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MARGARET SANGER Y LOS ANTICONCEPTIVOS

Dra. Sofía Villalta Delgado*

A comienzos del siglo XX, Margaret, Trabajadora Social de la ciudad de New York, mantenía contacto directo con inmigrantes pobres en Estados Unidos, en sus condiciones de vida y hacinamiento, lo que facilitaba el aparecimiento de enfermedades y deterioraban la calidad de vida de las mujeres, víctimas de altas tasas de muertes maternas. Eso la impulsó a luchar por el establecimiento y universalización de pastillas anticonceptivas que permitieran bajar las tasas de fecundidad.

El hecho de irrumpir en el paradigma cristiano de sexo-reproducción y, de alguna forma, irrumpir en el de sexo-placer al desvincular la sexualidad de la reproducción a través del uso de anticonceptivos, la llevó a conocer las oscuras habitaciones de las cárceles de entonces. Ahora, casi un siglo después, la condena de usar anticonceptivos continúa satanizada por la Iglesia, a pesar de que en nuestros países las mujeres siguen muriendo a causa de la maternidad.

Incorporar en la vida de las mujeres el derecho a decidir en qué momento tener hijas e hijos, con quién tenerles, a qué intervalo y lograr una nueva forma de procreación, solo es posible si se dan espacios de información libres de convencionalismos fundamentalistas que limitan el logro de una maternidad libremente elegida.

El poder político y económico ejercido por el fundamentalismo penetra en las políticas públicas y en los medios de comunicación masiva, no permite el abordaje abierto de la sexualidad e impide el debate público de temas relacionados a los derechos sexuales y reproductivos, manteniendo un estancamiento en los avances que, a escala internacional, se han hecho alrededor del tema. Ignorar la sexualidad como parte inherente del ser humano y obstaculizar el debate abierto que permita una crítica a las restricciones eclesiásticas, no es aceptable si vivimos en un país donde se permite la libertad de culto.

Estado laico significa, no solo libertad de culto, sino también el respeto a la diversidad de creencias, igualdad de derechos que permitan la autonomía en las decisiones individuales y acceso indiscriminado a la información; sin embargo, esto aún no lo hemos logrado, ojalá muy pronto se generen espacios de libertad y debate entre iguales que permitan a la ciudadanía salvadoreña logros más satisfactorios y gratificantes.

Movimiento por una Cultura Laica (MCL)

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