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¿2015…?

Renán Alcides Orellana

Tres días y, advice despedido que haya sido 2014, viagra dará inicio el nuevo año, en medio de gran incertidumbre y la variedad de expectativas sobre el futuro acontecer del país, según pinte la realidad socio-política y cultural que se avecina. Quizás la reflexión, personal y colectiva, realizada durante el acontecer navideño que recién acaba de pasar, permita ir preparando, desde ya, el espíritu necesario para el enfrentamiento y la aceptación total y optimista de esa realidad.

El 1 de enero llega 2015 y con él nuevas ideas y propósitos, todos referidos a la búsqueda del bienestar individual y colectivo. Todo, cuestión de esperar, para ver qué trae en su equipaje el año que llega. Con esperanzadores presagios para el quehacer personal y humano, sin duda algo novedoso y prometedor habrá de venir para la mayoría de los salvadoreños, producto de la laboriosidad y el esfuerzo.

Desafortunadamente, el optimismo ciudadano no puede decir lo mismo cuando, sin pasionismo alguno, analiza un deprimido acontecer social, económico y político, cuyos orígenes se remontan a anteriores décadas, la mayoría de veces por el ejercicio de políticas erradas y, peor aún, por malos manejos de la cosa pública, producto de gobiernos antipopulares. ¿Cómo no va a ser difícil enfrentar hoy una crisis integral en los citados rubros, especialmente en lo socio económico, cuando, sin mucho esfuerzo, el salvadoreño honrado sabe que hay una larga lista de ejercicios presidenciales y de niveles menores, marcados por la corrupción? Porque, el hecho de que casi todos los casos -salvo mínimas excepciones- gocen de impunidad, no significa que no existieron. Y todavía existen…

Así, 2015 no podrá llegar tan positivo si lo contamina el accionar negativo de los funcionarios, salvo -como siempre- por los que son dignos de excepción. Es un hecho harto probado que, antes que el servicio al pueblo, privan los intereses personales y de partido… además, los partidos -hoy aliados con unos, mañana con otros- propician polarización, proliferan los dimes y diretes y no se hacen esperar las descalificaciones mutuas, en todos los órganos del Estado…

Son tantos como incontables los casos de corrupción o de diferentes tipos de mala política; pero siempre, unos superan a los otros por el grado de afectación al soberano; es decir, al pueblo. Para ejemplo: a principios de diciembre, la diputada Vilma de Escobar, sobre la polémica por el cambio de nombre a la Calle San Antonio Abad, por el de Roberto d´Aubisson, desestimó las voces opositores no sólo de los católicos capitalinos, sino del país en general. La diputada adujo que no es un tema de importancia (¿?), como otros. Pero, ¿cómo no va a ser de importancia, si -por arrogancia y matonería política- el cambio brusco de nombre de una calle de tradición y abolengo, como la de su población: San Antonio Abad, rompe la armonía de muchos salvadoreños, residentes aquí o en el extranjero, al profanarles su acendrada fe católica, menospreciando su importancia? Independientemente de los resultados a estas alturas, el caso de la Calle San Antonio Abad merece atención. Pero este es un caso, uno solo, entre muchos…

La llegada 2015, en ruta hacia el 1 de marzo, día de las elecciones para diputados y alcaldes, no se debe perder de vista para cuestionar, justa y honradamente, la expresión de una campaña electoral que la población honrada espera limpia y de propuestas claras y realizables. Sin embargo, preocupa el ausentismo de los diputados y alcaldes a su trabajo, mientras realizan su campaña; los enfrentamientos de todo tipo, afectando la armonía social; y, lo peor, preocupa el consiguiente tortuguismo legislativo, que impedirá un ejercicio parlamentario oportuno, efectivo y eficiente…

¡FELIZ AÑO 2015! (RAO).

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