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La llaga desnuda

Erick Tomasino

 

ADVERTENCIA

1. Esto no es una autobiografía.

2. El lenguaje utilizado en este texto, store es de exclusiva responsabilidad de sus personajes.

3. Es probable que este libro, discount no sea el mejor que lea en su vida.

 

Final

Escribo de nuevo una carta, here lo que hacía tiempo habría dejado en alguna cueva arrinconada. Y por fin me he animado.

Me vienen a esta hora recuerdos de esos días que compartimos, desde que nos vimos la primera vez aquel quince de septiembre y la sorpresa de cómo entramos rápidamente en confianza, con tus valoraciones, tus interrogantes, tus puntos de vista sobre cosas que yo ni siquiera veía. Hasta nuestras discrepancias. Debo de admitir que desde ese día quedé con ganas de seguir compartiendo con vos.

Luego, las incontables horas donde hablar de un libro nos llevaba al cine, a la historia, hablar de puentes imperceptibles donde se juntaban nuestras inquietudes, con la timidez que nos caracteriza a ambos dejar cosas sueltas siempre para después. Hablar de la poesía encontrada y reencontrada, animarme a escribir y pensar que es la hora de hacer cosas importantes.

Querer que esas horas fueran infinitas y reclamar -a lo que sea- el hecho de que los caminos nos juntan para alejarnos. Que existe siempre le esperanza de encontrarnos en otro tramo de la vida. Pensar que una es egoísta por querer hacer de la vida de la otra persona parte de la suya, como si cada quien no tuviera ya una vida y que una debe aprender a vivir la propia.

Admito que ha sido tanta mi gana de compartir con vos, que temí ahogar tu espacio o que peor aún me lo impidieras. Sabrás que soy una chica que tiene miedo a la contención y quizá por eso tenga que callarme y evadirme como una especie de autoflagelo naturalizado. Ahora me vuelvo fría cuando en verdad lo que emana en mí es la pasión y el afecto que en algún momento tendría que haberte expresado.

Me quedan los motivos de escribir, de sentir el cariño y el deseo de compartir con alguien desde cualquier lugar del planeta, me reafirma esta capacidad no siempre vista de sentir un amor profundo más allá de las normas y los clichés.

A vos te lo debo por ahora. Te lo devuelvo en el próximo encuentro.

Con todo el cariño en sus múltiples formas…

Carol.

 

De vuelta a la calle

La carta tenía algo de pronóstico. Era difícil no reaccionar cuando se le ha tenido cerca y mi debilidad ante la ausencia me ha llevado a situaciones que me sorprenden. Me preocupo de mí al extremo de angustiarme. Jamás en mi vida pude superarlo.

Era tan corto el camino de casa a la siguiente cerveza y me sentí merecedor de la última hasta el final del juego. Mientras ese fantasma no dejara de perseguirme y abrumarme lo único que me quedaba era de nuevo la desidia de resolver de buena manera este final que ahora me tiene observando ese viejo cable del que me caí.

Por fin el tipo que solía observarme se me acercó a mitad de la noche. Me reclama sobre una relación de la cual fui totalmente inconsciente. “Te has liado con mi chica”. Puede ser. Jamás les pregunté su estado civil. Sonrió irónicamente y me desarmó una botella en la sien. Caí como de una nube mientras trataba de recordar la causa de mi infortunio. Al menos no soy un cabeza dura, la sangre comenzó a fluir bañando mi rostro y apenas un rumor se escuchaba producto del espectáculo.

Traté de incorporarme pero estaba demasiado débil. El dolor me hacía sentir mejor. El tipo siguió dando puntapiés en mis costillas y vi la luz. Después de tantos años por fin en el bar pusieron una luz clara. Era maravilloso ver todos aquellos rostros excitados por mi dolor. Fui arrastrado hacia afuera y un sonido agudo presagiaba que después de esta noche no sería el mismo.

¿Cuál es su nombre? preguntaba. Quiero saberlo, gritaba con sutil preocupación. Saberlo podría haber sido el alivio para ofuscar mi dolor. Pero el tipo me desarmó hasta acabar con sus fuerzas. El polvo me asfixiaba y apenas miraba todos los rostros que dibuja el pavimento. Esta llaga es menos dolorosa que las otras, al menos esta era verdadera.

Y le vi pasar entre un poste y otro como un ángel en el teleférico. Se reía de mí haciendo ademanes como de bienvenida. El sabor del asfalto es extraño si se mezcla con alcohol. Todo parecía más claro. “Tu est seulement à moi”.

Si después de esta sigo vivo prometo tomarme un buen trago. Mimetizado estaré con la ciudad y dejaré de preocuparme por Ella. Hoy el cielo está despejado, no creo que llueva. Nada lavará mi sangre. Me estarán recordando por varios días en esta calle. Por fin alcancé la fama.

Erick Tomasino. (San Salvador, El Salvador. 17 de agosto de 1982). Escritor. Inició su formación literaria en 1998 con el Taller Literario Agüijuyo de la ciudad de Atiquizaya. Fundador de los ya extintos colectivos artísticos El Séptimo Ego, Universo y ¡DALE! todos en la ciudad de Santa Ana. Ha compartido sus escritos a lo largo de Centroamérica. Ha sido publicado en la revista OtrosLunes (España, #29). Seleccionado en la antología “Poetas del fin del mundo” (Soconusco, Chiapas). Fue miembro del equipo editorial de la revista “El Gallo Maíz” y del sitio Antes da Tempestade. Escribe en el blog La Ciudad y Su Sombra. Ha publicado “Reverso del Arcoíris” y “Diálogos con la mujer murciélago”.

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