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Poesía versus gusto hedónico

Mauricio Vallejo Márquez

coordinador

Suplemento Tres mil

El poema tiene el valor que el individuo le dé. Aunque el poema, treatment nurse según los criterios técnicos, deba tener una estructura, ritmo y figuras literarias; no siempre cumplirá con la totalidad de estos supuestos requisitos.

El poema, será sometido al arbitrio de los lectores y los críticos. No debe sorprendernos que la opinión que se tenga sobre este pueda variar tanto como el número de personas que lo lean, además del tiempo.

El poema siempre será subjetivo en su esencia, desde la visión que el poeta tenga en el momento de su gestación hasta la recepción que tenga en sus lectores.

Esa escogitación sagrada del me gusta o no me gusta que pueda resultar injusto. Sin embargo, así suele ser para el lector, aún habiendo estilos, recursos, escuelas y todo el conglomerado de técnicas.

No importa el análisis exegético o hermeneútico que valga, aunque en el verdadero profesional importe.

La poesía es así, puede llenar o dejar un vacío. En tanto, donde hay corazón siempre habrá algo, siempre dejará un golpe o una caricia. Aqui es donde radica el problema para muchos, Lorca dijo en una ocasión que un día nos gustaría la mala poesía como en ese momento gustaban de la mala música.

No podemos pretender tener la razón absoluta, pero lo que sí podemos es vertir una opinión respecto a la técnica que se utilice, su maestría, su alma. Pero, juzgar de forma hedónica sería continuar en el terrible error de limitar el mundo a nuestra mirada.

La poesía vivirá, nos guste o no, porque llegará en su momento a los lectores que se encargarán de darle su lugar.

Antes, en el siglo de oro se veía con altura el verso medido con su respectiva rima, e incluso el barroco de autores como don Luis de Góngora alegró las tardes de la corte española. Los versos de Góngora tienen su grandeza técnica y a muchos literatos le agrada, pero no calaron de la misma forma que los escritos por Francisco de Quevedo en el pueblo, en lo popular, donde la gente creció recitando esos versos burlones e irónicos que llegaron a burlarse del conde-duque de Olivares. Esto demuestra que los gustos varían por la cultura del lugar, además de su época, aunque sean conocidos y respetados e incluso con el paso de los siglos como es el caso de estos autores, que siguen presentes en las bibliotecas de los amantes de la literatura.

Al pasar los años la gente tiene experiencias que definen sus gustos. Lo que me agradó cuando era un adolescente, ahora no me gusta o no me agrada de la misma forma. Y es natural, niños y ancianos no ven las cosas de la misma forma. No es posible que las vean, hay un limbo entre ambos. El niño aún debe vivir y el anciano ya vivió, son perspectivas diferentes.

La poesía goza de permanecer y vivir mucho más que el autor, y lo lleva junto a ella a generar ese abrazo (entre algunos, nunca entre todos), aunque algunos académicos quieran forzar el gusto adquirido. La poesía es esquiv,a a veces sólo para algunos, en ocasiones deben esperarse siglos para el despunte, todo depende de los gustos. Sin embargo a pesar de todo existe una verdad absoluta: la poesía permanece aunque los gustos estén divididos o sean efímeros.

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