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Porqué yo soy Charlie, más yo no soy Carlos Martel

(O por qué tenemos el derecho a imaginarnos a Dios en minifalda y no sólo en túnica…)

 

Carlos Bucio Borja
Escritor

Para mi bella amiga Brenda D’ancona…
París, store Francia, purchase 12 de enero de 2014.
Llegué a París desde Toronto, view Canadá,  el pasado 7 de enero, justo horas después de la masacre de doce personas en las instalaciones de la revista satírica de izquierdas Charlie Hebdo y sus alrededores, supuestamente a manos de un comando armado de la agrupación fundamentalista islámica «Al Qaeda en la Península Arábica» en la capital francesa.  Dos días más tarde, otro comando, esta vez uno supuestamente perteneciente a la también agrupación fundamentalista islámica «EIIL» («ISIS») perpetraba otra masacre, esta vez en el mercado kosher judío «Hyper Cacher» en Vincennes, Francia, donde fueron asesinadas cuatro personas.   Hay una gran conmoción entre personas de los diferentes grupos étnicos, religiosos y culturales en toda Francia y el resto de Europa.  El invierno parisino semeja un lamento ciudadano, transnacional, existencial, ontológico y metafísico al mismo tiempo.
El día de la masacre del personal Charlie Hebdo, estaba programada la presentación de la última novela del autor francés Michel Houellebecq, Sumisión; ese mismo día la portada de la edición de Charlie Hebdo, bajo el subtítulo «Revista Irresponsable», aparecía una caricatura de Houellebecq con un gorro de mago, fumando, que rezaba:
«Las predicciones del Mago Houellebecq»
«En el 2015 pierdo mis dientes»
«En 2022, haré el Ramadán»
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Michel Houellebecq es un provocador natural, y uno de los escritores más reconocidos y que mayores controversias produce  en Francia, Europa y el mundo occidental.   Es poeta, ensayista y novelista,  autor de Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Lanzarote, Plataforma, La posibilidad de una isla,  y El mapa y el territorio.  De todas sus novelas, La posibilidad de una isla es la que mayor resonancia en cuanto a inquietudes ontológicas y existenciales produce en mí, según recuerdo.
Su última novela, Sumisión trata sobre un futuro no lejano en Francia, 2022.  De acuerdo a su trama, un desastroso segundo período del actual presidente socialista francés, François Hollande, conduce a unas no menos erráticas jornadas electorales, lo cual, debido a denuncias masivas de fraude, produce la anulación de los resultados de la primera ronda, organizándose así una segunda justa electoral, en la cual, mediante una coalición entre el  centro-derechista partido  UMP —del expresidente  Nicolas Sarkozy—, el partido Socialista Francés y «la Fraternidad Musulmana» de un Mohammed Ben Abbes derrotan a la ultraderecha francesa del Partido Nacional de Marine Le Pen.  Ben Abbes es declarado presidente de Francia. (En el argumento de Sumisión la única institución ficticia es la Fraternidad Musulmana, y el único personaje ficticio de los principales contendientes políticos es Mohammed Ben Abbes).  Al día siguiente de la llegada al poder por parte de  Mohammed Ben Abbes, se instituye en Francia la poligamia;  millones de mujeres francesas musulmanas abandonan sus empleos aprovechando la subvención estatal francesa, dejan sus vestimentas occidentales, y empiezan a vestir con «nicabs» y «hiyabs» (velos y vestidos que cubren todo el cuerpo en muchas culturas y naciones islamistas).
Sumisión, es una novela veladamente racista y satíricamente islamofóbica.  Su título juega con la definición musulmana del vocablo  «Islam» como  «sumisión al deseo de Alá ».  Su trama nos presenta un contemporáneo y futuro panorama francés pesadamente desolador en el que los ideales laicos e instituciones derivadas de la Revolución francesa han sido sometidos ante el avance demográfico y sociocultural de la población musulmana en Francia.  (En la realidad, al menos desde una perspectiva demográfica, todo parece que esto será así en menos de 15 años).
En el pasado Houellebecq ha declarado que «la islamofobia no es una forma de racismo», aceptando así, de manera  implícita, ser islamofóbico.
Las obras de Houellebecq, quien es en la actualidad es uno de los autores más relevantes en Francia y Europa, tienen un marcado etos anti islámico —aunque éstas también  critican aspectos religiosos de la cultura francesa e general—.  Me parece que sus trabajos, lo mismo que obras de escritores y escritoras musulmanes como Salman Rushdie, autor indio-británico de Los versos satánicos; Randa Abdel-Fattah, autora australiana de ¿Se ve mi cabeza muy grande en esto?; y Zoë Ferraris, autora estadounidense de Ciudad de los Velos, deberían ser leídos con detenimiento —y tal vez con paciencia y tolerancia—.  Estas y otras obras nos presentan diferentes ángulos sobre las actuales contradicciones entre instituciones y aspiraciones laicas del mundo occidental, por una parte; y por otra, los resentimientos y nostalgias históricas de pueblos colonizados, de diferentes maneras, por parte de naciones occidentales.
Antes de la presentación oficial de la novela Sumisión, ésta se posicionó en la lista de libros preferidos de Amazon.  Sin embargo, a raíz de la masacre del personal de Charlie Hebdo, Houellebecq suspendió la promoción de su libro y abandonó París.  Desde entonces se desconoce su paradero o alguna nueva opinión suya.

