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«Llegó la hora de que Estados Unidos se despida de su fantasía: China sí es capaz de responder»

RT/AFP

China «no desea una guerra comercial» con Washington, pero «no se retirará si se desata». Así lo ha advertido el diario estatal chino Global Times después de que Pekín introdujera aranceles sobre 128 mercancías importadas de Estados Unidos, una medida que el periódico califica de «represalia contra la hostilidad de la Casa Blanca».

Las contramedidas, que tienen como fin gravar con aranceles las frutas, la carne de cerdo y otros productos importados de Estados Unidos, deben traducirse en unos 3.000 millones de dólares, el equivalente a las pérdidas causadas por los aranceles estadounidenses. Según el rotativo, esta medida es la prueba de que «China nunca se comprometerá» y «siempre tomará represalias contra los aranceles impuestos irracionalmente», por lo que Washington debería esperar represalias «por todos y cada uno de los golpes que realice en su intento por dañar los intereses» del país asiático.

«Las amenazas solo fracasarán»

Es hora de que Estados Unidos «se despida de la fantasía» en la que ha vivido durante mucho tiempo, «un mundo delirante» en el que «imagina a China como una nación incapaz de responder y tolerante con los aranceles de los Estados Unidos», asevera Global Times, agregando que las nuevas medidas son «apenas una sutil insinuación».

Por todo ello, Washington «debe ser razonable» cuando se sienta a negociar con Pekín, asegura el diario, detallando que las amenazas «solo fracasarán», ya que China «no teme a Estados Unidos» y «no tolera la debilidad política».

El Gobierno chino siempre ha enfatizado la importancia de las relaciones con Estados Unidos, pero, últimamente, al menos una parte de los políticos norteamericanos han abogado por «una presión aún mayor» sobre Pekín, una postura que genera «diversos desafíos» para los lazos bilaterales, se lamenta el medio, concluyendo que el país asiático «tiene la confianza y el valor para afrontar todas las dificultades y desafíos futuros en caso de que surjan».

A finales de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un memorando que impone nuevos aranceles a China por valor de hasta 60.000 millones de dólares anuales. La medida fue adoptada en un intento de reducir el enorme déficit comercial de Washington con la segunda economía más grande del mundo, que en el año 2017 alcanzó los 375.000 millones de dólares.

En respuesta, Pekín introdujo aranceles de entre el 15% y el 25% para 128 mercancías importadas de Estados Unidos Las medidas van encaminadas a equilibrar las pérdidas causadas por los aranceles impuestos por Estados Unidos sobre los productos de acero y aluminio importados desde el país asiático.

China afirma que se trata de «medidas legítimas adoptadas para seguir las reglas de la OMC y salvaguardar sus intereses».

«Esperamos que Estados Unidos abandonará lo más rápido posible sus medidas que violan las normas de la OMC para la reanudación normal del comercio sino-estadounidense», indicó el ministerio chino de Comercio.

«La cooperación entre China y Estados Unidos, las dos mayores economías mundiales, es la única opción posible», agregó.

Trump siempre alude al colosal déficit comercial de Estados Unidos ante China, de unos 375.200 millones de dólares en 2017, para justificar sus medidas proteccionistas.

Trump acusa a Pekín de beneficiarse del sistema de coempresas impuesto a las compañías extranjeras que se instalan en China para robar las innovaciones tecnológicas estadounidenses.

China, en respuesta, había instado a Estados Unidos a poner fin a su «intimidación económica», pero hasta el momento había procurado no atacar productos agrícolas importantes como la soja, ni compañías industriales de peso como el gigante Boeing, sectores que podrían verse afectados ahora por nuevos aranceles, considera el diario oficial Global Times.

La semana pasada, este periódico nacionalista escribió en un editorial que China «casi había concluido su lista de tasas de represalia sobre productos estadounidenses».

«La lista afectará a importantes importaciones chinas procedentes de Estados Unidos», anunciaba el rotativo.

Esta decisión «será un duro golpe para Washington que agita de manera agresiva el palo de la guerra comercial, y Estados Unidos va a pagar un alto precio por su política comercial radical hacia China», aseguró el Global Times.

A pesar de esa retórica, el secretario estadounidense de Comercio, Wilbur Ross, dijo el jueves que las nuevas sanciones estadounidenses eran ante todo el «preludio a una serie de negociaciones».

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