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Una cita por nuestros derechos

CUBA, 8 de Diciembre del 2016

Los jóvenes cubanos, como dignos seguidores de las ideas de Fidel, serán los protagonistas de la Jornada Nacional por los Derechos Humanos, que comienza hoy en todo el país y se desarrollará hasta el próximo 10 de diciembre, en escuelas, parques y principales plazas de cada provincia, según informó a Juventud Rebelde Pedro Ortega Hernández, funcionario del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Presentaciones de proyectos infantiles y de unidades artísticas de la Brigada de Instructores de Arte José Martí y de las Casas de Cultura, así como la realización de talleres de creación, forman parte de la Jornada, que busca resaltar valores históricos y patrimoniales de la nación.

La Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) se sumará a la actividad con el avispero Mi Cuba con derechos, y los pioneros reflejarán en diversas exposiciones las oportunidades que tienen en el país.

Los muchachos de la FEU exhibirán lo mejor de su movimiento de artistas aficionados; y los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana intercambiarán criterios sobre las ventajas de ser ciudadanos de la Cuba de hoy.

En estos días también se realizarán actividades deportivas, venta de libros y de publicaciones infantiles y se presentarán materiales audiovisuales que muestran los derechos conquistados durante todo el proceso revolucionario cubano.

En la capital las principales actividades se desarrollarán en el parqueo de Coopelia, en el parque de Santa Rita y en el Anfiteatro de Marianao. Para el 10 de diciembre, a las nueve de la noche, está prevista una cantata dedicada a Fidel en la Tribuna Antimperialista José Martí. (Cubaminrex-Juventud Rebelde)

Asociamos derechos humanos con toda actividad humana

Lázaro Barredo Medina

6 de diciembre de 2016

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es, sin lugar a dudas, un documento de alcance universal,  fruto del pensamiento más progresista y altruista de su época, culminación internacional de determinadas tendencias y valores definidos por los horrores vividos en la segunda guerra mundial, aun cuando fuera adoptada en 1948 por 48 estados, en su inmensa mayoría países del Norte,  y ocho abstenciones, por lo que más de 100 países en desarrollo, entonces colonias, quedaron marginados del proceso.

El tema de los derechos humanos se ha convertido en un instrumento de manipulación y de geopolítica y en vez de mejorar la convivencia del género humano se esgrime como pretexto legalizar el derecho arbitrario de un grupo de países a imponer valores y patrones sobre el resto de la comunidad internacional.

Las exigencias de estas naciones sobre derechos humanos son diferentes e incluso contradictorias. Les preocupa más la formalidad de determinados derechos políticos y civiles que el principal fundamento humanista del derecho democrático, que es la vida misma, haciendo caso omiso a la realidad de que al menos la mitad de la población mundial se ve privada total o parcialmente de sus derechos fundamentales.

¿Cómo puede ignorarse que son precisamente estas naciones las que promueven el intercambio desigual, el proteccionismo; las que obligan a instrumentar forzosamente diversos programas de ajuste que fuerzan a desproteger los derechos sociales elementales, provocan un alarmante crecimiento de la miseria en el mundo y la marginación en el disfrute pleno de los principales derechos políticos de las mayorías, y son las que más obstaculizan las posibilidades de buscar un nuevo orden internacional que privilegie el derecho al desarrollo?

Son tantos los eufemismos recalcados para justificar el menosprecio hacia graves fenómenos humanitarios, que bastaría mencionar uno solo: el término de niños de la calle que los gobiernos, políticos y medios de comunicación acuñan para disfrazar los derechos de la infancia. No existen niños de la calle, sino niños fuera de la escuela, de la familia y de la comunidad.

Estados Unidos y sus aliados, además, acuden a dobles raseros para “justificar” graves violaciones de derechos humanos, amparados en la lucha contra el terrorismo y más recientemente en los fenómenos migratorios. Mientras, manipulan el tema y lo convierten en un instrumento de represión contra los que disienten o se resisten a seguir sus dictados imperiales.

Los cubanos asociamos derechos humanos con toda la actividad humana, convencidos de que su universalidad solo puede alcanzarse si se respetan las diferencias y particularidades de cada pueblo.

Cuba es Estado Parte en 42 tratados internacionales de derechos humanos y cumple con sus disposiciones, a la vez que mantiene un alto nivel de cooperación e interacción con los procedimientos y mecanismos de Naciones Unidas. De esto es ejemplo la presentación que hizo en el año 2013 de su segundo Informe periódico al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, donde fueron positivos la inmensa mayoría de los planteamientos realizados al respecto por la comunidad internacional.

