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Los talibanes responden con atentados a la ofensiva del ejército afgano

Por Mamoon Durrani/Usman Sharifi
Kandar/AFP

Por lo menos 26 policías murieron entre lunes y martes en ataques en represalia por una operación del ejército afgano contra los bastiones insurgentes de los talibanes en el sur del país.

Menos de dos meses después de la retirada de las tropas de combate de la OTAN, el ejército y la policía afganos enviaron el lunes varias unidades a cuatro distritos de la provincia inestable de Helmand (sur).

El objetivo es debilitar a los rebeldes de cara a la próxima «temporada de combates», que suele reanudarse con la llegada del buen tiempo en abril o mayo. Las condiciones meteorológicas de este invierno, menos frío que otros años, hace temer que los talibanes, replegados sobre todo en el vecino Pakistán, regresen antes al frente.

El atentado del martes demuestra la capacidad de reacción de los insurgentes frente a la ofensiva militar. Veinte policías murieron y otros nueve resultaron heridos en la provincia de Logar, al sur de Kabul, en un ataque suicida.

El lunes, al menos seis policías perdieron la vida en una emboscada tendida por los talibanes en la provincia de Kandahar. Y hace unos días una política fue asesinada en Jalalabad.

Según el ministerio de Defensa afgano, 76 talibanes murieron el lunes en el primer día de la operación militar, que también abarca seis distritos de las provincias aledañas de Kandahar, Farah y Oruzgan. «La operación fue organizada y está siendo llevada a cabo por el ejército afgano», explicó el general Abdul Jaliq, comandante de las tropas afganas en la zona.

«Hemos reunido bastante personal y apoyo aéreo. Si Dios quiere, los terroristas no tendrán ninguna posibilidad contra nosotros. Serán castigados», añadió.

‘Año de desafío’

Su adjunto, Salem Ehsas, declaró a la AFP que en las operaciones los soldados usan nuevo equipamiento para la detección de minas y bombas artesanales, una de las principales causas de mortalidad de las tropas afganas en este conflicto iniciado hace más de 13 años, tras la invasión del país por tropas internacionales lideradas por Estados Unidos y el derrocamiento del gobierno talibán.

Según el ministerio de Defensa, estas operaciones bautizadas «Zolfiqar», nombre de la espada de Alí, uno de los primeros fieles del profeta Mahoma, es la primera fase de una ofensiva de mayor envergadura.

«No es la primera y no será la última operación contra los talibanes y sus aliados», dijo el general Dawlat Waziri, un portavoz del ministerio.

La nueva «temporada de combates» será la primera sin presencia de las tropas de la OTAN, que se retiraron dejando en el país una fuerza de unos 12.500 hombres. Esta última se dedica sobre todo a la ayuda y formación de las fuerzas de seguridad afganas, aunque se reserva el derecho a intervenir en caso de urgencia.

La ofensiva lanzada el lunes «tiene como objetivo adelantarse a los ataques de los talibanes», según el general afgano retirado Atiqulá Amarjail. «2015 será un año de desafíos para las fuerzas armadas afganas», pronosticó.

La violencia en Afganistán alcanzó un nuevo récord en 2014, con el mayor número de muertes de militares y de civiles desde el comienzo de la intervención occidental liderada por Estados Unidos en 2001.

Según la ONU, más de 3.000 civiles perdieron la vida en 2014, es decir un alza de 18% con relación a 2013. Y casi 5.000 soldados y policías murieron en combate este año, según el Pentágono.

El país también sufre de inestabilidad política. El parlamento se negó en enero a aprobar a una gran parte de los ministros propuestos por el presidente Ashraf Ghani, en funciones desde septiembre de 2014.

Para poner fin al conflicto afgano, Ghani se comprometió a entablar el diálogo con los talibanes.

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