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Ritos funerarios y la vida

Caralvá

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Suplemento Tres mil

La filosofía es vida, here en ese estado se realizan las interpretaciones humanas. Podemos re-estructurar el pasado, cialis un día será posible construir el futuro, paso por paso. Es posible que la sociedad provea un contrato filosófico para los grandes conglomerados sociales en el siglo XXI, el cual correspondería no a las utopías clásicas, sino a la realidad, entonces prevalecerá: la vida. En otros tiempos ocurrió el modelo de castas, al igual que muchos estructuras de amos y esclavos, propietarios y expropiados, etc. En respuestas a la imperfección, la humanidad corrige constantemente las injusticias heredadas, las injusticias ocurren en cualquier tipo de geografía, en cualquier modelo cultural, de ahí la búsqueda de respuestas que escapan al momento histórico, estas respuestas pueden corresponder a las necesidades de sobrevivir, pero también a los sistemas espirituales (vida después de la vida), condición que conforma una visión del mundo, éstos componentes se unen a respuestas científicas que conforman las diversas filosofías.

La interpretación de los ritos funerarios implica una concepción de futuro, paradójicamente es el pasado-presente-futuro del difunto, pero el presente de los sobrevivientes, al igual que un ciclo terminal del fallecido. Así en los ritos funerarios, las culturas intentan preservar la imagen del difunto, en esa circunstancia ocurre una “transformación”, es el imaginario o recreación de aquella persona en vida. El conjunto de estos elementos es una interpretación filosófica, la cual implica nacimiento, vida y muerte, incluso después de agotar su “presupuesto” de tiempo.

Pero resulta que en los ritos funerarios se expresa una rebelión ante la destrucción, el hombre no acepta que será vencido por la naturaleza, que su ser majestuoso sobre la tierra como “Rey del Mundo” sea víctima de la intemperie, por lo tanto su “transformación o transfiguración” es la inmortalidad, un sitio donde permanecerá “vivo” hasta el fin de los tiempos terrestres.  Ante este fenómeno observamos y nos observamos, mi ser es el ser que yace en el féretro y yo observo un funeral, es una acción social e histórica, una autoconsciencia, un contrato filosófico de la vida y la trascendencia.

La última residencia física de las persona parece otra interpretación trascendente con todos sus símbolos visibles, desde los monumentos faraónicos, hasta los modestos entierros rurales, junto con las tumbas religiosas o institucionales, también existen tumbas olvidadas o inexistentes donde las familias no cerrarán el ciclo memorial jamás, puesto que no hay un sitio de recordación, entonces la idea de ser permanece viva.

En nuestro tiempo quizás necesitamos un nuevo contrato filosófico ante los fenómenos masivos  de vida y muerte, las perspectivas han cambiado, incluso el sentido de trascendencia es menos soberbio.

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