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@GloriaCoLatino
Ataviada en el tradicional traje indígena de manta, ed en donde destaca el brillo del tafetán verde, medicine rojo y blanco, así como collares llamativos, engalanan a Teresa Henríquez de Guadrón, que ha llegado junto a su familia, en vísperas del 12 de Diciembre para visitar a su “Virgencita Milagrosa”, “a su Virgen Morena”, la Virgen de Guadalupe”.
Fue en 1921, cuando en una humilde aldea poco poblada, conocida como La Ceiba, en los límites entre San Salvador y Antiguo Cuscatlán, la Congregación Somascas recibe al Padre Antonio Brunetti, quien trajo la obra de “San Jerónimo Emilliani”.
En ese lugar edificó una capilla que terminó el 12 de diciembre de de 1921, y milagrosamente la feligresía era tan alta, que decidieron construir un templo más grande, que inició en el año de 1951 y terminó 2 años después.
A su interior, en un inmenso lienzo que lo rodea un brocado de plata, la Virgen de Guadalupe se encuentra en el Altar Mayor, y custodiada en su flancos con la imagen en mármol del Obispo Juan de Zumárraga y el primer Santo indígena Juan Diego, lo que inició el culto Guadalupano en México y extendido en Latinoamérica.
“Ella es nuestra madre del cielo” recalcó Teresa, quien invitó a la feligresía a conservar la tradicional veneración de la Virgen de Guadalupe en las nuevas generaciones de salvadoreños y salvadoreñas. “Nuestra Guadalupana es bastante milagrosa, usted puede pedirle con fe, con devoción y ella la escucha… ahora he venido antes del propio día, porque he estado un poco enferma y no podría hacer la cola que se hace el propio 12 de diciembre; ahora he venido a agradecerle que me sacó de este serio problema de salud y me tiene acá de nuevo. sanando”, testificó.
Las rosas rojas y amarillas abundan en la nave central de la Basílica, como presentes de los peregrinos, y que se relacionan con el milagro de las “Rosas de Castilla”, cuando Juan Diego cortó en el cerro árido del Tepeyac, unas rosas para presentarlas al Obispo Zumárraga.
Las rosas iban en su “tilma” ( especie de toga abierta a los lados) y cuando presentó las rosas ante el religioso, la imagen de la Virgen estaba estampada en la tela de la tilma.
Florencia, de 9 meses de vida, duerme tranquila en los brazos de su madre. Silvia Hurtado, de 25 años de edad, que ha venido con su familia a “presentar” y pedir por la protección de la Virgen de Guadalupe a su pequeña hija.
“He venido hasta acá, porque era una promesa que le hice a la Virgencita de Guadalupe, porque tuve un parto complicado y ahora en agradecimiento se le ha venido a presentar y darle gracias por haberme permitido traerla al mundo a mi niña”, reflexionó.
Mientras, Sofía hace una penitencia dificultosa que se expresa desde el ingreso a la Basílica de Guadalupe, se concentra en su oración, su acompasado andar de rodillas y así cumplir una promesa por un milagro.
“Nuestra Santa Madre Guadalupana no nos olvida, no nos abandona debemos ser fieles a Dios, a Jesús, su amado hijo, para ser mejores cada día”, expresó.
Susana de Urrutia, quien pertenece al Camino , se encuentra junto a otros compañeros colaborando con el rito de la visita a la Virgen Morena. “Este es un santuario para recordar a Nuestra Señora de Guadalupe y que cada 12 de diciembre la gente vienen como peregrinos a dar las gracias por favores recibidos, por milagros y ofrecerle flores, presentarle sus hijas o hijos… todo los que les ha pasado en un año, y vienen a verla”, dijo
La devoción que inició en México ha ido creciendo con los años, agregó Urrutia, al comentar que en la medianoche del 11 de diciembre. personas duermen dentro del templo, mientras inicia la serenata para la Virgen a la primera hora del 12 de diciembre. “Por el Santo Juan Diego es que, las niñas, niños y adultos vienen vestidos de inditos… que son el amor de la Virgen de Guadalupe; se llena el propio día hay colas de 4 horas para entrar a venerarla.
Aquí se ha hecho un camino para que la gente peregrine antes de entrar al templo, las embarazadas, personas de la tercera edad o personas con discapacidad se tiene un camino más corto, para facilitarles su visita a la Virgen de Guadalupe”, informó. Afuera del templo, las cintas de vistosos colores se tensan con el viento que los traspasa, las ventas se aglomeran en las afueras, ventas de golosinas, comidas tradicionales y las fotos del “caballito” como recuerdo están a la orden. Muchos salen contentos, y con la convicción de que la “Guadalupana” protegerá sus familias o les concederá el milagro que tanto anhelan con su corazón.
