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LA FELICIDAD

Dr. Christian Bernard, F.R.C.(No. 3 último)
Actual Imperator de la AMORC
El trabajo es felicidad

En el final del trabajo anterior se dijo que “el descubrimiento y la novedad serían entonces estimulantes, para la sensación de felicidad. Este cuarto descubrimiento nos lleva a la quinta razón (que se dará más adelante), que contribuiría a nuestra felicidad durable, o casi: la actividad”. Continúa ahora:

   5. El trabajo es también una de las fuentes principales de satisfacción, por lo tanto, de felicidad, ya que es en la actividad que experimentamos el olvido del yo casi mágico. El aburrimiento lleva a la depresión. Por ello, si usted ya no está en edad de trabajar, como lo entiende nuestra sociedad, dedíquese a otras actividades benévolas. Estará de acuerdo con el hecho de que dedicarse a una causa altruista es en sí un gran estímulo. No se prive de ello porque la ayuda de los demás es una fuente  incomparable de felicidad. A eso deberá agregarse un trabajo espiritual, hecho cada día a su intención, ya que esta acción es también una forma de ayuda útil para los otros y además es estimulante.

   6. Otra constante se concibió. Concierne a la edad. Con frecuencia se refiere a la plenitud de la vejez, y muchas personas de más de sesenta años se declaran más felices que cuando eran jóvenes. Parece ser que con el tiempo aprendemos a apreciar más intensamente toda sensación de satisfacción. Por eso, si son jóvenes, esfuércense sin esperar la edad madura, por ver siempre el aspecto positivo de la vida, de las condiciones materiales y morales en las cuales evolucionan. Por supuesto, tal vez no hayan realizado todavía todos sus sueños, pero siéntanse orgullosos de lo que ya han realizado.

     Invitación a un pequeño balance

   7. El séptimo y último punto revelado por los científicos antes mencionados, tiende a probar que el “remedio milagroso”, contra la desgracia o la clave más grande de felicidad, sería la gentileza. Y si, las personas que se dicen felices son en su gran mayoría más gentiles, más agradables y más generosas que las otras. La bondad, la atención hacia los demás y la compasión serían factores determinantes para  alcanzar la felicidad. Agregaría que los impulsos del corazón no deben satisfacerse con ser interiorizados, por lo tanto rechazados. Deben ser expresados y manifestados concretamente.

   Ahora los invito a que regularmente hagan un pequeño balance. ¿A quién han hecho el bien en estos últimos tiempos?, ¿ha pensado agradecer a quienes les han ayudado?, ¿ha dicho algún cumplido a su cónyuge, a sus hijos, a un vecino o a un colega de trabajo? Al hacerlo ofrecerán un agradable instante de felicidad al otro, al mismo tiempo contribuirán a su propio bienestar. Dicen que: “la más grande felicidad es la que se hace al prójimo”.

   Si resumo estas breves reflexiones, podemos decir que la ciencia, piensa que la felicidad asocia una zona del cerebro a los comportamientos, inclusive a formas de pensar, que hacen feliz: estar activos, ser altruistas, vivir el tiempo presente, ser ordenado y organizado, aceptar las cosas, los acontecimientos como se dan y la edad con serenidad, sobre todo, ser gentiles y amables. Ahora bien, es muy cercano, o similar a lo que los científicos en general y los Rosacruces, en particular pregonan desde siempre.

   Comenius, eminente Rosacruz del Siglo XVII, incitaba al hombre a nunca apartarse de su objetivo: ¡La felicidad! Harvey Spencer Lewis, imaginaba la felicidad ideal en un ambiente apacible y  amistoso. Al igual que  la Madre Teresa, cuya alegría era magnífica, la Hermana Emmanuel, le dijo: “La felicidad es gozar simple, lisa y llanamente todo lo que se tiene y lo que uno es, sin comparación con los demás; dar la más grande importancia a las relaciones simplemente humanas”. Es tomarse el tiempo viviendo intercambios desinteresados, compartir afectuosamente con quienes nos rodean”.

   Para concluir diré que en lo absoluto, la felicidad se sitúa en la aptitud a amar a todo ser y a respetar todo lo que vive. Inspirados por ese amor, sentimos nacer en nosotros uno solo deseo, positivo y constructivo, esto es, utilizar nuestros dones y talentos para servir, ayudar, reconfortar, guiar y procurar la paz. Visto desde este ángulo, la búsqueda que debemos llevar es simple, porque consiste en cultivar la serenidad y a desarrollar la inteligencia del corazón. Eso supone tener pensamientos puros, decir palabras útiles y hacer de tal  suerte que nuestras acciones sean constructivas.

   Estamos convencidos de que es en lo más profundo de nosotros mismos, donde se encuentra la fuente de la felicidad, si hacen de ustedes el precepto de ¡Conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses!, entonces, créanme, conocerán más que al Universo y a los dioses: ¡Conocerán la Felicidad!

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Por Ralph M. Lewis, F.R.C. (Pasado Imperator de la Antigua y Mística Orden Rosacruz AMORC, …