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Votar por la revolución de la educación

Iosu Perales

El Presidente Salvador Sánchez Cerén, desde muy joven, ha sido siempre un visionario. Entendió como nadie que el progreso de un país, su modernización, su sistema político democrático, tienen como pilar básico la educación. Un país que invierte en todos los niveles de la educación, desde el kínder (sistema educativo preescolar) a la universidad, está creando un futuro mejor. Precisamente, en un mundo globalizado y competitivo, la victoria sobre la ignorancia, el analfabetismo y la mediocridad, constituyen las garantías que permiten a un país estar bien posicionado.

Sánchez Cerén lo sabe, mejor dicho ya lo supo desde su formación en ANDES 21 de Junio, al lado de Ana María. Ambos pelearon por dotar al magisterio de dignidad y mejores herramientas para crear y consolidar un sistema incluyente que diera a niñas y niños, a hombres y mujeres, las mismas oportunidades de formarse. Su paso por la Vicepresidencia de la República ya le permitió dar un enorme e inédito impulso a las condiciones de las y los menores, distribuyendo útiles escolares, uniformes, y garantizando una alimentación básica en las escuelas. Luego vinieron los ordenadores que además de instrumento imprescindible es toda una metáfora del sistema educacional que queda atrás, superado por la incorporación de nuevas tecnologías.

Hoy, todas las familias saben que sus hijas e hijos pueden estudiar, generando nuevas expectativas de mejor vida en las unidades familiares y asegurándose lo que no pudieron obtener sus padres y madres. Es algo extraordinario que padres y madres que no pudieron tener una educación cualificada por sus orígenes de pobreza, puedan tener hoy la seguridad de que sus hijos e hijas tienen el viento educacional a su favor. Esta revolución en las aulas (del sistema escolar) es probablemente, en términos estratégicos, el logro por excelencia de estas dos últimas legislaturas. El profesor que comenzó a impartir la docencia en la zona rural del país, en el pequeño pueblo de Huizúcar, allá por 1963, culmina ahora su responsabilidad de Presidente de la República, dejando al sistema educativo nacional en lo más alto de su historia. Jamás ha tenido El Salvador las oportunidades ya abiertas por la gestión del profesor Sánchez Cerén. Ya solo por esta gesta pasará a la historia como un gran presidente. Una labor que tendrá su continuidad en Hugo Martínez, hombre que como militante del FMLN y ministro del gobierno de Sánchez Cerén, conoce a fondo su visión educacional, sus políticas practicadas y los buenos resultados alcanzados. ¿Qué otro candidato puede garantizar el acceso gratuito a la universidad para todos los estudiantes provenientes de institutos públicos? ¿Qué candidato puede asegurar que seguirá garantizando el paquete escolar de bachillerato entregando 6,150,589 paquetes escolares con una inversión de US$330.1 millones? ¿Quién puede comprometerse a seguir con el programa vaso de leche y alimentación escolar que ha beneficiado a 1,117,319 estudiantes? El gobierno del presidente profesor, en el marco del programa “Una niña, un niño, una computadora”, ha entregado 74,441 computadoras a 2,951 centros educativos, capacitando a 26,364 docentes en tecnologías de la información y comunicación.

El país ha podido comprobar el mejoramiento y ampliación de la infraestructura educativa. Además, se han fortalecido las competencias de 31,356 docentes, con una inversión de US$2,77 millones en el marco del Plan Nacional de Formación Docente. Mal podría seguir impulsando este proceso quien dejó la universidad porque le aburría y le exigía sacrificio. El Salvador necesita proseguir caminando hacia una educación nacional con buen profesorado en ciencias, matemáticas, literatura… pero que también lo sea en nuevos valores, en el afán por compartir. Esa es la filosofía de quien tituló su libro autobiográfico “Con sueños se escribe la vida”. Y es que los buenos docentes son perseguidores de sueños.

En un mundo complejo, competitivo, nuestro país tiene que hacerse fuerte en una buena formación de la que salgan magníficos profesionales, investigadores, ingenieros como Hugo, médicas y médicos, empresarias y empresarios, sociólogas, filósofas, en un proceso que no tiene fin, pues la educación no lo tiene. Cuanto peor sea el sistema educacional de un país, menos oportunidades tendrá. Por eso invertir en educar es invertir en progreso, en riqueza. Con los gobiernos de la derecha el monto destinado a educación andaba por poco más de 300 millones de dólares. Para este 2019 el presupuesto rebasa los 900 millones de dólares. El presupuesto del gobierno del FMLN no es casual, ya que responde al gran valor que se da a la educación, de recoger las expectativas, sentimientos, vivencias y problemas del pueblo.

La educación en el programa de Hugo Martínez, como continuador de la huella de Sánchez Cerén es un arma contra el atraso y la pobreza.

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