Oro de los dioses

Caralva?

Caralvá

Fundador
Suplemento Tres mil

El primer impulso que siguió al contacto con la obra de Cicerón lleva a Aurelius Agustinus a leer la Biblia. ..Lee la Vulgata Latina. En realidad leer es un acto de voluntad, click leer significa la acción que inicia la búsqueda de un concepto insuficiente, este acontecimiento no decrece con el tiempo, sino que aumenta a cada paso de nuestra vida. Las ideas en determinado momento se convierten en la materialidad de la concreción en la realidad individual o social. Los límites de éste extraño ejercicio: “leer” –en el Siglo XXI- son los hallazgos que pretendemos a lo largo de nuestra existencia, quizás leer es un complejo de acontecimientos que transcurren en la interpretación de nuestro mundo, leemos los eventos sociales, la historia, el rostro de las personas, el dolor de este planeta indigente, las transformaciones etc., ante lo cual reaccionamos. En la antigüedad: leer y saber eran oro, los griegos la interpretaban como signos de los dioses: “Y se les dirá, en cuanto al oro y a la plata, que los dioses ya han dotado a sus almas para siempre de porciones divinas de estos metales, por lo que no tienen necesidad del oro y de la plata terrestres, cuya adquisición mancharía ese mismo don recibido. El oro puro que poseen no podría coaligarse con los muchos crímenes cometidos por el oro de la tierra. Serán ellos los únicos a los que no se permita manejar e incluso tocar el oro y la plata, ni penetrar en las casa donde se guarden o beber en recipientes de esos metales.”- Platón ( h 427-347 a. C.), La República, Lib.III, XXII-. Sócrates (h 469-399 a.C.) en este breve párrafo describe a los gobernantes o guardianes de la ciudad, la nación etc. Implica la renuncia a la materialidad, a la sed infinita de posesión, a la búsqueda exterior que jamás encontrará su mundo interior. Si la obra de Cicerón provoca la acción del  joven Aurelius Agustinus que se convierte en estudioso, así encuentra el oro de los dioses de Sócrates que no reside en la tierra, sino en el alma de los elegidos, es notable que estas breves palabras posean vigencia después de tantos siglos. En ese documento existen otras reflexiones: “Si fuera hijo de un dios –refutaremos- no pudo ser codicioso. Y si lo fue, es que no era en realidad hijo de un dios” Lib. III, XVI. El contexto de este documento es muy amplio, pero aterriza en la tierra, permite esa libertad concreta en el ahora, con cambios posibles en este mundo, individual o social, con esa moneda de cambio del oro que reside en el alma.

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