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La minería metálica, el conflicto socio – ambiental por el agua

@GloriaCoLatino

“Esta es una de las actividades más contaminantes en términos ambientales, cure la gran industria minera está ligada al agua y la vida de los pueblos”, viagra expresó Rodolfo Calles, cialis facilitador de la Mesa frente a la Minería Metálica en El Salvador.

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Tierra, vigente desde 1970,  constituye  un llamado a la conciencia de pueblos y gobiernos a establecer medidas  que erradiquen la contaminación del medioambiente.

Calles señaló que si las empresas mineras se instalan en el país, y explotan todos los proyectos que han gestionado con los ministerios de economía y medioambiente se suscitaría  un conflicto más grande del que existe en la actualidad.

“Al hablar de la gran industria minera, básicamente entramos al tema agua, que será también un conflicto social grande entre las comunidades además, las reservas hídricas en el país no son bonancibles”, explicó.

A punto de entrar en estrés hídrico El Salvador es considerado entre las naciones más deforestadas a nivel latinoamericano, que convierte su situación  en un riesgo constante, ya que está considerado “a punto de entrar en estrés hídrico”.

Las aseveraciones de Calles se basan en los mismos estudios que han presentado las empresas mineras. En la Mina El Dorado, la transnacional planteó que utilizarían 10.5 metros cúbicos de agua por minuto, lo que equivale a la cantidad que utiliza una familia en veinte años para su consumo.

“Si esa cantidad la extrapolamos a 20 o 25 proyectos mineros más, que se están solicitando, sería un consumo exagerado de agua  y esta agua hay que quitársela a alguien y básicamente serían estas comunidades a quienes limitarán este recurso”, afirmó.

A la amenaza del recurso hídrico se suma la contaminación por el uso de cianuro, arsénico o ácido sulfúrico, que libera los “metales preciosos” de la roca extraída del interior de los cerros lo que afecta directamente el medioambiente y pobladores de la zona. “Algunos de los proyectos están en las riberas del río Lempa, y sabemos que este cuerpo de agua es la columna vertebral o quizás la aorta del país en términos del recurso hídrico; utilizamos al Lempa para agua potable del Gran San Salvador, en producción agropecuaria, pesca, ganadería, turismo, y las transnacionales solo vendrían a crear un grave conflicto social”, observó.

Calles hizo referencia de casos emblemáticos en países vecinos, como el Valle de Siria, departamento de Francisco Morazán, Honduras, que han tenido como consecuencias ríos contaminados  con severa reducción de su caudal e inadecuados para consumo humano.

“La presencia de estas empresas han generado conflictos sociales entre las comunidades y contaminación; además, las personas reflejan la disminución de calidad de vida, no tienen agua, acumulan más enfermedades, y en cambio las transnacionales mineras se llevaron las ganancias”, señaló.

La Mesa Nacional frente a la Minería Metálica trabaja  junto a la comunidad en San Sebastián, en Santa Rosa de Lima, La Unión, por un proyecto de agua potable que beneficie a los caseríos la Presa, el Comercio, Baratillo y Quebrada Hueca, afectados por la explotación minera de Gold Mine ahora Commerce Group. Esta empresa canalizó un drenaje ácido al río San Sebastián con los residuos de colas (desechos sólidos), en la década de los años cincuenta y que cerró operaciones por el conflicto armado.

“Estamos acompañando a la comunidad de San Sebastián, que busca alternativas para acceder al agua potable, el  impacto ambiental

provocó la contaminación y terminó con el recurso hídrico”, agregó.

Las condiciones actuales del país, reiteró Calles, hacen inviable la explotación minera, un territorio reducido,  densamente poblado y con las condiciones de un estrés hídrico, puede ser una marcha sin retorno.

“Nosotros esperamos junto a la comunidad, que el gobierno cumpla lo que ha prometido; el presidente electo Salvador Sánchez Cerén, habló del Buen Vivir y esto tiene que ver con mejores condiciones de vida en salud, educación y medioambiente libre de contaminación”, reflexionó.

Ahora, la comunidad se debate entre el proyecto de agua, y el cese laboral de los “güiriceros” como llaman a los mineros artesanales, que aun utilizan el “asogue” (cianuro) para limpiar el oro de la roca, un químico que alarga el ciclo de la contaminación.

Heredamos solo la contaminación : Gustavo Blanco

Gustavo Blanco proviene de una familia de mineros. Siendo un niño, ocupó  el cargo de su padre por complicaciones de salud.

 “El trabajo era muy duro, nunca pasó consulta, murió en la casa sin que nunca un médico nos dijera de qué padeció, recordó.

