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REFLEXIONES SOBRE EL MISTICISMO

Delia Weber, S.R.C. (No. 2 y último)
(De la Revista El Rosacruz, Enero de 1962)
Jesús, modelo de la perfección humana

Pienso en Jesús –resumen excelso de logro de perfección del alma humana— es como la semilla que “se destruye a sí misma pasa a ser raíz de nueva germinación”. Él realiza la verdadera entrega incólume del divino mensaje, siendo Él mismo el mensaje, el mensajero y el Señor. No tiene que regresar constantemente: “consumatum est”.

La Humanidad, habiendo rebasado ya sus tiempos heroicos, está aún en la infancia de sus días. Los hombres juegan con la vida persiguiendo fantasmas como niños grandes. Inconscientes e impasibles, exponen los intereses creados a través de siglos de milenios, en la balanza de la destrucción. Los pasos sagrados y serios son irreales mientras real aparece lo transitorio y banal.

En todo este torbellino y desequilibrio mantenido por la mayoría, solo Dios es Verdad, y el hombre infortunadamente no lo ve aún; no es consciente de ello.

El místico forma parte de la caravana que se adentra primero en el grande y sublime enigma. El estudio y la oración, la contemplación y la meditación, así como el trabajo y el sufrimiento conscientes, son caminos hacia la realización ideal de la unión con Dios.

La mística y los místicos buscan el perfeccionamiento del alma por el ejercicio de las virtudes morales, virtudes que fueron ejemplarizadas por muchos místicos a través de la historia: San Francisco de Asís y San Juan de la Cruz, culminantes místicos cristianos; Jacobo Boheme, místico alemán de gran elevación, y otros cuyos mensajes han sido fuente de inspiración para la humanidad.

La mística Teresa de Ávila

“Es una gran merced el estado del místico”, nos dice Plotino, místico pagano. El ambiente de recogimiento, de meditación y de alto silencio, la autodisciplina en el estudio y la aplicación de los principios básicos de la vida y la práctica constante de hábitos morales y virtudes, conducen al despertamiento psíquico, a la elevación espiritual, al éxtasis. Y así recordamos a la mística Teresa de Ávila, Teresa Cepeda y Ahumada y sus inefables éxtasis. La primera oración sobrenatural que sintió Teres de Jesús, la “Doctrina Mística” como se la llama fue “un recogimiento interior que se siente en el alma que parece que ella tiene allá dentro otros sentidos… que dan ganas de cerrar los ojos y no ver ni oír ni entender sino aquello en que el alma entonces se ocupa, que es poder tratar con Dios a solas…”.

El místico o el aspirante a serlo, puede encauzar y desarrollar sus elevadas aspiraciones sometiéndose a las disciplinas, progresivas de las escuelas de misticismo.

El Rosacruz adquiere estos poderes posesionándose de los conocimientos esotéricos impartidos por la Antigua y Mística Orden Rosacruz –AMORC en una admirable pedagogía que tiende a ensanchar los ámbitos de la consciencia a cada paso iniciático.

La proyección de la sabiduría arcana nos baña en la divina luz de la mística su alcance despierta en nosotros la fuerza del espíritu, haciéndonos dueños del tesoro de la vida en una realización bella y sublime de la personalidad humana.

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