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Las falsificaciones y mitos anticomunistas de ayer y de hoy

La propaganda anticomunista es una constante de la política de las grandes potencias. Sirve para desprestigiar al adversario y de paso alivia las tensiones en el frente interno, embellecido ante un enemigo tan «diabólico».

Emilio Marín
www.laarena.com.ar

Las falsificaciones contra los países socialistas comenzaron contra la Unión Soviética, el primero en su tipo tras la revolución de octubre de 1917. Los bloqueos, agresiones militares y el intento por derribar al gobierno presidido por Lenin, fueron secundados por la burda propaganda que aseguraba que los comunistas se comían a los chicos crudos.

En años más recientes, contra los países que han persistido en una opción de desarrollo socialista, esas campañas mediáticas nacidas en Washington han mudado en algunos temas y formas, para causar un daño aún mayor. Pero en el fondo reconocen su parecido con el más crudo anticomunismo de las primeras décadas del siglo XX.

Por ejemplo, para arrancar con algo reciente, Emiliano Guido, en Miradas al Sur del 12/1, en su nota «Norcorea: el cuento del tío o cómo nos metieron el perro», comenta en forma crítica la noticia desparramada por el mundo según la cual el gobierno de Norcorea había despellejado con perros sanguinarios a un ex funcionario.

Allí se cita a un bloquero de The Washington Post, Max Fisher, como el descubridor de la mentira y afirma: «despellejado, en una jaula a la que había sido arrojado desnudo, por una jauría de 120 perros hambrientos. Así de cruel, y no mediante un frío fusilamiento como se había dado a conocer previamente, había sido la ejecución de la pena de muerte contra el ex número dos del gobierno norcoreano Jang Song-thaek y tío del Jefe de Estado Kim Jong-un. Ningún editor reparó, previamente, en que la prensa de Corea del Sur, el enemigo acérrimo de Pyongyang desde hace más de medio siglo, no había dado crédito a la purga norcoreana reportada en origen por un tabloide sensacionalista de Hong Kong», agregaba Miradas al Sur.

Al final se lee: «Norcorea se cierra y calla. Evidentemente, los medios occidentales están dispuestos a ocupar ese espacio». Esta es una crítica a la cerrazón de Pyongyang, que obedece a otras razones (sanciones de EE UU, estado de guerra nunca cerrado con Corea del Sur, etc). Y aunque Norcorea se abriera y hablara, lo más seguro es que las invenciones anticomunistas seguirían tan rampantes. La han acusado de cosas peores, como de poner en riesgo la paz mundial, por tener un par de bombas nucleares muy caseras, en tanto EE UU tiene 50.000 ojivas último modelo y el pésimo antecedente de haber empleado estas armas en 1945.

Falsificación de la historia soviética

Volviendo al pasado, que se replica en estos años, otro clásico de las falsificaciones son las mentiras sobre José Stalin. Datan de mucho tiempo atrás, pero particularmente recrudecieron desde la implosión de la ex Unión Soviética y décadas de dominio unipolar de EE UU que afortunadamente tocaron a su fin con la emergencia de China y bloques internacionales como el BRICS.

De Stalin se ha dicho de todo, incluso que era agente de la Ojranka (policía secreta del zar). De su jefe político, Lenin, también se afirmó que era un agente alemán (invocando que Alemania había permitido que llegara en tren a Rusia a principios de 1917 a elaborar sus Tesis de Abril y avanzar hacia la insurrección).

En junio de 2010 un diputado del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), Viktyor I. Ilyujin, vicepresidente del Comité de Desarrollo Constitucional, denunció ante la sesión plenaria de la Cámara la falsificación de documentos de la historia soviética.

El video dura algo más de 4 minutos y se puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=hpN1lxczpm4. En suma, denuncia que durante la presidencia de Boris Yeltsin, «se creó un poderoso equipo de expertos en falsificación de documentos históricos de la Unión Soviética y, fundamentalmente, de documentos correspondientes al período estalinista. El objetivo de estas actividades consistió en desacreditar la gestión del gobierno soviético y equiparar el estalinismo con el fascismo. Dicho grupo estuvo formado por miembros de los servicios secretos rusos, viéndose también implicado el 6º Instituto del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas del país».

Según el diputado, la comisión del gobierno estaba liderada por Mijail Poltoranin. Continuó: «estos manipuladores falsificaron miles de documentos que fueron introducidos en los archivos. Ya quedó determinado que el denominado ‘Testamento de Lenin’ fue falsificado, así como muchos otros documentos. Hoy en día podemos afirmar que la famosa ‘Carta de Beria’ fechada en marzo de 1940, en la que Beria supuestamente solicita al Politburó del Partido Comunista que diese su consentimiento para ejecutar a 27.000 prisioneros de guerra polacos, es una falsificación».

Esta última referencia es a las ejecuciones de Katyn, que los falsificadores atribuyen al Ejército Rojo; los soviéticos siempre acusaron del hecho a los alemanes.

