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VIII Congreso SUR, Atlántida, Canelones, Uruguay

Publicado por Tito del 16 al 20 de octubre, 2018 (I Parte)

Un largo viaje se inicia con un paso, eso nos enseña un proverbio chino. Esto se relaciona con el hecho, no siempre distinguible, que uno cree saber exactamente cuando se inicia ese viaje, salvo que todo viaje se inicia mucho antes de comenzar la marcha.

En este antes, hay la confrontación con una realidad, la imaginación de otra, la resolución de ir a una realidad distinta, el vencer los miedos a lo desconocido y contar con los medios para hacer posible aquello que puede ser apenas un sueño. De ese periodo, anterior a la fecha en que ahora reconocemos se formó esta unidad en la diversidad, no tenemos mucha claridad, sabemos que había y hay necesidades, que hubo y hay diversidad de realidades y reacciones ante ella, que no siempre se busca lo mismo y que muchas veces no es tan claro lo que busca cada cual. Al comienzo era una necesidad y un deseo. Ahora hay un camino realizado con muchas voluntades. Si llegáramos hasta aquí, lo fundamental de lo emprendido en colectivo seguiría su propia marcha, hay logros de la acción guiada por una idea general, hay un saber acumulado producto de la acción y también hay lo viejo, que no termina de morir, junto a lo nuevo, que no acaba de nacer. Pudiéramos seguir como estamos, un poco en el limbo de lo posible sin que sea nítido para todos el quehacer y los objetivos o pudiéramos avanzar con paso más firme y mayor celeridad. La experiencia indica que a diario estamos en la disyuntiva de continuar en lo mismo o asumir nuestra cuota de esfuerzo para consolidar cambios profundos. Se viven momentos de crisis, y son las crisis lo que puede hacernos cambiar.

Somos personas exponentes de distintas culturas, con capacidades y características individuales diversas, con aspiraciones no siempre alejadas de lo que más abunda, el lucro, el ego, la desvalorización, los miedos, los límites a la creatividad. Una circunstancia ficticia nos plantea el problema: Ser o no ser, antes debemos saber: qué queremos ser.

Hemos avanzado en estos laberintos un lapsus de casi 28 años. Bosquejar un resumen, se puede hacer tomando en cuenta los logros o poniendo el acento en las dificultades, ni uno ni otro daría cuenta exacta de lo logrado ni cuán difícil ha sido llegar a este punto. Siempre hay la posibilidad de que cada nuevo día sea nuestro último día, así como también en los movimientos sociales siempre hay la posibilidad de que se desarrollen hasta su máximo o comiencen su declive. En esta diversidad cada cual está en esa disyuntiva, en cambio el movimiento en sí, puede seguir sin nuestra participación.

En este ser y hacer Sur, algunos han llegado guiados por la creencia que aquí está la solución casi mágica para su consagración. Decía Martí que hay muchos hombres sin decoro y hay algunos que reúnen en sí el decoro de todos. Se trata de reunir el decoro de todos y ampliarlo en logros que no terminen en nosotros mismos. Lo sencillo a veces cuesta explicarlo y lo que parece complejo generalmente es mucho más simple.

La esencia de cada uno de nosotros es ser creadores, desde esta creatividad modificamos nuestro entorno, exponemos nuestros latidos. El Arte, el Trabajo cultural parten de una realidad colectiva, asimilada por una individualidad que a su vez dirige sus creaciones hacia un público mayor, influyendo en la realidad que ha influido en ella o él. Nuestra relación con el mundo puede ser parasitaria, comensal o simbiótica, no es un asunto de elección consciente, es un asunto de que somos producto de nuestras circunstancias. Hemos aprendido en este bregar por una cultura acorde a los más altos valores y necesidades humanas, que perfectamente podemos hacer con nuestras circunstancias algo distinto. En este caso la forma de relacionarnos con el otro, social o individualmente, la forma de relacionarnos con la naturaleza, puede ser elección, eso sería un acto dictado por el saber. Podemos no estar de acuerdo en qué es primero si el saber o el hacer, en este Movimiento SUR se trata de personas que tienen una sensibilidad mayor al promedio, tienen un saber y tienen una forma de reaccionar a su medio, es decir, una forma de relacionarse y aquí nuestra mejor forma de establecer relación con la sociedad y con la naturaleza puede y debiera ser simbiótica.

Es algo simple de decir y complicado de hacer, pues estamos en un mundo donde se imponen el lucro como única forma de sobrevivencia, con esta forma dominante convive la forma solidaria y se manifiesta en toda su creatividad cuando nos azota un desastre. El detalle funesto es que estamos inmersos en un desastre mayor, pero no es perceptible por todos en su trágica magnitud. ¿Cuánto tiempo le queda a la vida en la tierra? El planeta tiene un estimado de cuatro mil quinientos millones de años, la vida pudo haber comenzado a existir alrededor de los 700 millones de años, según este cálculo la vida en la tierra tendría unos tres mil ochocientos millones de años. Los seres humanos hemos aparecido hace relativamente poco, pero hemos desarrollado una forma vertiginosa de modificar el entorno, no estamos hablando de inteligencia ni de capacidades superiores. Estamos hablando que las capacidades de los seres antropomórficos en vías de humanización a lo largo de toda su existencia han modificado su entorno. Así como ahora sabemos que las estrellas se alejan unas de otros y lo hacen aceleradamente, los seres humanos nos alejamos de lo racional, impera la ideología de la ganancia inmediata, sin medir consecuencias futuras. Esta es una forma de actuar, es decir, cultura en sentido amplio, que puede y debe cambiar.

El asunto trágico es que si antes el futuro era algo lejano, ahora es algo que está a la vuelta de la esquina, en los últimos cincuenta años el conocimiento, el dominio de la ciencia y la técnica se ha multiplicado, pero esto no ha significado que se hayan resuelto los problemas que confrontamos como individuos necesitados de resolver tres asuntos básicos: la comida, la vestimenta y un techo para guarecernos y como sociedad: la educación, la salud, la seguridad. Ahora confrontamos una tragedia mayor; Ciudad del Cabo se queda sin agua, en El salvador varios ríos se han secado, cambia la dirección de los vientos, sube el nivel del mar, hay sequías prolongadas o inundaciones terribles, el factor tiempo se vuelve impredecible, etc. ¿Qué tiene esto que ver con el trabajo cultural? Todo y nada, pues a cada paso estamos ante un dilema, ser o no ser, somos seres conscientes que aportan arte y con su arte aportan capacidad de ver más allá o somos simples personas buscando un espacio para mostrar nuestros latidos, actuamos para modificar de mejor manera nuestro entorno o miramos para otro lado.

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El Poeta Antolín Orozco Luviano, miembro del Comité Editorial de la Revista Sur Internacional.

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