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Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
Las bienaventuranzas a los justos y mansos de corazón resonaron la mañana del 2 de agosto en la cripta de Catedral Metropolitana en donde descansan los restos del Beato Monseñor Oscar Romero, era la “misa solemne de envío”, que llevó a miles de peregrinos a recorrer por tres días parte del Oriente del país, hacia Ciudad Barrios, San Miguel, cuna del profeta.
“Escuchen su palabra para entender el mensaje profético y el amor al pueblo”, invitó en su homilía el arzobispo de San Salvador José Luis Escobar Alas a los fieles de diversas parroquias, grupos eclesiales de base y feligresía, quienes se expusieron en su camino al sol, el calor y la hermandad del pueblo que se unía al paso de los romerianos.
A 38 años de su martirio, el primer santo salvadoreño está muy presente en su pueblo, donde convergieron los adultos que conocieron a Monseñor Romero, y la nueva generación que lo ha hecho a través de reseñas, escritos e historia.
“Ahora no es Monseñor, ahora es Santo Romero”, irrumpe un grupo de jóvenes con su música para cantar, bailar y llamarle “Nuestro Santo” o “San Romero de la Justicia”, como el grupo “Peregrinos de Romero” que ha decidido trascender,motivando a otros jóvenes a unirse y seguir el camino del Pastor Mártir.
“Somos un grupo activo, venimos de diferentes parroquias y estamos entusiasmados con todo esto, por eso repetimos que Monseñor Romero no murió, que sí resucitó en su pueblo y ahora somos nosotros la iglesia peregrina comprometida que él pidió y vamos a construir la paz”, afirmó Lissette Ramírez.
Mientras, el cardenal opinó que “es lo lindo de esta experiencia, que los jóvenes ya comprenden a Romero, más que los adultos. Claro, ellos están descontaminados y ese Romero auténtico lo comprenden mucho mejor los jóvenes y poco a poco lo van descubriendo”, a su ingreso al municipio de San Rafael Cedros, Cuscatlán, lugar que fue declarado dentro del “Camino de San Romero”.
Las historias y motivos que llevaron a miles de salvadoreñas y salvadoreños a dedicar tres días de sus vidas a Monseñor Romero se apilan entre singulares como José Manuel, de 9 años de edad, quien camina junto a sus padres desde Olocuilta, La Paz, “yo vine a la primera peregrinación con la comunidad y me gustó mucho, porque cantamos y pedimos por la paz, porque queremos estudiar tranquilos”, dijo mientras rebasa a sus padres y puntea entre las filas de los primeros romerianos.
Y otras, más espirituales, como María Braulia López, de 78 años de edad, de la parroquia El Carmen de Cuscatlán, quien decidió peregrinar desde San Salvador, para realizar completos los tres días. Llaman la atención sus pies descalzos y la herida en uno de ellos, que pese a la atención de socorristas de Cruz Roja Salvadoreña prefiere llevarlo sin vendaje.
“Al principio me sentía decaída en mi casa pero gracias a Dios que me dio el valor y la alegría para venir a la cuna de Monseñor Romero, porque es bonito todo esto y qué preciosidad venir con todos los hermanos unidos, cantando, haciendo oración y rezando. El año pasado salimos de Apastepeque, Cuscatlán, pero este año lo hice desde San Salvador de la santa catedral y estamos acá felices con nuestro San Romero y todo esto es precioso, es lindo”, expresó.
Los milagros estuvieron a la orden también, lugareños como Alicia Echeverría, que formaba parte del grupo anfitrión de la parroquia la Virgen del Tránsito, en el cantón El Jocotillo, Mercedes Umaña, Usulután, comentó sobre el mes de sequía que los mantiene preocupados por la pérdida de cultivos de consumo familiar.
Los peregrinos habían experimentado un día difícil, el 3 de agosto, que era el segundo de la jornada. El agobiante calor provocado por la sequía que golpea al Oriente del país pareció superior a veces, pese a los constantes abastecimientos de agua y alimentos que entregó la feligresía de diversas parroquias a lo largo del camino de los romerianos, quienes fueron sorprendidos por una repentina lluvia, fuerte y prologada.
Alicia de Echeverría solo atinó a comentar “teníamos casi un mes sin lluvia y ahora miren esto”.
Asimismo, el cardenal Rosa Chávez al llegar a la parroquia manifestó “hemos encomendado esta situación de sequía que provoca mucho dolor a este pueblo y la lluvia que acabamos de recibir nos dice que las cosas pueden cambiar y de eso se trata, esperar contra toda esperanza”, agregó.
El calor y la lluvia retrasó la entrada al municipio de Chapeltique, San Miguel, fue hasta las nueve de la noche que los romerianos procedentes de Moncagua fueron reconfortados con chocolate caliente y pan francés, que les entregaba la población al ingresar, gesto de solidaridad que resaltó el cardenal Rosa Chávez.
“Esto es algo increíble donde va pasando Romero, se va levantando tanta esperanza, tanta emoción, incluso lágrimas, es un misionero que va (imagen de Monseñor Romero) en cuatro ruedas y miles de pies atrás, que somos nosotros los peregrinos, ver esta representación me ha impresionado”, manifestó.
El sábado 4 de agosto a las seis de la mañana, a la pregunta ¿cuál es la meta? los peregrinos gritaban a viva voz “la Cuna del Profeta”, frase que se mantuvo en la última etapa de la jornada hacia Ciudad Barrios, que concluyó con la Misa Solemne en la parroquia San Romero, desde la cual el cardenal Gregorio Rosa Chávez reafirmó el signo de Monseñor Romero por la vida y la justicia.
“El único que puede cambiar a El Salvador es él, es Monseñor Romero, estamos viendo este movimiento en torno a su figura y creo que es la salvación del país y debemos tomar muy en serio su mensaje, su testimonio y su intercesión, esa es la paz”, reflexionó.
