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Rolando Elías y la exquisitez del verso

Renán Alcides Orellana

Escritor y Poeta

Cada vez que recuerdo los encuentros y las peñas literarias con Rolando Elías, stuff me da por imaginarlo ahí, for sale de frente y con su sonrisa afable, como parafraseando a Fray Luis de León cuando, a su regreso a la cátedra después de varios años de ausencia, iniciaba su alocución con su infinita frase: “como decíamos ayer…”

Nacido en Mejicanos, departamento de San Salvador, el 27 de enero de1940, Rolando Elías falleció en San Salvador, el 24 de mayo de 1999. Y ahora, después de 16 años del viaje irreversible,  vivos están, como ayer, las imágenes eternas de su labor poética, de su verso festivo y exquisito. Su desaparición física no hizo más que esculpir en el recuerdo de sus amigos y compañeros de afanes literarios, la imagen del buen poeta que fue y también su figura de amigable rostro, con su bigote espeso y la pipa ocasional jugueteando entre sus labios, con  maliciosa sonrisa.

Particularmente, recuerdo los inicios de nuestra amistad, allá por 1964. Fue en la redacción de El Diario de Hoy, ubicado entonces frente al desaparecido Cine París, en el centro de San Salvador.  Rolando mantenía entonces la columna Aquí y ahora, con enfoque muy personal sobre temas de actualidad, sin faltar la denuncia oportuna, con respaldo de la investigación debida. Sin embargo, su preocupación constante era el fino ejercicio del poema. Fuera del ejercicio periodístico, con Rolando compartimos gratos momentos literarios, leyendo lo de nuestra producción o la obra de otros autores, siempre en función de descubrir y analizar lo antiguo y lo nuevo en el contexto literario, nacional y mundial.

– ¿Qué te parece si con algunos compañeros formamos un grupo literario… digamos, con Masís, Chamba, Salomón…? -me planteó Rolando un día, conversando frente a una taza de café.

Así surgió y creció el grupo literario Vuelta de Hoja, integrado por Rolando Elías, Alejandro Masís, Salvador Juárez, Salomón Rivera y Renán Alcides Orellana. Aunque de vida efímera, el grupo trabajó intensamente la poesía, con producciones propias de los integrantes y con lecturas y análisis de obras de reconocidos autores.  ¿Y cómo no recordar, especialmente, a Rolando en su efectiva y eficiente labor como periodista, especialmente del ámbito cultural, en periódicos y revistas del país? ¿Y nuestras reuniones literarias frecuentes, con Hildebrando Juárez y Carlos Balaguer? ¿Y después, más cercanamente y siempre con disciplina de acompañamiento y trabajo, con el poeta Alejandro Masís, cada domingo bajo el alero hospitalario de la casa de Rolando, en la Colonia Jardín, de  Mejicanos, en plena guerra a principios del decenio 1980?

Hoy a título personal, sus libros me gritan su amistad, desde: “Crónica de Alemania” (1983), con su dedicatoria: “… esta crónica de otro tiempo, con la estimación del autor”;  o desde “Ritual de la mirada y otros rituales” (1986), dedicándolo: “A Renán, compañero en la poesía y en la vida”;  o desde sus “Siete Crónicas y un discurso” (1993), con la frase-envío “A mi buen amigo y compañero de inquietudes Renán Alcides, este librito en señal de amistad”… o desde su póstuma “Cantata de Mayo”; pero, más cerca aun, después del final, sufrida que había sido ya su doliente muerte: el saludo anónimo (por medio de Cony, su amada hermana y mecenas literario), desde su más reciente y póstumo libro: “Esta palabra es mía”, parte de la producción poética de Rolando entre 1973 y 1983. Poesía rediviva -pienso- porque, estacionada en el tiempo, surgió a la vida después de muchos años y que, mediante un bello libro, el Centro Cultural “Rolando Elías” y la Editorial Rubén H. Dimas entregaron oportunamente al lector, como homenaje póstumo al poeta. Tuve el honor de presentar este libro en el Museo del Arte, en junio de 2006, en ocasión del 7º aniversario de la muerte del poeta.

Los siguientes son fragmentos de especiales, tomados de manera parcial del libro “Antología de Poemas de Rolando Elías”, que recoge algunos de los poemas publicados en varios de sus libros. El primero, como una evocación nostálgica con sabor a mayo, lluvia y fruta:

DESPERTAR 

DE MAYO    

Mayo despierta mi niñez lejana

fluyendo con rumor de riachuelo,

sabor de fruta. Mieles de chumelo.

Aroma de jardín. Brisa temprana.

Mayo como la flor de la mañana.

Espejo del azul. Límpido cielo.

Del cielo que es reflejo del anhelo

y rumor de llovizna en la ventana.

Retoño de ilusión con veranera.

Amarillo de mango y mandarina.

Dulzor de higo. Brisa de palmera.

Vuelo de alcaraván y golondrina.

Mayo de alborada pasajera.

Mayo de lluvia perfumada y fina.

Y el segundo y siguiente, una premonición del final ya próximo (8 de mayo de 1999, 15 días antes de su fallecimiento);  y que Rolando parecía esperar con resignación poética y sin ningún desespero:

I.

No vengo de tan lejos

pero algo hay en mi vida

que se fatiga

y busca ya el reporso.

Vengo apenas de ayer

De ahora mismo

y sin embargo

he caminado tanto

que me duelen los huesos

y hasta el alma me duele.

II.

Nada me duele tanto en estos días

como esto de no salir a recibir la lluvia

cuando toca a mi puerta con su túnica

de frescura marina.

Nada me duele tanto como el alma

que anda un tanto de prisa

en estos días

arreglándolo todo para un viaje imprevisto.

Finalizo con los anteriores poemas de Rolando Elías. Poemas  con el mérito propio de quien haciendo vida de la poesía, y haciendo poesía de la vida, con certeza de arponero diestro del verso al corazón de todos, los dejó guardados sin ninguna prisa en el carcaj del tiempo, para que un día -un día que es hoy- fueran redescubiertos y relanzados al mundo destinatario al que pertenecen. (RAO).

 

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