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LA MÚSICA DE LAS ESFERAS

-EL LENGUAJE DEL ALMA—
Carlos Seijas, F.R.C. (7)
(De la Revista El Rosacruz, Abril-Junio de 2008)
Ejecución de la música sin trampas

Es imposible concebir los poderes de la música separados de una referencia al sistema tonal o modal. El sonido de un instrumento encierra en sí mismo las leyes de la organización de la tonalidad. La nota fundamental y sus armónicos se organizan naturalmente de una manera precisa. Son cosas con las cuales no se puede hacer trampas. Desde este punto de vista, conviene no separar el Oriente del Occidente. Toda Europa obedece a casi las mismas leyes melódicas que la China, la India, Persia y los países árabes. La música europea clásica tardía constituye un caso aparte, pero, en todo lugar un canto sigue siendo un canto. ¿Y cómo se podría cantar en doce semitonos?

Hablando de instrumentos, hay algunos que se prestan particularmente a la transmisión de influencias y poderes. Gente profundamente arraigada en la tradición, como los sufíes, por ejemplo, nos responden que sin ninguna duda ciertos instrumentos transmiten mejor que otros. En Turquía y en todo el mundo árabe, la flauta de caña es un instrumento cargado de efectos espirituales. Y esta flauta se la encuentra en el Japón como flauta de bambú en la música Zen (el sakuhachi) donde es tocada de una manera muy semejante al ney turco. Se puede difícilmente evocar una influencia cultural en el uno o el otro sentido, y sin embargo, la similitud está presente. Ciertos instrumentos de cuerda frotada están igualmente cargados de poder, tal como las diferentes violas. En la cultura occidental es el violín el instrumento más cargado de poder. Pensemos en Paganini y su violín del diablo; en la Sonata a Kreutzer, en la sonata El Trino del Diablo de Tartini, etc. Todo esto evoca un universo fantasmagórico. Se encuentra también el tambor sobre bastidor circular, repartido por todo el Oriente y África del Norte. Es el instrumento chamánico por excelencia de los siberianos, los japoneses, los indios americanos, de todas las confraternidades derviches que practican la letanía en voz alta (zikr).

Aproximándose a una

dimensión esotérica

Cada cultura posee sus instrumentos privilegiados; pero un músico animado de un poder espiritual, un maestro espiritual, podrá obtener un efecto con prácticamente cualquier instrumento. De todas maneras, los instrumentos privilegiados por ciertas culturas no lo son por azar; los maestros de música más perfectos y más iluminados lo dicen así. La estructura melódica constituye la base, pero es preciso trabajar esa base para que se produzca el efecto en la música. Los ornamentos son una manera de aproximarse a una dimensión más esotérica. Lo que todo el mundo capta inmediatamente es la estructura, la tonalidad, el ritmo, la melodía simplificada, pero el oído ejercitado apreciará las finezas en la manera de ejecutar. Es análogo a lo que nos sucede a nosotros. Se puede tocar un preludio de Bach de una manera determinada. Todos dirán: “es correcta”, pero el aficionado entendido captará otra cosa: todo el arte de la ornamentación desplegado por el ejecutante. En la música persa si se quita eso, no queda nada.

Se considera que la ornamentación es algo que se “agrega” a la música; pero es necesario recordar que, generalmente hablando, esta música es más libre; no se ejecutan “partituras”, sino un tema más bien fijo que se ornamenta al gusto. El éxtasis musical llega cuando todos esos elementos son reunidos. Si no, no son más que imágenes del éxtasis. El “poema del Éxtasis” de Scribian, por ejemplo, no es una representación del éxtasis sino un ensueño de cómo este podría ser. Igualmente, los derviches “giradores” turcos actuales que presentan espectáculos endulzados para turistas, actúan el éxtasis pero no están en absoluto dentro de él; sus posturas corporales siguen estéticamente el simbolismo de una danza reglamentada. Pero el éxtasis que viven los derviches kurdos no está programado ni es mecánico. Los derviches son penetrados completamente al nivel físico, al nivel emocional –lloran a menudo— y al nivel imaginativo: están verdaderamente en otro mundo, la música los hace pasar a otro universo. Tal es la finalidad.

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