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Guillermo Pérez Cortéz, padre de la parroquia Santa Lucía, Juayúa, Sonsonate, oficia la eucaristía dominical en la cripta de catedral metropolitana. Foto Diario Co Latino / Ricardo Chicas Segura.

Monseñor Romero símbolo de los bienaventurados

@AlmaCoLatino

El pensamiento de Monseñor Romero fue de incansable lucha por los más pobres y situó las raíces de la miseria en un sistema injusto, este fue el mensaje principal durante la eucaristía celebrada en la Cripta de Catedral Metropolitana por el sacerdote Guillermo Pérez.

El religioso, durante la homilía, hizo alusión al pasaje bíblico de las Bienaventuranzas, donde señaló que dichosos son los pobres, los que pasan hambre y ponen su corazón en Dios. Son los que se comportan bien y tiernamente con los demás.  Para el padre Pérez, Monseñor Romero es ese símbolo de Bienaventurados, pues es aquel que tienen ojos limpios para ver la verdad, y decirla. Los que tienen hambre de justicia, los que luchan contra la mentira y la injusticia; los que por ello sufren persecución.

“Este es un lugar santo, porque aquí está Monseñor Romero, que es el santo que nos reúne como familia para celebrar la eucaristía. Pedimos que por medio de Monseñor Romero podamos tener las gracias que nosotros esperamos por la fe, así como a fortalecerse y llenarse de esperanza”, enfatizó Pérez.

Asimismo, manifestó que Monseñor Romero enseñó a ser unido, pues él en todo momento caminó con su pueblo hasta las últimas consecuencias y señaló la raíz de la miseria, ya que los pobres es el resultado de una falta de justicia distributiva, donde unos pocos se hacen dueño de todos los bienes y han sacrificado la vida de las mayorías.

“Los pobres son los desheredados de una fortuna, Monseñor Romero es ese fiel símbolo de los Bienaventurados que pertenecen al reino de Dios y es el mejor ejemplo a seguir”, reiteró el sacerdote. Romero defendió los derechos de los desprotegidos, se involucró con el pueblo y su pobreza, luchó contra la represión, los crímenes que los escuadrones de la muerte (armados y asesorados por la inteligencia estadounidense) impulsaban contra esa otra Iglesia, alejada de la curia romana, que había optado por la solidaridad y el compromiso. En sus homilías  Romero denunciaba las violaciones a los derechos humanos de los campesinos, obreros, sacerdotes, y de todo un país, sometido a la represión y violencia militar.

Tan actual y pertinente es en este momento el pensamiento del profeta mártir Monseñor Oscar Arnulfo Romero quien, al asumir el arzobispado de San Salvador y tras el asesinato de su amigo Rutilio Grande se transfiguró, se convirtió a los pobres y al evangelio y desde entonces, su accionar fue radicalmente coherente con la vida del pueblo hasta las últimas consecuencias.

El ver la realidad tal cual es con los ojos del pobre, lo transformó, un cambio extraordinario operó en la vida de Romero cuando vio la realidad, cuando se dejó tocar por la vida y el sufrimiento del pueblo.  Fue como el milagro del ciego que antes de su curación decía a Jesús “veo a los hombres como árboles que caminan”. El beato Romero fue asesinado, múltiples luchas sociopolíticas se extendían especialmente en América Central, y precisamente él fue eliminado para silenciar su voz y opción clara y definida a favor de los más empobrecidos.

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