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De las crisis del partido a la crisis intelectual

En la izquierda o quizá mejor dicho las izquierdas para no excluir a nadie en el debate o herir susceptibilidades; pero sobre todo, los que han tenido alguna formación marxista, ya sea como parte de compromiso para llenarse de una convicción acrisolada o las que de forma “accidental” la recibieron por su paso por el sindicato, la universidad o durante la guerra civil, es necesario que vuelvan a los libros o manuales para refrescar su memoria o llenarse de nuevos conocimientos, para ser sujetos del nuevo momento y para el futuro.

Nadie puede soslayar que el FMLN, al entrar en el Gobierno cayó en crisis profunda, que lo ha llevado no solo a reducir sus diputados y alcaldes, primero, sino a perder el ejecutivo. Producto de estos dos asuntos también lo ha llevado a perder militantes, esto último sí es lo preocupante, pero no para creer que a corto plazo ocurra la desaparición del principal partido de izquierda, y no es que no pueda ocurrir, dado que esto depende de la dirigencia y de la militancia.

Es cierto que en los diez años de Gobierno del FMLN hubo algunas cosas que no se hicieron como la militancia esperaba, o como el votante hubiera querido; lo cual no quiere decir que los dos Gobiernos del FMLN no hicieran cosas novedosas de beneficio para la población, los cuales seguramente en otro momento, cuando se de la oportunidad de comparar, el pueblo y los “militantes desencantados” del Frente sabrán valorar.

Lo anterior no elimina las tesis que las contradicciones en el FMLN, producto de la dinámica a lo que lo llevaron sus dos gobiernos, generaron una crisis profunda en el FMLN, que la dirigencia desestimó y su militancia toleró, en parte por falta de una adecuada vida partidaria, por eso esa crisis se visibilizó hasta que llegó el momento de las elecciones.

El FMLN, pues, en general tanto militantes como dirigencia son responsables de que la crisis se diera y desarrollara, con los resultados ya conocidos. Esto es verdad, pero también es verdad, que los “intelectuales”, a decir de Antonio Gramsci cayeron en una crisis peor que la del partido.

Gramsci decía que “cuando determinada persona se halla ya en crisis intelectual y vacila entre lo viejo y lo nuevo, ha perdido la fe en lo viejo, sin decidirse todavía por lo nuevo…”, los lleva a abandonar una concepción de mundo, de ideología y como decimos en el trópico: pierden el rumbo.

Es decir, los desencantados con el FMLN, en este caso, salvo los que mantienen un pensamiento de izquierda no orgánico, se han separado de este no por los errores, que ya la misma dirigencia aceptó, sino por sus propias crisis.

A lo mejor esperaban para sí lo que recibieron otros de sus compañeros, que si es parte la crisis, es más grave de lo que Gramsci habría deducido; pues, aunque los hay, el que tiene formación y creado en principios y valores marxista no se desencanta de los yerros de sus dirigentes, sus compañeros, pues, su convicción se convierte en el crisol para superar esas debilidad y reconocer que es el proyecto, el programa, el que se debe defender, aún en los momentos más difíciles.

Un intelectual de izquierda bien formado, producto del devenir histórico y político, agrega Gramsci es capaz de esperar el momento dentro del barco para enrumbarlo hacia donde el rumbo fue trazado, y no donde la brújula le indica.

Y es que cambiar de rumbo es abandonar su compromiso con el proyecto colectivo, con la visión de mundo que fue enaltecido por sus compañeros, muchos de los cuales cayeron hasta a su lado, cuando el momento les exigió mayor sacrificio.

O sea, pues, mucho se puede criticar de las actuaciones del partido, de sus actuaciones equivocadas, de sus errores en general, pero la principal crisis es de quienes se dejaron desencantar, porque abandonaron el proyecto, bajo la excusa de los errores del partido y hoy quieren figurar en otros escenarios, recordando o responsabilizando la crisis del partido, para que no sean juzgados por la “masa partidaria”.

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