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Sobre la retórica reaccionaria… (2/3)

Ricardo Olmos Guevara

Economista

Una mirada retrospectiva a los hechos generados en los últimos diez años en nuestro país permite valorar el uso frecuente de los “argumentos” reaccionarios frente a los principales resultados o logros en materia de políticas públicas en el país. Para tal propósito se evalúan las políticas públicas impulsadas y de algunos hechos históricos que frecuentemente son comentados por diversos medios de comunicación así como por analistas, periodistas y hasta por aquellos denominados “tanques de pensamiento”.

Albert Hirschman denomina como tesis de la futilidad aquella contenida en los argumentos que sostienen que las tentativas de transformación social no lograrán nada, por lo que es preferible mantener el statu quo. Primero hay que decir que esta tesis ha estado presente a lo largo de los últimos doscientos años en la retórica reaccionaria. Y los “argumentos” de esa retórica son comunicados diariamente con el afán de volverse la norma para el ataque a los programas y las reformas progresistas en nuestros países. En las palabras de Hirschman la tesis de la futilidad la define como “la tentativa de cambio es abortiva, que de una manera o de otra todo pretendido cambio es, fue o será en gran medida de superficie, de fachada, cosmético y por tanto ilusorio, pues las estructuras “profundas” de la sociedad permanecen intactas” (Hirschman, 1991, p. 31). Este planteamiento es descifrado de manera genial por el autor y lo rastrea a lo largo de 200 años, y particularmente luego de la Revolución Francesa.

La sencillez del planteamiento es rápidamente absorbida por el doblez del pensamiento de muchos que por no ser cautos son rápidamente asimilados por ese argumento. Cuando se afirma, por ejemplo, que por más que cambien las cosas todo sigue igual, este es un sonsonete que se vehicula por diferentes medios y se vuelve parte de la cultura de una región y/o de la misma civilización occidental. Eso se dice además en aquellas declaraciones de quienes quieren hacer ver que no vale la pena luchar por los ideales de justicia, de paz o de desarrollo económico. Se pretende en todo momento, desalentar, desmotivar y, hasta con ingeniosas declaraciones, ridiculizar el propósito del cambio o negar su posibilidad, pudiendo bordear hasta lo más inverosímil, alentando la idea que los hechos de heroísmo y valentía del FMLN histórico no sirvieron de nada!

En ocasiones, las proclamaciones sobre la futilidad pueden llegar a ser insultantes. En esencia, la tesis de la futilidad nos muestra que los representantes del pensamiento reaccionario argumentan que los propósitos por transformar la sociedad son inútiles, puesto que se ignoran las leyes sustanciales e invariables de la estructura social. Algunos pretenden medir el avance de la democracia política y económica en América Latina a partir de resultados electorales adversos de los partidos políticos de izquierda, lo cual sin duda alguna es un error. Este planteamiento en esencia pretende desalentar el espíritu de muchos luchadores sociales y al pueblo en general para no continuar con estos propósitos. Además, esos resultados indican nada menos la “pobreza de las conciencias” de los ciudadanos latinoamericanos, por lo que es urgente y hace falta, sin duda alguna, que se efectúe la educación política para descubrir y redescubrir las oportunidades históricas del cambio social en nuestros países. Quienes luchan por las transformaciones sociales deben utilizar las oportunidades que brindan los espacios políticos de las elecciones para, de manera permanente, ilustrar las debilidades del planteamiento de la derecha política que aunque parezca innecesario es más urgente que nunca. Se debe de dilucidar la inviabilidad de soluciones de los problemas socioeconómicos del capitalismo contemporáneo con medidas en ese marco político burgués; se debe aprovechar la coyuntura para expresar los límites que se ofrecen en el marco de la democracia política parlamentaria actual. Además, no hay que olvidar las palabras de uno de los conocedores de la experiencia y realidad latinoamericana como lo es Frei Betto, no solo en sus aspectos políticos, sino que además ideológicos, cuando afirma que los componentes ideológicos juegan un papel trascendental en la conciencia de los pobres. Y es ahí donde la izquierda no ha tenido un mejor desempeño en los últimos años. (ver Betto, Frei, Cuba debate, 4-12-2018). Se debe caminar con la organización popular, conocer los territorios, ser parte de la organización para el cambio social, eso significa estar permanentemente con las bases sociales de la revolución.

Por ejemplo, en las campañas electorales se debe de desnudar el discurso hipócrita, que pretende con lemas alentar las emociones con planteamientos y declaraciones que en otras partes del mundo ese tipo de afirmaciones no pasan el filtro de la verdad actual ni histórica, pues van con el interés de confundir en la mayor parte de los casos, con un claro interés de manipular, y aún más cuando únicamente plantean los fines globales sin indicar los medios con los cuales se podrían lograr esos fines.

En nuestro país, la tesis de la futilidad ha sido muy bien trabajada e introducida en el discurso electoral. Por ejemplo, citemos algunos casos para ilustrar cómo se pretende de manera irónica que ese tipo de pensamiento domine las conciencias. En relación al caso de la reforma tributaria realizada por los últimos dos gobiernos del FMLN, siempre se indicó que no es necesaria, pues esta es inútil, que fracasará en sus objetivos redistributivos, pues el alza tributaria lo pagarán la clase media y los trabajadores y no las empresas, quienes traspasarán dicha alza a mayores precios. Fácilmente entonces se cae en la cuenta de que lo que se pretende es que en efecto no se haga nada y que las oportunidades de transformación tributaria se soslayen aunque sean necesarias y viables.

La tesis de la futilidad choca con determinadas gestas históricas que han marcado época. En el caso de El Salvador la dictadura político militar que gobernó a lo largo de cincuenta años el país fue derrotada, que los programas sociales y en términos generales la política social implementada en los últimos dos gobiernos del FMLN tienen efectos positivos. ¿Esto no ha significado un cambio alguno? Los errores políticos reconocidos por ese partido político no significan que las transformaciones en el orden político y social hayan sido fútiles. Muy por el contrario, esos resultados y logros son producto de la democracia política conquistada en el país.

El desarrollo no es un asunto lineal, y tal progreso dependerá siempre de qué tan capaces son las fuerzas sociales para derrotar los “argumentos” reaccionarios. La democracia política que se vive en El Salvador debe servir para educar y luchar por promover nuevos horizontes y metas de más democracia, mayor equidad económica y social. ¿Qué tan preparado está el pueblo salvadoreño para derrotar la retórica reaccionaria? Este es un nuevo desafío para trascender a una mayor democracia en nuestro país.

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