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Nos queda un café pendiente

Nos queda un café pendiente

Wilfredo Arriola,

Escritor

Hace meses atrás, esa idea de “quedarte en casa” siempre sonó fascinante. Tiempo para hacer lo pendiente, para leer, para continuar viendo esa serie que siempre quisiste terminar y la has dejado a medias, tiempo para reparar esa parte de tus casa que te dañaba visualmente, tiempo consigo mismo, esa cita que siempre queremos tener y que no sea de noche como solía ser, si no amplia y tendida para pensar, ese no sé qué que siempre hemos deseado, o quizá ese tiempo a solas, nada más para pensar en nada y determinar a quién uno extraña en ese momento. Hoy, el panorama ha cambiado, el transcurso de la pandemia ha avanzado tanto que lo que se miraba lejano hoy nos toca la puerta y ha entrado. Ha sido esa regla a la excepción que pensamos “nunca nos tocará” a veces, basta mirar de menos a lo que luego uno mirará con respeto, respeto que poco a poco ha ido convirtiéndose en miedo.

“Los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS). El coronavirus que se ha descubierto más recientemente causa la enfermedad por coronavirus COVID-19.” Según el portal oficial de la Organización mundial para la salud.

Tengo amigos, familiares que residen en el extranjero, y semanas atrás me contaron como lo estaban viviendo, las restricciones, el cambio radical de vida, la forma de inventarse la salud mental a partir de lo que uno ingresa a cada momento en nuestra mente por los diferentes medios de comunicación. Todo me parecía lejano, y poco probable acá en El Salvador. Meses atrás también un catedrático de la universidad donde estudio, hice hincapié al iniciar su clase y dio algunos lineamientos de lo que podría ser el Covid-19, si llegase a venir al país, nueva metodología para las clases. Está vez podrían ser en línea, a lo que estoy casi seguro de que el 90% de la clase no le prestó atención en lo más absoluto y de ser así, lo vieron tan lejano como probable. Hoy es una realidad, a contra pronóstico de lo dicho. “La melancolía es peligrosa cuando afirma que todo tiempo pasado fue mejor.” (Montero, 2019, p23). La vida cambió en un par de semanas. La cadena organizada por el gobierno el pasado 13 de marzo del 2020, decretó estado de emergencia y el 21 de marzo del corriente, cuarentena domiciliar. Un golpe anímico y una latente alerta de la propagación del virus. La regla: quedarte en casa.

Este es el tercer día de la cuarentena domiciliar en la que escribo estas líneas. Entendiendo la dimensión del asunto poco a poco, y lo digo así, porque no es lo mismo saber que enterarse. Lo supimos, ahora lo estamos viviendo, desde nuestra trinchera, aquel tiempo que deseamos, ahora se alargará por 30 días en donde haremos inventario de nuestra vida, arreglaremos, leeremos, recordaremos, conversaremos (con lo que nos hace falta), con nuestras personas que residen con nosotros. También, echaremos en falta, a aquellos que nuestra comunicación será solo por internet. Se reforzarán las amistades sinceras y se disolverán las que no tienen buenos cimientos. Todo deja una enseñanza, uno es de quien piensa cuando tiene miedo y de quien necesita en soledad. Nos daremos cuenta, queramos o no. La crisis enseña más de lo que se cree.

Queda acatar, quedarse en casa, no divulgar noticias de dudosa procedencia y si compartimos, asegurarnos de que la información sea verídica. Ayudarnos entre los que podamos, no acaparar en los supermercados, ser prudentes en lo que decimos, porque para muchos nuestra palabra es importante y es referencia para los demás.

En el libro Una mochila para pensar el Universo, la autora muestra un texto poderoso: “porque la elección entonces es o bien cambiar, o seguir soportando el sufrimiento derivado de la situación de crisis. Aunque algunos se atrincheran en su dolor, muchos consiguen afrontar sus cambios vitales tarde o temprano. Somos más ligeros y flexibles de lo que creemos porque estamos programados para conquistar y descubrir.” (Punset, 2012, p.251).

Para conquistar y descubrir, agregaría en los abusos de la confianza, para vencer. Sobre todo, esto último, para vencer. Re pensar la vida, a eso nos invita esa mala pasada de la Historia, que en esfuerzo de todos podremos salir adelante. Nos queda un café pendiente y la sonrisa de las historias que contaremos a los demás. Volveremos, como siempre, volveremos. Más fuertes, quizá un poco tocados, Dios no lo quiera con menos a nuestro alrededor. Valorar la vida y lo cotidiano. Esa llamada anunciada: “en 5 estoy ahí” volverá a ser, esa noticia esperada de “yo llevaré el balón y a uno más, para el partido de hoy” ese “no comiencen sin mí, que para allá voy” “yo llevaré el pastel del cumple”… Volverá el “ya venís por mí” el “te espero adónde siempre” el “ya salí”. Como siempre lo hemos hecho, es tarea de todos, volver a la selfie de toda la vida. Quédate en casa para que todo vuelva a suceder. Naturalmente, no todos podemos tomar esta iniciativa que sería la ideal, porque hay millares de familias que dependen del día a día y necesitan trabajar para su sustento diario, también vale para re pensar en esto, y ser consientes a la hora de las iniciativas populares. Romatizar ideas es apresurado porque no siempre se mira con los mismos lentes, los de la necesidad. Todo cambia desde ciertas posibilidades, sin embargo, hay quienes que, si pueden, con esfuerzo, pero pueden. No dejes de hacerlo, por mí, por vos, por todos, por la humanidad. Para contarlo 20 años después, y no solo contarlo, que nos llenemos de orgullo diciendo que abonamos para que todo esto se detuviera y surgiera de nuevo nuestro país. Una sonrisa, un mensaje de ánimo, todo vale cuando es desde la razón y el entusiasmo. Que la solidaridad luego sea nuestro estilo de vida.

 

Verse en los espejos de los demás países ha sido uno de los discursos más populares de presidentes, ministros y jefes de estado de diferentes puntos del mundo. Es válido tomar consejo de la desgracia de quienes la padecen en otro grado, a pesar de eso, valido la idea de hacer desde lo nuestro una forma especial para contrarrestar la crisis. Una de las características más destacables de los salvadoreños es que siempre salimos adelante a pesar de todo. Es quizá, una nueva oportunidad para mostrar ante el mundo nuestra solidaridad y empatía. Es temprano para lanzar dictámenes y proyecciones, lo sé. Pero el pasado nos pone siempre en una buena postura para resurgir. Que la catástrofe no nos marque de manera negativa, hay más allá de esta responsabilidad sanitaria una forma de saber, que este espacio de tierra es provisional y que lo que queda será para nuestros herederos.

Ser recordados u olvidados, la hidalguía o la cobardía, quienes nos hundieron o quienes nos representaron, quienes dieron su mejor cara o quienes la escondieron, quienes colaboraron o quienes se cruzaron de brazos. Este tiempo es para marcar hitos ¿Cuál dejaremos? Sobre todo, y lo que sea, con las botas puestas. La culpa no es un buen recuerdo en el futuro. Dar lo mejor y no esperar pagos, porque —recordarlo siempre— Dios paga mejor. Saldremos de esta, amigos. Nos espera un café pendiente.

 

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