Mis cinco nombres

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y coordinador Suplemento 3000

 

Uno no sabe cómo se llama en realidad, pero responde siempre a un nombre. Para algunos es el apodo que le pusieron en la cuadra los amigos y jamás responde a otro que no sea Coyote, Bolsa de crema, en fin. Desde pequeño escuchaba que me llamaban Mauricio o Mauricito, esa tradición de ponerle al hijo el nombre del padre, mi papá se llamaba Edgar Mauricio. Ni por cerca sospechaba que mi segundo nombre era Antonio, sino hasta que vi las listas cuando comencé a estudiar en kínder y comencé a reconocer mi nombre completo cuando pasaban lista: Mauricio Antonio. El Antonio me sonaba a regaño, porque mi mamá me llamaba «Mauricio Antonio» cuando me había salido de las reglas. Confieso que me gustaba un tanto el nombre cuando escuchaba que a un tío y a mi abuelo le decían Tony.
Con el tiempo fui entendiendo que el Antonio era una tradición familiar, y que al primogénito se le ponía ese nombre. Y así mientras trabajaba mi árbol genealógico fui enumerando una lista larga de Antonios dentro de los Vallejo: Óscar Antonio, José Antonio, Román Antonio, Mauricio Antonio, Ramón Antonio, y la lista sigue y sigue. No sé, pero no lo veía como propio. Hasta la fecha nadie me llama por mi segundo nombre, pero al entender el origen del Antonio terminó por gustarme, aunque sólo me acuerdo de él cuando veo mi DUI.
Y entre lo que he encontrado del significado de mi segundo nombre está este dato: «Antonio es un nombre propio masculino español, italiano y portugués, cuya versión femenina es Antonia. De probable origen griego y significado desconocido, deriva de Antonius (en latín), que era interpretado como «aquel que se enfrenta a sus adversarios» o «valiente».
Mi papá quiso ponerme cuatro nombres, al menos así me identificó en las anotaciones que llevaba junto a mi mamá. Curiosa fila de nombres: Mauricio Zipacná Manuel Antonio. Todo tenía que ver con mi papá, mi bisabuelo Manuel Pineda, mi abuelo y tío que son los Oscar Antonio.
Mauricio es el nombre de mi papá, es de origen hebreo, aunque también afirman que del latín y tiene diferentes significados, algunos dicen que es «amado por Dios», otros que es «moreno» e incluso dicen que «persistente. Pero, ¿Y Zipacná de dónde lo sacó mi papá? Él no me lo dijo, pero al encontrarlo en el Popol Vuh me di cuenta quién era, el tipo que mató a los 600 jóvenes, el hermano de Kabrakán e hijo de Vucub Caquix. Al final quedé asentado como Mauricio Antonio.
Al enterarme del origen judío de mi abuelo comencé el arduo trabajo de investigar el origen de mi familia, elaborar mi árbol genealógico, obtener partidas de nacimiento, registros migratorios, testimonios, de todo. Poco a poco me enteré de nuestro origen Anussim, judíos que fueron convertidos a la fuerza. Así que cuando llegué a la Sinagoga Beth Israel tomé el nombre de Mordejai para ser llamado a la lectura de la Torah. Mordejai es Mardoqueo, el tío de la reina Esther, gracias a quienes se celebra la fiesta de Purim. Por lo que el personaje y el nombre me agradaba, así ahora tengo cinco nombres y me llaman con dos: Mordejai y Mauricio.
Los nombres tienen mucho de uno, son el sello de lo que somos. Parecería ser algo superfluo, pero en realidad somos nosotros.

 

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