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José Amparo Martínez declara en el Juzgado Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera, Morazán, como testigo-sobreviviente de la masacre conocida como El Mozote. Foto Diario Co Latino/Gloria Silvia Orellana.

Masacre El Mozote, el largo camino de la justicia

Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino

Los tres hombres de cabello cano y manos rudas de jornalero tienen en común la experiencia más inhumana. Son sobrevivientes de la Masacre de La Joya, jurisdicción de Meanguera, Morazán, uno de los sitios aledaños a El Mozote, que junto a Cerro Pando, Jocote Amarillo y Los Toriles, entre otros caseríos, no olvidarán la fatídica semana del 10 al 13 de diciembre de 1981.

Los tres juramentaron ante el juez Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera, Morazán, como testigos-sobrevivientes de la masacre que históricamente ha sido considerada la más atroz en América Latina en el último siglo.

César Martínez y José Amparo Martínez (hermanos) junto a Pedro Martínez, que rondan entre los 60 y 80 años, rindieron sus testimonios que fueron presentados como prueba testimonial por los abogados acusadores particulares Wilfredo Medrano y David Morales, junto a la Fiscalía General de la República (FGR), en la espera de esclarecer y juzgar a los autores intelectuales militares y la cadena de mando.

“No vi quiénes (destacamento), pero sí vi militares el 11 de diciembre, estaba escondido en el monte con mi familia. Eran las diez de la mañana y se oyó la balacera de los soldados desde el Potrerón que está cerca del río Las Marías. Llegué donde Jacinto Sánchez, de 80 años, su hija Dominga, de 40 años, y sus niños, el mayor de 10 años, los habían matado”, relató.

El escape de César Martínez se dio serpenteando montes y matochos de la zona, luego de dos días de proteger la vida de su familia y la suya, fue encontrando uno a uno, vecinos de la comunidad, las mujeres con las ropas subidas hasta la cintura, porque habían sido objeto de violaciones y las niñas, niños y ancianos acribillados, los animales domésticos muertos y las casas quemadas.

“Vitorina Chicas, Lorenzo Vigil, Ismael López, Santos López, y Priscila Chicas, habían niños y adultos muertos, así que solo me fui a El Hormiguero (comunidad) que queda al otro lado del Potrero con mi familia. Fuimos a los Planes de la Guacamaya y nos quedamos más de un mes, no pude recuperar los cuerpos de mi madre (Felipa Martínez) ni de mi hermana (Heriberta Martínez) y sus hijos que eran de 5, 8 y 10 años”, narró.

“¿Qué delito pueden haber cometido unos niños y ancianos para matarlos así?”, cuestionó en su testimonio José Amparo Martínez, hombre de 65 años, quien guarda en su memoria de manera vívida el sufrimiento. “El sumo (fetidez) a muerto y el miedo era superior, nos escondíamos, corríamos para ponernos a salvo. Regresé el 16 de diciembre a buscar a mi madre que me avisaron que la habían matado. Aquel desatino, aquel dolor, que casi me desmayaba. Yo lo que quiero es justicia frente a esa barbaridad que han hecho. Si existe una ley, que se aplique”, acotó.

Pedro Martínez, de 82 años, vive en la actualidad en Jocoaitique, Morazán, desde la incursión militar, decidió no volver de nuevo a La Joya, por los recuerdos que superan el dolor que ha llevado por más de tres décadas.

“Todo en la Arada Vieja quedó arruinado, todo. Yo me escondí en una cueva y solo oía las explosiones y los gritos de la gente, los soldados. Yo con el miedo en mí, regresé a buscar una radio chiquita que se me había caído y cuando la levanté voy viendo la tendalada de mujeres y niños muertos. Pasé escondido en la cueva 12 días. Vi cómo tendían sobre las lajas las camisetas los soldados y decía Batallón Atlacatl. Oía los helicópteros aterrizar, me pasé quedito por un camino real y quedé impactado, todo estaba quemado”, relató.

Para los abogados particulares acusadores Wilfredo Medrano y David Morales, los testimonios son demoledores en cuanto al daño inferido a las personas, pero establecen que los hechos son verídicos y, como tal, prueba testimonial para que el juez de la causa cuente con suficiente información de ese diciembre de 1981. “Los tres testigos han dicho cómo fueron asesinados sus familiares, vecinos y cómo arrasaron con sus pocos bienes. La presencia de la Fuerza Armada, Fuerza Aérea y participación del Batallón Atlacatl”, dijo Medrano.

David Morales consideró que muchas de las personas que los testigos mencionaron como asesinados se han corroborado a través de las exhumaciones posteriores, por tanto, solo falta que el Ministerio de la Defensa entregue sus archivos para facilitar el caso”.

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