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Días después de la masacre de Charlie Hebdo, Al Qaeda en la Península Arábica declaraba:
«Francia paga el costo de su violencia en países musulmanes y la violación de su santidad… Mientras sus soldados en países ocupados, tales como Malí y África Central, y bombardeen a  nuestros pueblos en Siria e Iraq, y en tanto sus torpes medios de comunicación continúen minando a nuestro Profeta (se refieren a Mahoma), Francia se expondrá a lo peor y más».
Al abandonar el edificio del semanario francés quienes perpetraron la masacre de Charlie Hebdo gritaron:
«¡Hemos vengado al Profeta!».
Desde una perspectiva humanista, la reciente masacre de escritores, editores, caricaturistas y más personal de la revista Charlie Hebdo en Francia, puede —y debe de ser— explicada de manera históricas, sociológicas, antropológicas, culturales y geopolíticas, etcétera.  De otra forma se impondría el oscurantismo a la razón humanista. Desde esta misma perspectiva —sin embargo—, aunque dicho evento pueda ser explicado en los términos académicos e intelectuales señalados, éste no  puede y no debe ser justificado.
La actual tensión entre los estados y estructuras sociales de las naciones occidentales versus movimientos fundamentalistas islámicos no culmina hoy ni se inicia con la masacre de Charlie Hebdo.  A este respecto  hay dos asuntos de fondo sobre los cuales debemos reflexionar profundamente.
En primer lugar, los orígenes colonialistas, post-colonialistas y neocolonialistas que han configurado la actual confrontación.  Ésta, sin embargo, no debe de ser confundida con un  «choque de civilizaciones» —al menos no aún—.  Las dinámicas post-coloniales, neo-coloniales están constituidas —entre otros factores— por la presencia de tropas occidentales en lugares sagrados del mundo islámico desde antes del 911 norteamericano (existe un 911 suramericano, el cual consiste en la tragedia del golpe militar en Chile contra el legítimo gobierno de Salvador Allende; golpe auspiciado por Richard Nixon, Henry Kissinger y la CIA norteamericana el 11 de septiembre de 1973, y que devino en la desaparición, tortura, prisión y ejecución de miles de chilenos y chilenas); la financiación de la CIA bajo los gobiernos de Reagan y Bush I de los primeros yijadistas, y por ende el impulso de dicha ideología por parte de gobiernos conservadores pro-fundamentalistas cristianos estadounidenses, e islamistas del Oriente Medio, en particular Arabia Saudita (el MOSAD israelita también participó en dicha promoción); así como la marginalización de franceses nacidos en Francia, y europeos nacidos en el continente, descendientes de familias de origen africano y del Oriente Medio, naciones colonizadas por Francia y otros países europeos. Es de notar que Francia es el país europeo donde más comunidades árabes y judías  habitan.
Ahora, los frutos de un neocolonialismo tardío les estalla en la cara a las naciones europeas y norteamericanas.  Por otra parte, la mayoría —y de manera masiva— de víctimas del terror islamista son personas  musulmanas, principalmente niñas y mujeres.
En segundo lugar, adentrados ya en el siglo XXI nuestra razón humanista seglar nos debe motivar a repudiar cualquier forma de violencia en nombre de Dios o de cualquier religión, aunque esta violencia pueda tener explicaciones históricas, sociológicas, antropológicas, culturales y geopolíticas.  Algunas de las formas  de violencia fundamentalista religiosa son:  amenazas y campañas de circuncisión masiva de niñas y mujeres en los territorios sometidos por el EIIL o ISIS —Estado Islámico de Iraq y el Levante—, Al Qaeda y «Boko Haram» (organización, cuyo nombre significa «la educación occidental está prohibida», y responsable por el secuestro de cientos de niñas «tomadas como esposas» y las masacres de miles de civiles en Nigeria); la esclavitud sexual de niñas y mujeres sometidas,  así como ejecuciones en nombre de Alá en respuesta a representaciones «obscenas» de Alá o de Mahoma por todas estas organizaciones, etcétera, etcétera.
Esta razón humanista aplica a una observación atenta respecto a todas las religiones organizadas, en particular  las religiones del Libro: el judaísmo, el cristianismo, y el islamismo, pues en un contexto de búsqueda plena de la libertad —aún en construcción—, ¿por qué no podríamos reírnos de Dios, sus profetas  y sus discípulos?… ¿Por qué tendríamos que imaginarnos exclusivamente a Dios como un ser patriarcal, machista, y tiránico al mismo tiempo?… ¿Quién tiene una línea directa con Dios para articular y promover con seguridad tales suposiciones ingenuas y simplistas?… ¿Por qué no podrían algunas personas imaginar a Dios como un ser andrógino, homosexual, bisexual o pansexual?  ¿Por qué deberían valer menos las nociones de un dios no patriarcal y no tiránico —tal vez, inclusive, plenamente una entidad matriarcal— que las de un dios patriarcal y tiránico?… Además, ¿por qué personas ateas o laicas no podrían mofarse de cualquier religión o entidad religiosa, si la historia misma del universo, la tierra y la humanidad, de alguna manera, semeja una elaborada mofa multidimensional?…
Un viejo cliché transcultural dice: «la prostitución es el oficio más antiguo»… En realidad, tal como lo demuestran grabados prehistóricos al rededor del mundo —y algo que podemos constatar en el presente en cualquier baño de «damas» o «caballeros» en París, Madrid, Frankfurt, Toronto, Nueva York, Los Ángeles, México DF., Buenos Aires, Santiago, Guatemala, San Salvador, etc.—, las sátiras sexuales o políticas anteceden a la prostitución desde la Prehistoria.

