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Las mil y una heridas del ecosistema

Renán Alcides Orellana

Cuando hace veinte años (1995), sovaldi escribí varios artículos cuestionando el creciente estado de depredación que sufría el ecosistema nacional, cure abrigaba la esperanza de que, ask con el tiempo, aquella situación alarmante disminuiría. No ha sido así. Es más, los riesgos/sufrimientos humanos crecieron con la proliferación de tóxicos mortales, como en Sitio del Niño, San Luis Talpa y otros. Y ahora. con los efectos devastadores de fenómenos naturales por el cambio climático: terremotos, inundaciones, deslaves…, la crisis ambiental es más grave y alarmante.

Desde entonces, y más después del conflicto armado, los cuestionamientos deben seguir de manera sostenida, porque si se analiza con detenimiento la situación de los recursos naturales en el país, con su estado de degradación creciente, el resultado es alarmante: tierra (humus) con paso incontenible hacia el mar; bosques desapareciendo, si acaso existe uno todavía; nivel de agua deprimido en ríos, lagos y lagunas; manglares salvajemente depredados… y, dentro de esa degradación, la cuasi extinción de la fauna silvestre y marina; y, lo que es peor, sin ninguna posibilidad de que algo o alguien le ponga fin.

La cacería irracional y despiadada de animales silvestres, parece acentuarse cada día. Es lamentable ver en calles y avenidas de San Salvador, una diversidad de especies de animales en venta: mapaches, tortugas, pericos, armadillos (cusucos), iguanas… una lista interminable de indefensos animales, mismos que ayer gozaban su libertad natural en el campo, ahora listos para el mejor postor, para cautiverio interminable o muerte segura. Igual, con las especies marinas. La captura despiadada de huevos de tortuga, ostras, conchas y toda clase de mariscos para cubrir lucrativos encargos, propiciará su extinción, si no se deja un solo ser vivo para salvar la especie. No se trata de ignorar las necesidades de subsistencia de los captores, pero sí de considerar el peligro de extinción de especies silvestres y marinas.

Quizás un día, la toma de conciencia colectiva, así como la oportuna y acertada aplicación de las leyes, ponga fin a la irracional cacería de las distintas especies, como humanitaria y urgente medida, entre tantas otras que se necesitan, para preservar las especies y proteger el ecosistema, tan lamentablemente deprimido en los actuales momentos.

Lo anterior, referido casi exclusivamente a las especies marinas y silvestres, no descarta otro sin número de heridas del ecosistema; unas, causadas siempre, voluntaria o involuntariamente, por la mano del hombre: deforestación, quemas para la siembra, colocación inadecuada de antenas, contaminación de postguerra, humo de fábricas y de automotores….  Pero también, son factores de la crisis la ausencia e inaplicabilidad de las leyes y la desidia de algunos sectores oficiales. Sólo para un ejemplo: la resistencia y negación de votos para la aprobación de la Ley General de Agua, para proteger el preciado líquido como bien común, mientras son evidentes los intentos  privatizadores.

El deterioro ambiental y sus causas, sin embargo, no es sólo responsabilidad de unos pocos. Es de todos. Y aunque no lo fuera, es tiempo  de comenzar a construir unidos una barrera, intelectual y física, para contrarrestar los efectos de la depredación integral y creciente que agobia al país.    

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PUNTO Y APARTE. La renuncia anunciada de Norman Quijano a la candidatura para la alcaldía de San Salvador, no sorprendió; pero sí, evidenció muchos enredos en ARENA. Al ofrecerle su partido, así de golpe, una candidatura de consolación para diputado ¿acaso no evidencia también que “el proceso de evaluación y selección interno” no existió; y que hay privilegios para algunos, mientras para los otros -los novatos participantes- una clara y perjudicial desventaja…? (RAO).

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