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Los retos de los Nuevos gobernantes

*Guido CastroGuido Castro Duarte

Luego de los intentos de deslegitimación de una Arena derrotada y agonizante, store los nuevos gobernantes se enfrentan al reto de cumplir su oferta electoral y llevar al país por los caminos de un verdadero desarrollo con justicia social.

Los primeros anuncios de los futuros ministros de gobierno, reflejan una continuidad de la actual administración en algunos rubros exitosos, y con sus funcionarios estrellas, por su eficiencia y rectitud en el manejo de la cosa pública, pero evidentemente, existes líneas de acción que hay que rectificar urgentemente, especialmente en lo que respecta a las materias de seguridad, educación y salud.

El éxito de los nuevos gobernantes dependerá de su apego a la realidad y de la permanente comunicación con el pueblo, a quien deben escuchar antes de hacerlo con sus “asesores”. Sentir con el pueblo les permitirá mantenerse fieles a todos aquellos que han confiado en ellos y gobernar eficientemente para todos los que no votaron por el FMLN.

Pero no hay que equivocarse, gobernar para todos y con todos no debe implicar hacerle el juego al mercantilismo y a la oligarquía criolla. La gran empresa debe entender que no puede seguir manipulando a los gobiernos de turno para mantener sus privilegios, y más bien, deben trabajar por alcanzar un pacto entre patronos y trabajadores para convertir a las empresas en verdaderas comunidades, en las que ambas partes se dignifiquen mutuamente y compartan los beneficios de la actividad productiva.

El tema de la seguridad es quizás el más urgente a resolver, tanto en lo que toca a la represión como a la prevención del delito. Debe partirse de la convicción que la pobreza constituye un campo propicio para que actúe el crimen organizado y que la falta de valores prepara el terreno fértil para que los jóvenes caigan en las garras del vicio y sean reclutados por la delincuencia, por lo que el combate de este flagelo tiene como condición indispensable la erradicación de la pobreza extrema y de todas las expresiones de miseria humana. La PNC debe dignificarse y tecnificarse, el principal enemigo no son las maras, sino el narcotráfico que alimenta a las maras, y este jinete apocalíptico posee mayores recursos que el propio gobiernos, sino, recordemos a Pablo Escobar ofreciéndole al Presidente de Colombia pagarle la deuda externa.

La calidad educativa es el siguiente tema a enfrentar de manera prioritaria, ya que, pese a toda la inversión realizada, los resultados en general, dejan mucho que desear. Debe cualificarse y dignificarse al magisterio, dotar a los centros educativos de todo lo necesario para desarrollar el proceso educativo y cambiar la cultura de la mediocridad imperante entre nuestros jóvenes.

La salud es el tercer cateto del triángulo social, los pobres tienen derecho a una salud de calidad tan efectiva como la que reciben aquellos que tienen acceso a los servicios privados de salud. La vida es un valor supremo, el principal bien jurídico protegido por la Constitución, y tanto vale la vida del campesino como la del empresario, y no es posible que en pleno Siglo XXI, con todos sus adelantos tecnológicos, los niños de origen humilde sigan muriendo por diarreas o bronco neumonías.

Los nuevos gobernantes no pueden dar continuidad al mercantilismo que ha imperado desde la época colonial. No es posible que un gobierno, que se precia de ser el “Gobierno del Cambio”, sea la continuidad de un sistema de privilegios que ha mantenido al pueblo sumergido por siglos en la miseria.

Los  gobernantes electos tienen la posibilidad de marcar la diferencia con todos los anteriores o de pasar tristemente a ocupar un sitial humillante en la historia salvadoreña. El aspecto personal es muy importante. Sus relaciones y actitudes, deben ser cordiales con todos los sectores de la población. Su honradez y probidad, deben marcar la diferencia, ya que no es posible que un Presidente haga gala de una ostentación insultante mientras la mayoría de los salvadoreños viven apenas con lo mínimo para sobrevivir.

La vida de nuestros gobernantes debe ser digna, pero no ostentosa. Su consumo debe ser frugal y su comportamiento humilde, pero sus decisiones deben ser firmes y su compromiso político solo con el pueblo.

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