Sin embargo, desde los tiempos de la espuria maniobra anticubana orquestada por Estados Unidos en el marco de la extinta y desacreditada Comisión de Derechos Humanos, se ataca a nuestra nación por las acciones mercenarias de un grupo de personas financiadas abiertamente por el gobierno de Estados Unidos con el declarado propósito de alcanzar la subversión del orden interno constitucional cubano.

Esa ignominia se estrella contra la verdad. En nuestro país no hay un solo hecho registrado de que la policía salga a las calles a disparar contra la gente, lanzarle gases lacrimógenos o balas de goma, golpearla a caballo o movilizar a las fuerzas armadas para reprimirla. No hay un solo caso de tortura física, de asesinato o desaparición política, no existen bandas paramilitares o escuadrones de la muerte. Se lucha enconadamente porque ningún ciudadano sea maltratado o discriminado por ninguna razón y se sostiene vigilancia y actuación muy severa contra la impunidad.

Hace 70 años, al adoptarse la Carta de Naciones Unidas, se reafirmó en el Preámbulo “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”.

Hace falta que ante las apremiantes necesidades de este nuevo Milenio esos postulados dejen de ser una fábula.

En Cuba: El derecho recurrente de todos nuestros días

Por Sara Sariol

7 de diciembre de 2016

Hace poco más de un mes, Cuba resultó el país más votado (160 votos) para ser miembro, junto a otros siete representantes de América Latina y del Caribe, del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, durante el período 2017-2019.

Tal elección confirma el reconocimiento universal de lo que este país, pequeño, bloqueado, pero con un elevado sentido de la dignidad humana, ha hecho por los derechos sagrados de su pueblo, y más allá de sus fronteras.

Con esa posición que nunca ha sido discurso, sino práctica constante, arribaremos los cubanos este 10 de diciembre, al Día de los Derechos Humanos.

Y es que, si los Derechos Humanos preceptúan nacer libres e iguales en dignidad, tener derecho a la vida sin discriminación de sexo, color, y religión, la igualdad ante la ley, tener acceso a contraer matrimonio y fundar una familia, a la escolaridad plena, a la salud, a un trabajo y a un salario… Cuba es un magisterio en esos asuntos.

Recientemente, valga este ejemplo entre miles, el Fondo de Naciones Unidas para la infancia (Unicef) destacó que la mayor de las Antillas es un modelo en el cumplimiento de la Convención sobre los derechos del niño y la niña, y posee experiencias para mostrar al mundo en espacios como la educación y la salud, que son gratuitas y accesibles para todos.

La oficina de esa organización en Cuba ha dejado plasmado en un informa sobre “El desarrollo de la primera infancia en Cuba”, la experiencia local de un sistema integrado, en constante fortalecimiento, que promueve la protección, atención y desarrollo de la primera infancia en el país.

Refiere el documento, en el país hay más de 855 mil niños y niñas de 0 a 6 años de edad, de los cuales, el 99,5 por ciento asiste a un programa o una institución de educación temprana.

Los resultados de una encuesta sobre Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS), realizada por esa misma institución, a más de nueve mil hogares cubanos, demuestra que el cuidado a la niñez –nuestro bien más preciado-, inicia aquí desde que el infante está en el vientre de la madre.

En ese sentido, el 98 por ciento de las embarazadas incluidas en la pesquisa, recibió atenciones prenatales en cuatro o más consultas por parte de médicos, y prácticamente la totalidad fueron atendidas por personal calificado de salud. El 89 por ciento de ellas está protegida contra el tétanos, y el 92,4 tuvo su primera visita de cuidado prenatal en el primer trimestre del embarazo.

Asimismo, el 98,4 por ciento de las madres y sus bebés recibieron chequeos de salud después del nacimiento en una institución o en el hogar, incluida la prueba del talón al 97 por ciento de los recién nacidos, alrededor del quinto día posterior al nacimiento, para identificar la presencia de cinco enfermedades congénitas.

Pero esos son solo algunos datos. En este país, lo sabemos muy bien quienes lo habitamos, el hombre es el centro de la agenda de las autoridades desde el inicio del proceso revolucionario; el libre acceso a la educación, la salud, al deporte y a la participación política permitió a los ciudadanos sentirse respetados e incluidos en el proyecto social.

Entonces hablar de Derechos Humanos aquí no es cuestión de uno sino de todos los días, de todos los meses, y de todos los años; es para suerte nuestra, una cuestión que trasciende lo recurrente.

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