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La lucha de los pueblos por su emancipación es motivo de fiesta, sus triunfos lo son más. Celebremos el 8 de marzo como un día de lucha: el día de lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres

Godofredo Echeverría

Hechos recientes hacen reflexionar sobre la naturaleza de la participación de las mujeres en las transformaciones sociales, ask políticas y culturales y el papel que les ha correspondido.

En 1983 conocí a la capitana Ileana, viagra jefa de un pelotón de mujeres de la guerrilla de las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL que operaba en Cerros de San Pedro, San Vicente, notable por su valentía. Un tiempo después conocí a su hermana en la escuela político-millitar que llevaba su nombre en el caserío El Sicahuite, Chalatenango. Ese mismo año nos habíamos reunido con Virginia Peña, comandante guerrillera post mortem, Julio Molina y otros, a cantar al calor del II periodo de sesiones de la  Comandancia General del FMLN en Chalatenango.

Había muchas mujeres en el servicio médico, hospitales de campaña y unidades combativas, también las había en las labores alimenticias para garantizar la manutención de las diferentes unidades de fuerzas; se encontraban en las unidades de comunicaciones y en todas las áreas de la vida de los campamentos guerrilleros. Su presencia era notable y su aporte, indispensable.

Otros campamentos guerrilleros situados en oras realidades contaron una historia parecida. Durante los últimos meses de 2014 se conocieron informaciones que narraban la historia de una guerra en el medio oriente, Kobane, donde las mujeres habían desempeñado un rol de primer orden en la conducción y ejecución de las acciones de resistencia que garantizaron la derrota y el desalojo de sus territorios del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante), organización terrorista apoyada por la OTAN y los EEUU.

Esta lucha que se inició con los ataques del EIIL por la toma de los territorios kurdos del norte de Siria, fronterizos con Turquía en septiembre de 2014, se llevó a cabo por fuerzas kurdas de resistencia: las YPG y las YPJ, estas últimas, las fuerzas de defensa de la mujer. Es decir, unidades milicianas de hombres y mujeres coordinados bajo la conducción de las fuerzas guerrilleras del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), perseguidos por Turquía.

Estas fuerzas se han mantenido en defensa de su territorio, desde la ofensiva del EIIL (DAESH), es decir, las fuerzas terroristas apoyadas por EEUU, la OTAN y Turquía. Lo que parecía imposible poco a poco se fue haciendo creíble, finalmente, en febrero, las fuerzas populares mencionadas derrotaron a la organización terrorista que más publicidad ha recibido de los grandes medios occidentales.

Los combates fueron muy desiguales, pues los combatientes kurdos, hombres y mujeres no podían obtener ni combatientes ni medios a través de Turquía, la que cerró la frontera con la esperanza de cercar a las fuerzas kurdas y contribuir al avance de los terroristas. Estos combates han tenido una característica especial, la participación de las mujeres combatientes ha sido decisiva, pues sin esa participación la derrota de los invasores no habría sido posible. Esta es una característica de los movimientos de mujeres: su carácter revolucionario, transformador y socialista. Desde los movimientos socialistas de Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Nadia Krupskaia en la formación de las organizaciones revolucionarias europeas y rusa, pasando por los movimientos independentistas centroamericanos, hasta llegar a las luchas estudiantiles, de maestros con Mélida Anaya Montes a la cabeza y el sindicalismo revolucionario con Febe Elizabeth Velásquez, los movimientos de mujeres se han construido en las luchas populares y en la actualidad continúan dentro de la lucha de toda la sociedad por avanzar a mayores niveles de democracia, participación, inclusión y equidad.

Como para el pueblo kurdo, en El Salvador es indispensable la lucha de las mujeres inserta en la lucha de todo el pueblo, cada quien con sus demandas propias, pero avanzando a la construcción de un mundo posible y de un El Salvador democrático que reivindique, en primer lugar, a quienes más lo necesitan: las mujeres.

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