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LA MUSICA NEGRA EN AMÉRICA LATINA

Oscar A. Fernández O.

La presencia africana ha dejado una marca profunda en las culturas latinoamericanas a través de la música. Casi todos los géneros más escuchados, ampoule and cantados y bailados en América tienen su raíz en las tradiciones de las comunidades africanas que llegaron al continente desde el siglo XVI, cheap al igual que el Blues y el Jazz y otros ritmos en Norteamérica. A través de fascinantes procesos de mezcla, search apropiación y comercialización, varios se han convertido también en símbolos nacionales, como la samba brasileña o el merengue en la República Dominicana. Todos estos ritmos dan testimonio de la vida cotidiana, las ilusiones y los sentires de diversos grupos y generaciones.

Cuba o “Siboney”, nombre indígena de la isla, ha sido un escenario central en el desarrollo musical latinoamericano. No solo fue La Habana el puerto más importante del imperio español en América hasta el siglo XIX (en 1800 era la tercera ciudad más grande de América después de Nueva York y México), sino también el lugar caribeño más visitado por turistas de Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX. Por este estrecho contacto con Europa y Norteamérica, así como por su extraordinaria fuerza rítmica, la música cubana alcanzó gran difusión mundial, obtuvo altos ingresos económicos, y se multiplicó para responder a diversos públicos. Tras la revolución de 1959, la producción musical cubana se bifurcó entre la isla y los Estados Unidos, lo cual la enriqueció todavía más. No es sorprendente, pues, que numerosas formas cubanas tengan hoy fama internacional, desde la guajira (1800), la habanera (1860) y el danzón (1870) hasta el bolero (1900), el mambo (1940), el chachachá (1950), el “Latin Jazz” (1950) y el songo (1970), entre muchos otros. Las fuentes más antiguas de los ritmos cubanos están en los rituales de la santería y en las formas de canción campesina conocidas como “el son”.

La música santera se manifiesta especialmente en los bembés, rituales que están dirigidos por tres tambores de distintos tamaños –los Batás– mientras un solista –el akpwon– canta el himno respectivo al cual responde el coro o ankorí ( HYPERLINK “http://www.bowdoin.edu.com” www.bowdoin.edu.com) Esta estructura de llamada-respuesta está en el corazón de muchos ritmos contemporáneos. De la música santera surgieron estilos seculares en los cabildos (reuniones legales de esclavos durante la época colonial) y los carnavales populares. Así nació la rumba (1870), un término que se refiere a muchos tipos de baile. El guaguancó es el tipo más conocido, que imita los movimientos de apareamiento entre el gallo y la gallina. La rumba tuvo gran difusión comercial en La Habana de los años 1930-50, y se considera, junto con el son, el ritmo nacional de Cuba. El son montuno es un tipo de canción que se originó en las montañas de la Sierra Maestra, al oriente de Cuba. De las montañas “bajó” el son a la capital en los años 1920, en especial definido por el legendario Trío Matamoros.  El pregón es una práctica popular para vender toda clase de productos en las calles, y este género musical cubano lo representa en la primera mitad del siglo XX con diferentes ritmos afro-caribeños. Varios pregones han alcanzado fama internacional, especialmente “El manisero”  de Moisés Simons.

El merengue es el ritmo afro caribeño que, no sin una fascinante historia de intercambios y ocultaciones, se convirtió en símbolo musical de la República Dominicana desde la época de la ocupación norteamericana durante la primera mitad del siglo XX. Variaciones de este género, sin embargo, se encuentran también en Haití, Puerto Rico, Colombia, Venezuela y otras zonas caribeñas desde fines del siglo XIX. Entre sus elementos tradicionales hay que mencionar el acordeón –que no es típico de los ritmos afrocubanos, y que se incorporó con la inmigración alemana a fines del siglo XIX–, la güira y la tambora.

La cumbia colombiana y panameña, pariente de los porros del Caribe venezolano y colombiano, es el ritmo de ascendencia africana más representativo de la patria de García Márquez. Su nombre se deriva de “cumbé”, un ritmo de Guinea Ecuatorial en África. Muy diferente musicalmente del son cubano y de la salsa, tiene más afinidad con los géneros del Caribe anglo y francoparlante. Uno de sus instrumentos característicos es la gaita, de origen indígena. Este instrumento se asocia también con el vallenato, ritmo del Caribe colombiano que tiene una historia legendaria, siendo de la región donde creció el mismo García Márquez. Uno de sus instrumentos distintivos es el acordeón.

En el Caribe angloparlante antes llamado West Indians, ha sido también espacio de variadas formas musicales de herencia africana con gran fama internacional e intensa comercialización. Uno de los ritmos más tradicionales, asociados con Trinidad y Tobago, Barbados y Jamaica, entre otros, es el calypso. Con él se conectan la soca, el regué (antes Ska, una reversión jamaiquina del Rhythm & Blues) y la poesía musical del rapso, que aparecieron en años posteriores. Con particular fuerza política y espiritual, la obra de Bob Marley es posiblemente la forma de regué más conocida alrededor del mundo.

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