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Biden y las expectativas en América Latina

Al mediodía del 20 de enero juró como el presidente número 46 de los Estados Unidos de América, Joe Biden, y su compañera de fórmula Kamala Harris. Obviamente, para los Centroamericanos, en primer lugar, mexicanos y de otros países de América Latina, el tema migratorio, que fue compromiso de campaña del ahora presidente Biden, es prioridad y, por tanto, de interés número uno. En el caso de El Salvador, Honduras y Nicaragua por el TPS, otros programas similares y por los millones de indocumentados. Solo de salvadoreños se calcula que está en esta calidad, es decir, indocumentados, unos dos millones de salvadoreños. Por cierto, estos salvadoreños, con o sin TPS u otro documento, envían remesas por el orden de los cinco mil millones de dólares.

Y lo más loable es que en 2020, pese a la pandemia por el COVID-19 que paralizó la economía en los Estados Unidos, los salvadoreños que no cesaron de laborar o que a lo mejor recibieron algún subsidio de aquel gobierno, siguieron enviando remesas. De acuerdo con el Banco Central de Reserva en 2020 hubo un crecimiento en las remesas en un 4.8 % más con respecto a 2019. Según el BCR, los salvadoreños enviaron $5,918.6 millones en remesas, 269 millones más que en 2019, pese, como hemos dicho arriba, a la pandemia.

Si el Presupuesto General de la Nación en 2021 es de $7,453 millones y las remesas de 2020 fueron 5,918, significa que las remesas representan el 79.4 % del presupuesto del presente año. Significa, además, que si ese nivel de remesas se mantiene o se aumenta a partir de una nueva política migratoria del nuevo gobierno de los Estados Unidos, los problemas económicos en El Salvador mermarían, dado el nivel de consumo que esas remesas significan y que el 13 % llega a las arcas del Estado en concepto de IVA.

Lo anterior también implica que estos salvadoreños que envían esos niveles de remesas también contribuyen, en un buen porcentaje, en la economía de los Estados Unidos, al igual que los migrantes de otras nacionalidades. A decir verdad, en el tema migratorio, Biden ha dado los primeros pasos concretos, más allá del ofrecimiento de la legalización, en siete u ocho años, de cerca de once millones de indocumentados. El miércoles por la noche, a pocas horas de haber asumido la presidencia, se anunció, por parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés) la suspensión por 100 días de las deportaciones de inmigrantes, aunque con ciertas excepciones, confirmó el secretario interino del DHS, David Pekoske.

Por indicación del presidente, el DHS también informó sobre la suspensión de inscripciones al programa denominado “Permanezcan en México”, que permitió al anterior mandatario, Donald Trump, devolver a ese país a los solicitantes de asilo. Pero las expectativas para los latinoamericanos no solo están en el tema migratorio, que al final se reduce también en lo económico y, por supuesto, en Derechos Humanos. Y es en el tema político y diplomático.

El Gobierno de Biden debe dar un giro a sus relaciones desiguales y de prepotencia contra algunos países y gobiernos que no son genuflexos al imperio. El Gobierno de Donald Trump incrementó el bloque asesino contra Cuba, que ha afectado, sobre todo, al noble pueblo cubano que se ve desprovisto de muchos productos, así como medicamentos. Por el bloqueo inhumano de los Estados Unidos, el Gobierno de Cuba se ve obligado a invertir hasta tres veces los costos para llevar medicinas o alimentos a los cubanos.

Siendo Biden vicepresidente en el Gobierno de Barack Obama debe hacer lo mismo que este, en el sentido de flexibilizar las medidas contra Cuba, con el propósito final de eliminar el bloqueo, porque además así lo exige la comunidad internacional. Cada año, en la Asamblea General de la ONU, el 97 % de las naciones miembros, si no es que más, piden precisamente el fin al bloqueo.

Otro paso falso que dio Trump fue contra el presidente legítimo de Venezuela, Nicolás Maduro, a quien se intentó derrocar y hasta eliminar y ante los fracasos de estos atentados de lesa humanidad creó un gobierno títere alterno y diseñó una política de boicot económico y diplomático contra el Gobierno de Maduro, lo que ha afectado, por supuesto, al pueblo venezolano. Biden debe enmendar la plana perversa de Trump contra Cuba y Venezuela y mantener las relaciones diplomáticas de respeto con estos dos países y todos los países de América y el mundo, independientemente de sus sistemas de gobierno. Ojalá así sea.

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