“Mi padre enfermó, así que fui al plantel de la mina y cubrí su puesto que era fijo, los otros trabajadores eran eventuales, le pagaban 19 colones ($2.15);  era un porcentaje que le daba la empresa por ser socio de la MISANSE (Sociedad Minera de San Sebastián), era de esa sociedad que compartía acciones con la Gold Mine, que luego cambió su nombre a Commerce Group. Recuerdo  también, que había que tolerar a los capataces que no tenían compasión por los  trabajadores, todos ellos eran extranjeros”, narró.

El conflicto armado de los años ochenta marcó la salida forzada de Commerce Group de la mina de San Sebastián, posteriormente el gobierno en turno decide declarar en propiedad a los pobladores de la zona, no obstante, Blanco explicó que como socios minoritarios saben que no tienen “autoridad sobre la tierra”.

“Esta sociedad se fundó con 90 personas, solo  hay una escritura social en común, pero nadie puede sacar una escritura registrada en propiedad, tenemos títulos pero son solo por posesión de que vivimos aquí desde que nacimos y al volver los dueños no podemos hacer nada jurídicamente, si encuentran una veta de mina en mi solar no tendría ya nada que hacer ahí, porque la empresa (Commerce Group) es legalmente la dueña”, indicó. Ahora, los pobladores de los caseríos la Presa, el Comercio, el Baratillo y otros que suman alrededor de un mil familias, que suman cinco mil habitantes, trabajan en una alternativa de agua potable en sus comunidades.

“Este río todos la ocupábamos,  en verano no se secaba, pero los residuos de las colas (agua con desechos) que  lanzaron acabó contaminándolo, cambió el color, el caudal, hasta reducirlo a su muerte y estoy hablando de 1975,  mi padre me decía que en las noches cuando no ajustaban las pilas, descargaban los venenos, y es que a la empresa nunca le interesó la comunidad”, aseveró.

Los “güiriceros “ y el uso de químicos contaminantes

Walter Melgar, de 37 años de edad, se declara “güiricero” o  minero artesanal, como él, una población de 500 personas se dedican a este oficio que requiere pericia, paciencia y voluntad.

Han levantado sus campamentos  en las laderas del cerro San Sebastián.

Con un techo de plástico negro tapan unas hamacas desgastadas por su uso. La mayoría trabaja en jornadas de una hora:  “somos gente de valor vamos a las entrañas de la tierra”, comentó.

La exposición constante al calor al interior del cerro es un reto de los “güiriceros” , la temperatura puede alcanzar entre los 46º a 60 grados, como un horno natural genera una sensación abrazante y húmeda del sudor y la ropa, que solo se resiste con un ventilador que lanza constantemente aire para mitigarlo de forma leve.

El mote de “güiriceros” no les molesta, pero si las declaraciones del Ministerio de Medio Ambiente (MARN), que les ha señalado como “contaminadores” del medioambiente.

“No usamos químicos para extraer el oro, sacamos el que  está suelto o libre y no trabajamos con dinamita, pólvora o máquinas como las empresas que explotaban las crestas de las rocas, lo hacemos con chuzo (punta) de acero y almaganas”, aseveró.

Melgar argumenta sobre la base de las galerías que la empresa minera abrió durante su estadía, que tienen 2 metros de altura y un riel que servía para mover los carretones de metal con la roca que aprisiona el metal precioso.

Como mineros artesanales sus incursiones al interior del cerro las realizan a partir de  80 metros lineales y 80 metros de inclinación hacia la profundidad.  Melgar explicó que la técnica obedece a que la parte superficial del cerro ya no existe más vetas de oro.

“Cuando encontramos los hilos reales o derrames, que son un ramal como las venas de una gente, lo preparamos picamos, sacamos la roca y lo trituramos, le damos de 12 a 14 horas de fuego, luego nos pasamos a un molino artesanal y lo sacamos con “asogue” (cianuro) un líquido que es como un imán que lo va recogiendo y luego lo quemamos en un tiesto, esto lo podemos hacer en la casa y después lo llevamos al joyero, él también lo quema y lo pesa antes de pagar”, comentó. Este proceso que podría durar entre una semana o dos, afirmó Melgar, que no es bonancible, pero a falta de empleos generar ingresos económicos familiares,  se vuelve prioridad pues muchos güiriceros son padres de familia.

Melgar señaló que al abrir una boca mina no les garantiza encontrar un ramal con oro de inmediato, muchos tiene hasta dos años de estar trabajando y solo les ha generado 125 dólares por año.

“El oro está ahí, desperdigado, las mineras se llevaron lo más, esto lo hacemos porque no hay alternativa de otro trabajo; mi  oficio es la albañilería pero aquí la construcción es escasa, pero si dieran un empleo en otra cosa me voy, no seguiría arriesgando la vida y saldría adelante”, reiteró.

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