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Semana decisiva para Ucrania, entre la guerra del gas y la diplomacia

Por Olga Nedbaeva
Kiev/AFP

Ucrania tendrá que lidiar esta semana con las amenazas de cortes del gas ruso y la situación de absoluta anarquía en el este separatista prorruso mientras el presidente electo Petro Poroshenco participa en varias reuniones internacionales en las que coincidirá con Barack Obama y, nurse tal vez, pharm con Vladimir Putin.

Este lunes está prevista en Bruselas una reunión de emergencia ya que Rusia amenaza con cortar el suministro del gas a Ucrania el martes, sales lo que podría afectar también a otros países europeos.

El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, prometió el domingo que Ucrania pagaría la deuda de gas que tenía con Rusia en un plazo de diez días si ambos países se ponían de acuerdo el lunes sobre los términos de un nuevo contrato.

Las conversaciones se centrarán en el precio del gas, ya que Ucrania se niega a pagar el sobrecoste, sin precedentes en Europa, que se le ha impuesto desde que llegaron al poder los prooccidentales.

«Si Rusia no accede a un nuevo contrato, nos veremos en el tribunal de Estocolmo», contestó Yatseniuk a la pregunta de la cadena alemana ZDF.

En las negociaciones del viernes en Berlín, Kiev dio un paso anunciando el pago de una parte de su deuda (786 millones de dólares del total de 3.500 millones).

Contactos internacionales de Poroshenko

Elegido el 25 de mayo con más del 54% de los votos, el multimillonario prooccidental Petro Poroshenko conocerá, incluso antes de su investidura, a varios líderes internacionales.

El miércoles coincidirá en Polonia con el presidente norteamericano Barack Obama, cuyo apoyo es crucial para un país al borde de la guerra civil, y después acudirá a la celebración del desembarco en Normandía en Francia, donde también estará Vladimir Putin.

Mientras, los líderes de las potencias del G7 se reunen en Bruselas en una cumbre que sustituye a la del G8 prevista el mismo día, pero que Rusia anuló por la crisis ucraniana.

«Estos encuentros son muy importantes para contactar directamente con los dirigentes internacionales, empezando por Barack Obama. Ucrania debe crear una estrategia en el este y ver cómo puede ayudar Estados Unidos», subrayó el domingo el politólogo ucraniano independiente Volodymyr Fesenko.

«No se excluye que también haya un encuentro con Vladimir Putin. Sería importante entender qué concesiones está dispuesto a aceptar», prosiguió el experto.

Poroshenko ha asegurado que quiere dialogar con Moscú, pero también que no dejará que los insurgentes, a los que él llama «terroristas», transformen la región rebelde en una «nueva Somalia», un país en guerra civil desde hace más de 20 años.

Rusia, que rechaza estar implicada en la desestabilización de Ucrania, exige que Kiev detenga la «operación de castigo» en el este, que ha dejado cerca de 200 muertos, entre soldados, rebeldes y civiles, desde que comenzó el 13 de abril.

Pero Kiev denuncia la presencia de ciudadanos rusos entre los insurgentes y que sus armas, incluidas las pesadas, también proceden del país vecino aunque la OTAN aseguró que Rusia había retirado dos tercios de sus tropas en la frontera con Ucrania.

La policía fronteriza aseguró el domingo que había detenido a un ruso de 38 años, que había participado en la campaña rusa en Chechenia y que venía a combatir con los separatistas en la zona de Lugansk.

El lunes se celebra una sesión del consejo Rusia-OTAN en Bruselas, la primera desde la anexión en marzo de la península ucraniana de Crimea a Rusia que ha abierto un conflicto sin precedentes entre Moscú y los países occidentales desde el fin de la Guerra Fría.

Washington ha trasladado su preocupación por la llegada de hombres armados de Chechenia, una república de mayoría musulmana en el inestable Cáucaso ruso.

Donetsk, ciudad fantasma

Las autoridades ucranianas aseguran haberle ganado terreno a los insurgentes, pero la situación es cada vez más complicada en la región de Donetsk, con cerca de un millón de habitantes, donde se ha instalado una anarquía prácticamente absoluta.

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) indicó el domingo que no tenía contacto con dos equipos de observadores desplegados en la región, uno desde el lunes en Donetsk y el otro desde el jueves en Lugansk. En total ocho personas estaban desaparecidas.

En el terreno, la situación es cada vez más complicada tras los combates especialmente violentos de principios de semana alrededor del aeropuerto internacional de Donetsk que dejaron cerca de cuarenta muertos, principalmente combatientes chechenos.

El aeropuerto, que sigue cerrado, está en manos del ejército ucraniano que asegura haber sufrido dos ataques de insurgentes el sábado.

Donetsk, centro industrial de cerca de un millón de habitantes, parece cada vez más una ciudad fantasma con avenidas desérticas y numerosos puntos de control, según periodistas de la AFP.

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