y 1967, el Ché Guevara contribuyó a crear el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN), también conocido como Guerrilla de Ñancahuazú. En Ecuador se da el más tardío aparecimiento de organizaciones político-militares, este es el Movimiento “Alfaro Vive Carajo”, de 1983-1991.

En Colombia surgieron varios grupos guerrilleros, entre estos las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), que parecen en 1964, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL), creado en 1967, y el Movimiento Diecinueve de Abril (M-19), surgido después del fraude electoral del 19 de abril de 1970.

Este grupo guerrillero urbano se desmovilizó el 9 de marzo de 1990.

Actualmente, en Colombia hay dos grupos guerrilleros activos, el ELN y una fracción de las FARC, que se desligó del acuerdo de paz firmado por las FARC-EP con el Gobierno de turno en noviembre de 2016.

Hemos hecho esta breve reseña de parte de la historia de la región bolivariana, porque el triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez, bajo la bandera de Pacto Histórico, ha creado grandes expectativas no solo para Colombia, sino para América Latina en general, pero también para la región bolivariana.

En Colombia ha sido hasta las elecciones del domingo 19 de junio, que gana la presidencia un candidato de izquierda, y, en el caso de Petro, también de un ex militante guerrillero, dado que fue miembro del área política del Movimiento 19 de Abril, un grupo guerrillero que después de la firma de la paz fue prácticamente exterminado.

Colombia, tras la finalización de las dictaduras militares en América Latina, ha sido gobernada por partidos y gobiernos de derecha pro oligárquicos y pro Estados Unidos, que ha llevado no solo a la eliminación de líderes políticos de izquierda, sino también con los liderazgos sociales.

Uno de los temas que debe enfrentar de inmediato Petro y su Gobierno será, precisamente, garantizar la vida de la oposición, sobre todo de los líderes comunales. Más de un centenar de masacres, en las que han muerto líderes sociales, se registran a la fecha.

El otro gran tema, sin lugar a duda, será tender puentes de entendimiento entre las naciones por las que Bolívar luchó para su independencia, principalmente Venezuela, que ha sido flanco de los distintos gobiernos de derecha colombianos, atizados por los Estados Unidos.

Y, por supuesto, debe desarrollar nuevos lazos de entendimiento con Estados Unidos, hacer que el imperio vea con respeto a Colombia, y no un territorio para los experimentos del extensionismo de la doctrina Monroe. Las relaciones entre Estados Unidos y Colombia deben cambiar radicalmente, en aras del respeto, la soberanía y la diplomacia de primer orden.

Por supuesto, también, que debe tener una política apropiada para terminar con la violencia que aún genera el narcotráfico y sus grupos paramilitares. Y, finalmente, negociar la paz con el ELN y los grupos disidentes de las ex FARC-EP.

Petro tiene todo un reto por delante, y mucha expectativa de la izquierda de América Latina. Ojalá no le falle, por hoy, hay que tener esperanza que hará las cosas bien, y por tanto desear que el espíritu bolivariano lo acompañe y lo fortalezca.

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