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LA MÚSICA DE LAS ESFERAS

-EL LENGUAJE DEL ALMA—
Carlos Seijas, F.R.C. (4)
(De la Revista El Rosacruz, Abril-Junio de 2008)

La música induce a la introspección

La práctica en ciertos instrumentos ayuda a desarrollar músculos específicos. Así, el piano ofrece excelentes oportunidades para la flexión de los dedos, la extensión y abducción de la muñeca, la flexión y abducción de los hombros y ejercita el cuello y la espina dorsal. El violín y el violonchelo desarrollan la flexibilidad de los dedos de la mano izquierda, la flexión y extensión del codo derecho y de la muñeca, y la abducción y aducción del hombro.

La música se ha mostrado muy efectiva en el caso de pacientes con lesiones cerebrales que produzcan disminución en su coordinación motora, como síntomas espasmódicos, rigidez, ataxia, temblor y las extremidades superiores, trastornos de las palabras y defectos auditivos y visuales. Aún en enfermedades como la distrofia muscular progresiva, la ejecución de instrumentos musicales simples puede contrarrestar la atrofia por falta de ejercicio y retardar el progreso de la parálisis, esto agregado al efecto psicológico que produce en el paciente el sentirse capaz de desempeñar alguna función por sí mismo.

El canto ha sido siempre reconocido como beneficioso en ciertas funciones fisiológicas tales como respirar, y un remedio en el caso de sus perturbaciones. En investigaciones sobre niños retrasados se ha observado que muchos de estos niños padecen afecciones catarrales y adenoides que perturban su respiración y el sentido del oído. La salud general mejora como resultado de un adiestramiento sistemático de la respiración profunda y el dominio de la respiración requerida por el canto. El apoyo que la música da a los ejercicios físicos es un hecho reconocido. Ella permite que aún los pacientes con menos aptitudes físicas se desempeñen mejor y durante más tiempo sin cansarse. El ritmo musical estimula la acción corporal y alivia la fatiga física. Aún cuando este tipo de música sea insignificante desde el punto de vista de la estética musical, tiene una forma, una continuidad armónica y melódica temporal, elementos que le asignan cierto sentido a los movimientos repetidos e inexpresivos. Este efecto es observable cuando acompaña la repetición de ciertos sonidos que de otra manera podrían parecer estáticos, producir aburrimiento fatiga o desatención. Los sonidos verbales parecen moverse con la música sobre una secuencia de acordes que se desenvuelve musicalmente hacia una concusión lógica. Se aplica especialmente en tratamientos de foniatría.

Cuando se trata de pacientes incurables que padecen desajustes emocionales o sociales, la música puede desempeñar un valor de compensación, que no afectará la invalidez en sí misma, pero que les ofrecerá otras posibilidades de nutrir su autoestima. A nivel estrictamente sensorial el uso de la música puede ayudar al ciego a desarrollar la percepción auditiva y enseñarle a confiar en su capacidad de oír secuencias de sonidos. Además, el empleo de la música en su adiestramiento físico colabora en el desarrollo del sentido espacial del que carece.

Para los sordos la música puede ser físicamente terapéutica, pues corrige ciertos efectos fisiológicos debido a esa discapacidad. El niño sordo carece de ritmo corporal porque este se desarrolla por el oído. Los niños normales asimilan los ritmos naturalmente a través de los diversos sonidos que se producen a su alrededor desde que nacen. Instintivamente los oyen como esquemas rítmicos a los cuales su cuerpo responde y aplica a todos los movimientos físicos incluso a los relacionados con el habla. El niño sordo, por no tener consciencia de un ritmo físico interior puede caminar o hablar de un modo caótico. Parece absurdo enseñar música a los sordos, pero en este caso el aprendizaje se reduce a formas simples de vibraciones rítmicas.

El niño las percibe por canales nerviosos diferentes de los aditivos por su pie y su sistema óseo. Le pueden llegar las vibraciones musicales a través del piso de madera sobre el que baila, del tambor que golpea, del costado de un piano sobre el que se apoya mientras alguien lo toca, o colocando los dedos sobre la caja de un violín o guitarra que está sonando, de esa manera logra percibir las vibraciones, sentir y memorizar sus esquemas rítmicos, y luego puede aplicarlos en su habla lo mismo que en sus movimientos físicos, aún en el baile.

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