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París, 11 de enero, 2015.  Me sumo a la marcha  en la cual más de 1 millón de francesas y franceses rompen el frío de enero en repudio a la reciente masacre perpetrada contra el personal de Charlie Hebdo.  A través de toda Francia se estima que más de 3 millones de personas han marchado mostrando indignación ante el hecho.  En solidaridad, otras marchas se llevan a cabo en ciudades como Madrid, Berlin, Montréal, Nueva York y Buenos Aires… Y mientras marcho junto a millones de franceses de todos los grupos étnicos, culturales y religiosos, incluyendo muchas personas judías, musulmanas y cristianas…, me imagino a «Jehová, Dios» no como «Dios Padre» sino como un ser andrógino caminando en minifalda en la calle Church de Toronto, y a Jesús y Mahoma sentados en inodoros continuos, platicando sobre lo que acontece en nuestros días mientras leen y discuten las noticias del mundo en sus tabletas digitales.
Y sin embargo, no puedo de dejar de pensar en la hipocresía en la que podemos descender al condenar exclusivamente las atrocidades cometidas por los yijadistas en Occidente, olvidándonos de las atrocidades masivas que estos mismos grupos cometen en países del Oriente Medio y el Norte de África contra poblaciones musulmanas, por ejemplo, el secuestro y la violación de cientos de niñas por parte de Boko Haram los pasados 14 y 15 de abril de 2014 en Nigeria, y más recientemente la incineración de decenas de personas vivas en Nigeria «en el nombre del Islam»;  la imposición de la ley sharía contra niñas y mujeres en territorios controlados por estas mismas organizaciones en el Oriente Medio y África del Norte.  Olvidándonos también de las atrocidades cometidas por ejércitos, agrupaciones mercenarias y corporaciones occidentales en el Oriente Medio y África.  Olvidándonos también del imperio de la  ley sharía en naciones oficialmente islamistas, tales  como Arabia Saudita, Yemen, Brunei, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Pakistán, Afganistán, Sudán y Mauritania. La mayoría de estos países son  aliados clave de las potencias occidentales en sus erráticas intervenciones neocolonialistas contra naciones islámicas.  Debido a dicha hipocresía, me alejo del sector donde marchan jerarcas de Europa, el Oriente Medio y África, y me aproximo en cambio adonde marchan las organizaciones de las izquierdas francesas.
Me transporto nuevamente a la marcha del pasado domingo en París… El frío francés acaricia la carne y los huesos de mi ser indagador, y en mi mente desciende la melodía de Sentimental Lady de Fleetwood Mac, y busco en un mar de miradas invernales parisinas los ojos de Brenda… La búsqueda y el mar…
París, inicios del Invierno de 2015.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.