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La vacunación masiva excelente, pero la propaganda…

Entre los meses de diciembre del año pasado y enero del presenta año, el presidente de la República, Nayib Bukele anunció que se iniciaría el proceso de construcción de locales apropiados y novedosos para realizar la vacunación contra COVID-19, cuando estas llegaran. Algunas de las cabinas “especiales y novedosas” las construirían en escuelas y “lugares estratégicos”, los cuales, al final de la vacunación, se convertirían en “bibliotecas”. Se dijo que el costo de esas cabinas era de cinco millones de dólares.

El Gobierno pretendía, con esa inversión, demostrar que se anticipa a todo, en este caso a la vacunación, mientras en otros países como Costa Rica la vacunación había comenzado.

Las críticas no tardaron en aparecer, dado que, en algunos casos, una cabina para vacunación le cuesta al fisco un promedio de $30,000 dólares cada una. Con esa cifra se compra una casa decente para familias de clase media, decían las críticas, que consideraban esa inversión innecesaria y hasta un despilfarro.

Y es que el sistema de salud cuenta con infraestructura a escala nacional, en cada uno de los municipios, tanto de la red pública como del ISSS, y de FOSALUD.

Ante las críticas bien fundamentadas, el presidente Bukele negó que la infraestructura en construcción costará esa cantidad, y lo atribuyó a una “desinformación de los mismos de siempre”. No obstante, fue el propio ministro de Salud, Francisco Alabí, quien, al conocer la cifra total de la inversión dada por el presidente Bukele, detalló el costo individual promedio de cada una de las estructuras.

Al acercarse las elecciones de febrero 28, el presidente Bukele aceleró la compra de un aproximado de veinte dosis de vacuna, a un laboratorio de la India, aunque en las redes sociales se difundió que se trató de una donación. Al final, lo importante es que las primeras vacunas llegaron para inmunizar al personal de primera línea, es decir, al personal de salud, quienes fueron vacunados en las instalaciones de salud.

Luego vinieron más vacunas, con las que se inmunizó al personal policial y del ejército, considerados también “de primera línea”. Ninguno de estos fue vacunado en las estructuras construidas fuera de las sedes de salud, por lo que queda la duda si las construyeron de verdad, o solo se quedaron con la restauración de las instaladas en las unidades de salud de la red hospitalaria. Al final no se dio información de cuanto se invirtió en la remodelación de las estructuras o la construcción de las cabinas.

El pasado martes por la noche, en cadena de radio y televisión, el presidente Bukele inaugura lo que ha dado en llamar el “Megacentro de Vacunación”, el cual fue establecido en la “tercera fase” del Hospital El Salvador, cuya estructura ha costado al fisco cien millones de dólares. Tras darse el primer caso de COVID-19 en El Salvador, el presidente Bukele anunció que iba a construir el hospital más moderno de América Latina para atender los casos de coronavirus. La construcción se realizaría en un tiempo récord de, aproximadamente tres meses, sin embargo, ha pasado un año, y es hasta este abril que se inaugura la tercera fase pero para la vacunación masiva. En el Megacentro se vacuna alrededor de diez mil pacientes diarios, han informado las autoridades, mientras en el resto de la red de salud, se vacuna entre 20,000 y 30,000 pacientes diarios.

Tras la inauguración del Megacentro, la presencia de pacientes en la red pública, salvo algunas, ha disminuido considerablemente, dado que los interesados en ser vacunados acuden a los centros comerciales para ser trasladados al centro de vacunación masiva, donde lo primero que se encuentra es un ejército de tuiteros, fotógrafos y cámaras oficiales para hacer la respectiva difusión.

El presidente del Colegio Médico, Milton Brizuela opinó: “La vacuna debería haber sido distribuida al primer nivel de salud y desde ahí hacer el proceso de vacunación. Nos da la impresión que el Gobierno quiere concentrar la vacunación en lugares donde sea más fácil hacer propaganda”.

Está bien, entonces, y es aplaudible que El Salvador esté en la etapa de la vacunación masiva, pero no se vale que hasta utilice una infraestructura de cien millones de dólares para hacer propaganda, más importante en la lógica del Gobierno que inmunizar a su pueblo.

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