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Oquesta Esperanza Azteca en El Salvador

Álvaro Darío Lara

Escritor y poeta

El pasado 20 de noviembre, cialis sale en el marco del 25 Aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, clinic la Orquesta Esperanza Azteca, treat ofreció un espectacular concierto en el Teatro Presidente, dirigido –brillantemente- por el Maestro Martín Jorge.

No era para menos, UNICEF lanzó la campaña internacional “Every Child Counts Every Voice Counts: Imagine” (Todo Niño Cuenta, Toda Voz Cuenta: Imagina).

Esta movilización ha tomado como estandarte la canción “Imagine” de John Lennon, y consiste en formular una invitación para que cualquier habitante del orbe y, desde luego, las celebridades de la cultura, del arte y de la política, graben -valiéndose de una aplicación electrónica- una parte de dicha melodía, enviando, además, un breve mensaje sobre el mundo que los niños merecen.

No hay duda que la ratificación de la Convención, por la casi totalidad de los países, incluido El Salvador, representa un compromiso insoslayable en la garantía de los derechos fundamentales que asisten a los niños. De esta manera, se establece una obligatoriedad, para que los Estados cumplan de forma tangible sus deberes hacia los infantes, sobre todo, privilegiando a los más desfavorecidos por las diversas formas de exclusión que predominan socialmente.

En el desplegado ofrecido por UNICEF esa noche, refiriéndose al apartado de los niños como sujetos de derechos, encontramos esta afirmación: “La Convención refleja una nueva visión sobre la infancia: los niños y niñas no son propiedad de sus familias, ni de los estados, ni tampoco son objetos indefensos de la caridad. Son seres humanos y son también los titulares de sus propios derechos. La Convención ofrece una visión del niño y de la niña como un individuo y como miembro de una familia y una comunidad con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y etapa de desarrollo”.

El fragmento, es clarísimo, y evidencia la naturaleza de los niños, en tanto seres humanos que no pueden ser minusvalorados, tratados como objetos, o explotados de las formas más aberrantes. Los niños no son propiedad ni de las familias ni del Estado ¡Cómo hemos ignorado esta verdad, pensando -padres y madres de familia- que los niños nos “pertenecen”, para hacer con ellos lo que se nos antoje, violando su preciosa identidad como personas! ¡Cuántos usos y manipulaciones horrorosas se han cometido –y se continúan cometiendo- con los niños, en nombre del Estado, la Patria o la sociedad, ideologizándolos y lanzándolos a siniestros conflictos, con gravísimo riesgo para su vida y salud mental!

Escritores nacionales como don Alberto Masferer, Matilde Elena López, Salarrué, Oswaldo Escobar Velado, Saúl Flores, Francisco Luarca y Camilo Campos, entre otros, se unieron desde siempre, a una activa labor periodística y literaria en defensa de los niños.

Esa memorable velada del 20 de noviembre, nos demostró a todos los asistentes, las cumbres artísticas que los niños son capaces de alcanzar, con decisivos apoyos. Ahí los violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes, fagots, trompetas, trombones, tuba y percusión, en magistral “concierto” con el coro, deleitaron a un público sensible y ávido de la buena música. El repertorio no pudo ser mejor: O Fortuna (Carl Orff), Obertura Rusa (Meyer), Concierto para dos trompetas (Vivaldi), América (Nino Bravo), Duerme Negrito (Anónimo), Mamma Mía (ABBA), Qué canten los niños (José Luis Perales), Aleluya (Handel), Oye cómo va (Tito Puente), y para finalizar, con “Imagine” de Lennon, en la hermosa voz de un joven autista, miembro del Coro de la Orquesta y gran admirador de los Beatles.

Campañas y actos como éstos, nos llenan de entusiasmo, y nos demuestran que los asocios privados y públicos son estratégicos, en la construcción de oportunidades para lo mejor de una nación, sus niños y niñas, por quienes nunca debemos desfallecer, ante el reto de desterrar de nuestro país, la violencia estructural, social y delincuencial que nos abate.

Un aplauso a los niños y niñas, al Maestro Martín Jorge, a Fundación Azteca y a todos los que hicieron posible este evento.

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