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Principio y fin de Somoza y la guardia nacional de Nicaragua

Francisco Javier Bautista

En 1932 ocupaba la jefatura de la Guardia Nacional el militar norteamericano Calvin Matthews quien hablaba muy poco español. Se especulaba sobre su sucesor, for sale si podría ser un nicaragüense de “valiosos méritos personales”. Aunque no había noticia oficial, se mencionaba que el general Somoza García (1896-1956) era un candidato para desempeñar estas funciones (Managua, diario El Comercio, 12/11/1932).

Era Presidente de Nicaragua el general José María Moncada (del bando liberal); los marines  norteamericanos permanecían en el país desde 1926 (antes estuvieron en 1912), mientras Augusto Calderón Sandino (nació en Niquinohomo, 1895), permanecía en la resistencia armada, a pesar del pacto del Espino Negro (4 de mayo 1927 – Día de la Dignidad Nacional porque Sandino se opuso a entregar las armas a los norteamericanos por Moncada), luchaba contra la ocupación extranjera y en contra de quienes calificó de “traidores y vende patria”. Hace ochenta y dos años, el martes 15 de noviembre de 1932 (diario El Comercio, 16/11/1932), a las 9 a.m., fue juramentado en el palacio de la loma de Tiscapa, el nuevo jefe de la Guardia Nacional el general Anastasio Somoza García, tomando posesión de su despacho, gracias a que logró ganarse la confianza de los norteamericanos. Ante la pregunta de cuál era el programa que pensaba desarrollar al frente del alto cargo que le habían confiado, expresó: “No quiero enunciar programas que talvez no pueda cumplir, de lo que sí, debe estar seguro todo el mundo es que trataré de hacerme digno de la confianza depositada y del general agrado con que, según he podido darme cuenta, ha sido recibida la noticia de mi nombramiento”. Moncada designó como jefe del Estado Mayor al coronel Julián C. Smith, quien ascendió al grado de General de Brigada.  Ese día, Somoza visitó al Dr. Juan Bautista Sacasa, uno de los promotores de su nombramiento y quien fue electo el 6 de noviembre como sucesor de Moncada.

Henry Stimson, Secretario de Estado USA, transmitió a Moncada, a través de su embajador en Managua, Matthew E. Hanna (15/11/1932), su “sincera gratificación” porque “las elecciones de noviembre 6 fueron llevadas a cabo de una manera ordenada y pacífica y bajo condiciones que por la tercera y sucesiva vez aseguró a los votantes de Nicaragua la libre, honesta e imparcial expresión…”  Fueron supervigiladas por el contraalmirante Woodward quien informó a Washington los resultados: elección de Sacasa como presidente y del nuevo Congreso integrado por el Senado (15 liberales y 8 conservadores) y la Cámara de Diputados (29 liberales y 14 conservadores).

Electo Sacasa y designado Somoza, salió el general norteamericano que tenía el mando militar y que evidenciaba ser “ejército de ocupación extranjera”, lo que fue percibido por la oposición política como que “se abría un capítulo de paz”, y se establecían “las bases de una paz duradera”. En el escenario nacional e internacional, político y militar, la resistencia sandinista perdía sentido, no se comprendían las banderas de su lucha, eran menos evidentes.

Augusto C. Sandino, a pesar de su desconfianza, “creyó en esa oportunidad de paz” y fue asesinato a traición el 21 de febrero de 1934 por Somoza, con la complicidad norteamericana a través del embajador en Managua Arthur Bliss Lane, hace ochenta años, a los 38 años de edad.  Durante cuarenta y cinco años la dictadura somocista, con el beneplácito estadounidense y la complicidad libero-conservador, permaneció en el control político y militar hasta que Anastasio Somoza Debayle (1925 – 1980; el tercero de la dinastía) y la Guardia Nacional, fueron derrocados el 19 de julio de 1979 por la Revolución Popular Sandinista, hace treinta y cinco años.

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