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Los primeros cien días en los medios de comunicación

Jorge Vargas Méndez*
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Lamentablemente poco, sovaldi o mejor dicho nada, han dicho las empresas mediáticas sobre los primeros cien pasos firmes dados por la nueva gestión gubernamental en su ruta hacia una sociedad basada en el buen vivir y cuyos cimientos se colocaron durante la gestión pasada. Lejos de eso, quizás siguiendo las directrices del gremio empresarial al que pertenecen, han asumido con mayor énfasis el papel de caja de resonancia del partido ultraderechista que los representa y que, como tal, obviamente busca desvirtuar cualquier cambio que esté destinado a beneficiar a la inmensa mayoría de la población que había sido históricamente ignorada y marginada por el Estado.

Esto último explica por qué la cobertura periodística en estos días se ha orientado a destacar las dificultades que normalmente experimentan las instituciones públicas en cada cambio de administración (impulsadas algunas veces por personas molestas por no haber obtenido un cargo público), pero que afectan en menor o mayor medida al público destinatario de los servicios que brindan (salud, educación, infraestructura, seguridad pública, etc.). Ese ha sido el propósito de las entrevistas, reportajes, noticias, textos multimedia, artículos de opinión, etc., y en algunos casos, lamentablemente, hasta dejando al descubierto sesgos de carácter ideológico.

En contraste, no han tenido oportunidad los testimonios de mujeres y hombres que han visto beneficios concretos y directos en tan corto período, como con la reciente entrega de títulos de propiedad de terrenos a centenares de familias o la creación de la primera farmacia especializada que entregará medicinas a pacientes del Hospital Rosales con enfermedades crónicas. Tampoco se entrevistó a dirigentes sindicales, estudiantiles, campesinos, así como de otras organizaciones de la sociedad civil para que externaran su opinión respecto a los cien días.

Es decir, no ha habido una cobertura mediática amplia, equitativa, que promueva la formación de una opinión pública acorde a ese pluralismo ideológico propio de las democracias. Claro, las razones son obvias: se acerca otro evento electoral; además, quien tiene en propiedad el mariachi ordena las canciones a su gusto.

De ahí que tampoco se destacó como signo positivo el hecho de que el país haya mejorado en materia de competitividad, según el último reporte del Foro Económico Mundial, al subir 13 puntos desde de la medición pasada y ubicarse en la posición 84, y que se haya experimentado una significativa reducción de la práctica del soborno en el ámbito institucional.

Esa misma displicencia mediática se observó a finales de agosto pasado, cuando el PNUD hizo público el informe en el que se consigna que la pobreza se redujo en un 4.2% en los últimos años, lo que es coherente con los resultados de la EHPM 2013 dados a conocer recientemente, donde se consigna que los hogares pobres se redujeron en un 5% al pasar del 34.5% al 29.6%. O sea, es evidente que todo lo positivo para el país registrado durante la gestión gubernamental anterior y en los primeros cien días de la actual, no ha recibido la cobertura que corresponde.

Eso sí, entre los temas que han logrado saturada cobertura está la reciente reforma fiscal, pero por su rechazo total por parte de los mismos grupos empresariales, así como sus gestiones ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia para buscar la forma de revertir la medida. Curiosamente, esa misma saturación no se observó en el caso de trata de mujeres que saltó a la luz pública en los mismos días, sobre todo, al conocerse que entre la clientela de tan condenable práctica delictiva podrían figurar grandes empresarios, dirigentes de partidos políticos de derecha, presentadores y periodistas de esos mismos medios de comunicación.

Esta realidad proyectada mediáticamente en los últimos tres meses, reitera por un lado que es necesario continuar avanzando hacia la democratización de los medios de comunicación hasta lograr que se garantice el Derecho a la Información, que implica el derecho de emitir y recibir información por parte de todos los grupos y sectores de la población; pero además, con el caso de trata de personas, queda al descubierto que la doble moral prima entre las aludidas dirigencias políticas, empresariales y formadoras de la opinión pública. De ahí que es oportuno recordarles, una vez más, que en la práctica de la moral no hay neutralidad ni discrecionalidad por conveniencia o intereses mezquinos y que, seguramente, todo eso está detrás de muchos de los problemas que afectan al país.

Y dado que estamos en un período preelectoral no hay duda que continuaremos teniendo más de lo mismo. De hecho, se ha observado y se observa que la cobertura periodística privilegia la actividad realizada por las alcaldías areneras (no las de los otros partidos), así como la opinión de dirigentes del mismo instituto político. Los casos de Mejicanos, San Martín, San Salvador y otros municipios más ilustran al respecto. Esa actuación mostrada hasta la fecha, por cierto, pone de manifiesto una tendencia “informativa” que seguramente se mantendrá hasta las elecciones de marzo de 2015. No hay por dónde perderse, amiga o amigo lector, así de sencillo.

*Poeta, escritor, integrante del Foro de Intelectuales de El Salvador.

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