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Sí a las víctimas… pero

El presidente de la República, Nayib Bukele quiso borrar del imaginario colectivo el 16 de enero, una de las más importantes efemérides de la historia contemporánea de El Salvador. Pero al final tuvo que sumarse, a su estilo por supuesto, pero lo hizo, al publicar un decreto ejecutivo en el que declara el 16 de enero como “El Día de las Víctimas del Conflicto Armado”. Es decir, a partir de ese decreto, el presidente Bukele retrocede en su narrativa antihistórica, pues no puede ignorar la guerra civil y, por ende, no puede negar la existencia de un Acuerdo de Paz que le puso fin a esa guerra, y de todo el esfuerzo por reconocer a las víctimas y, más importante aún, la reparación o resarcimiento a las víctimas y sus familiares.

Al final, entonces, ni la guerra ni el Acuerdo de Paz fue una farsa, como sostenía el presidente Bukele, y como lo reprodujeron sus seguidores ciegos y manipulados. Este decreto del presidente Bukele, que declara el 16 de enero como el día de las víctimas del conflicto armado, obliga al presidente Bukele a contribuir con la verdad, con las víctimas, y darles una razonable explicación del por qué no ha querido colaborar con el Juzgado de Instrucción de Gotera, que lleva el caso contra los militares del alto mando militar que ordenaron la masacre de más de un millar de pobladores del caserío el Mozote y lugares aledaños.

Recordemos que el Juez de Gotera ordenó a los destacamentos militares no mover la información relacionada con los operativos de la guerra civil y que, al momento de la visita del juzgador a los citados cuarteles, fuera entregada a este. Sin embargo, cuando el juez y su equipo se presentó a los sitios militares, lo recibieron jefes militares para informarles que no tenían órdenes de permitirle el ingreso y tampoco tenían órdenes de entregar información alguna.

En cadena de radio y televisión, el mandatario informó que había ordenado que le entregaran la información militar para entregarla al juzgado, pero se tardó más de un mes, después de esa cadena, sin que la información fuera entregada en el juzgado solicitante, lo que hizo sospechar que en ese tiempo la información pudo haber sido manipulada, además de desobedecer la orden del juzgado de no mover la información de los regimientos militares.

Hoy que el presidente Bukele, tras un decreto ejecutivo, reconoce a las víctimas del conflicto armado, está más obligado que antes a contribuir con la justicia. Claro, hay que ver si así lo hará, pues el decreto ejecutivo pudo haber sido nada más en respuesta al acuerdo del Órgano Legislativo, quien declaró al año 2021 como el Año del Bicentenario y el Año de la Firma de la Paz. Sobre el Acuerdo de Paz, que el presidente Bukele se niega a mencionar, el señor Álvaro de Soto, quien fue el adjunto de la ONU en tiempos de la firma del Acuerdo de Paz, ha hecho la más importante lectura y síntesis de ese proceso de diálogo y del acuerdo que puso fin a la guerra.

Soto expresó en varios foros desarrollados con motivo del 29 aniversario de la firma de la paz, que la transformación de la Fuerza Armada fue uno de los principales legados de la negociación para ponerle fin a la guerra civil.

El señor De Soto dijo: “Ustedes tienen en El Salvador una Fuerza Armada transformada como resultado; hoy es muy distinta a lo que desempeñaba la Fuerza Armada hasta el final del conflicto”. Solo este elemento hace importante celebrar el firma del Acuerdo de Paz.

Pero también trajo a cuenta la democratización del país, el respeto a los Derechos Humanos y la unificación de la nación.

Ni la democratización, con el respeto de los derechos humanos, o la unificación de la nación se logran por decretos, pues son acciones que deben irse conquistando diariamente.

En el tema de unificación de nación, por ejemplo, el principal deudor es hoy el presidente Bukele, pues su liderazgo y popularidad lo está utilizando para destruir a sus adversarios y polarizar más a la sociedad entre los que lo siguen y la oposición.

Hoy, con Bukele, la sociedad salvadoreña está tan dividida como recién se firmaron los acuerdos de paz, la diferencia es que en aquella fecha fue por la desconfianza natural de quienes habían estado enfrentados, y hoy como parte de una estrategia para conseguir el poder absoluto.

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