El secretario general del PCFR, Guennadi Ziugánov, escribió también en 2010: «existen testimonios y hechos incontestables y documentalmente demostrados, así como pruebas materiales directas, que indican que el fusilamiento no fue obra del NKVD de la URSS en la primavera de 1940, sino de las tropas de ocupación alemanas en otoño de 1941, tras la ocupación de Smolensk por la Wermacht».

Tiren contra Stalin

Antes que las autoridades de la Duma rusa le cortaran el sonido al micrófono del diputado Ilyujin, éste alcanzó a puntualizar otras dos graves denuncias.

Una: «nuestra tesis se refuerza por el hecho de que el ex asesor de Yeltsin, Dmitri Volkogónov, entregó a la Biblioteca del Congreso de EEUU centenares de documentos de archivo, tanto copias como originales sellados como ‘Ultra secreto’ y ‘Secreto’. Tales documentos hoy en día circulan por toda Europa».

Otra: «disponemos de sellos y apostillas falsificados, estampas falsificadas de la firma de Stalin, de Beria y de otros (Ilyujin muestra la bolsa). También de formularios ‘en blanco’ de los años 30 y 40, que fueron utilizados para fabricar documentos falsos. Aquí les presento (Ilyujin muestra la carpeta) el tomo con los documentos de archivo: ésta es la correspondencia del NKVD, del NKGB y del Comisariado del Pueblo de Defensa de la URSS de la época de Stalin. Este tomo fue creado con un único propósito: legalizar una documentación falsa. Por desgracia, esa legalización tuvo lugar y estos documentos falsificados circulan libremente, incluso entre los organismos científicos».

Así las cosas, los políticos, académicos e investigadores del mundo que se refieran a los temas de la URSS tendrán que tomar recaudos especiales para que no le vendan pescado podrido envuelto en documentos con firmas y sellos supuestamente oficiales del partido y el gobierno soviéticos.

Los ataques contra Stalin provienen del Pentágono, la socialdemocracia y el trotskismo, pasando por el Vaticano y quienes llevaron al derrumbe soviético (antes Kruschev y posteriormente Yeltsin y Gorbachov). Tanto odio da una idea de lo mucho que aquél hizo por la edificación del socialismo en su país y la derrota del nazi-fascismo en el mundo. Por eso lo atacan tanto, no tanto por los errores, que los tuvo y algunos fueron serios.

Cuba y Monteagudo

Otra de las acusaciones contra el dirigente soviético fue que habría sido responsable de 10 millones de penas de muerte. En el bien fundado artículo «Magnitud de las ‘represiones estalinistas'», Igor Pyjalov cita fuentes oficiales del período no stalinista de donde surgen números diferentes.

El 1 de febrero de 1954, Kruschev recibe una nota oficial firmada por el Fiscal General R. Rudenko, el Ministro de Asuntos Interiores S. Kruglov y el Ministro de Justicia K. Gorshenin, donde le informan que «desde el año 1921 hasta hoy en día (1954), por crímenes antirrevolucionarios fueron juzgadas 3.777.380 personas, de los cuales fueron condenadas a la pena capital 642.980 personas». Es un número importante, que refleja lo duro que fue abrir el camino al socialismo, resistir las intervenciones extranjeras, la contrarrevolución interna y la destrucción durante la II Guerra Mundial. De todos modos, está muy alejado de los 10 millones meneados por el anticomunismo.

Cosas algo atenuadas se han dicho contra Cuba. En la ONU, en 1964, al Che Guevara lo acusaron de que la revolución había fusilado y él replicó dijo que lo habían hecho y podían seguir haciéndolo «si fuera necesario».

La mayor parte de las penas de muerte (550) se produjo en 1959 contra los personeros más tenebrosos de la represión batistiana. Hubo ejecuciones en La Cabaña, tras juicios revolucionarios. Luego esa pena capital cayó en desuso. La última vez que se empleó fue contra tres delincuentes que en 2003 tomaron una embarcación con gente y la llevaron mar adentro, en un contexto de provocación que podía terminar con una intervención yanqui en el mismo año de la invasión a Bagdad.

En el ex Cuartel Columbia, una suerte de Campo de Mayo, rebautizado como Ciudad Escolar Libertad y dedicado a la enseñanza, «se han graduado desde 1960 más de 184.713 estudiantes de diferentes niveles de enseñanza», como recordó el 10 de enero pasado el vicepresidente Miguel Díaz Canel.

Si es por fusilamientos, a los patriotas de mayo de 1810 tampoco les tembló el pulso para ajusticiar a Santiago de Liniers y cuatro complotados españolistas en Córdoba; a Martín de Álzaga y otros 32 cómplices en Buenos Aires; al mariscal Nieto, De Paula Sanz y Córdova en el Alto Perú, etc. Contra Juan J. Castelli y Bernardo de Monteagudo se escribieron cosas muy ofensivas, como contra Fidel y al Che, pero gracias a esos y otros patriotas y revolucionarios Argentina no fue un apéndice de la España monárquica.

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