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Michel Temer y Luiz Inácio Lula da Silva.

Justicia y política vuelven a cruzar armas en Brasil por el caso Lula

Brasilia/AFP

Damian Wroclavsky

Justicia y política volverán a cruzar armas esta semana en Brasil, en la que el expresidente Lula se juega su libertad y el presidente saliente Michel Temer, investigado por corrupción, trata de mantener vivas sus aspiraciones electorales.

El Supremo Tribunal Federal (STF) dirá el miércoles si acepta un recurso (habeas corpus) presentado por la defensa de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) para evitar que empiece a purgar una condena de 12 años y un mes por corrupción pasiva y lavado de dinero hasta tanto no haya agotado todas las instancias judiciales.

Si deniega el recurso, nada se interpondrá en principio a un arresto de Lula. Caso contrario, el camino de los tribunales podría extenderse y sobre todo dejarlo libre durante la campaña para las elecciones de octubre, que se anuncian como las más inciertas desde el retorno de la democracia en 1985.

El ‘caso Lula’ enfrenta a jueces «garantistas» y a los defensores de la Operación Lava Jato, una investigación que usó la prisión preventiva, las delaciones premiadas y el cumplimiento de penas después de una condena en segunda instancia para desvendar una multimillonaria red de sobornos entre empresarios y políticos.

Lula, de 72 años, fue sentenciado por recibir un apartamento de lujo de la constructora OAS, involucrada en la trama de desvíos de la estatal Petrobras.

El exmandatario es favorito para las elecciones, aunque la justicia electoral debería bloquear su candidatura en agosto por tener una condena ratificada en segunda instancia.

«Hay una politización de la justicia. El poder judicial se posiciona como un actor que busca sanear la política por una vía externa y eso genera inestabilidad», dijo a la AFP Emerson Cervi, profesor de la Universidad Federal de Paraná (sur).

«La expectativa es que las elecciones consigan señalar un camino, una salida política, no policial, para la crisis brasileña», añadió.

Las investigaciones por corrupción volvieron a cruzar a la justicia con la política la semana pasada, cuando la fiscalía general ordenó detener a allegados del presidente conservador Temer en un caso que indaga si corrieron sobornos en un decreto de concesiones portuarias de 2017.

Tras ser interrogados, todos fueron liberados, pero para muchos analistas el daño a una eventual candidatura del mandatario de 77 años ya está hecho.

– El ayuno del fiscal –

A medida que se aproxima el 4 de abril, la presión sobre el STF aumenta.

El ex Fiscal General Rodrigo Janot y el procurador de Lava Jato en Curitiba (sur), Deltan Dallagnol, se sumaron a una solicitud de al menos 5.000 integrantes de la justicia para que la corte suprema mantenga la jurisprudencia que permite encarcelar a condenados en segunda instancia, como Lula.

Dallagnol, que se define como «seguidor de Cristo», anunció además una jornada de rezo y ayuno. «El miércoles es el día D de la lucha contra la corrupción para Lava Jato. Una derrota significará que la mayor parte de los corruptos de diferentes partidos, en todo el país, jamás serán responsabilizados, ni en Lava Jato ni más allá. El escenario no es bueno. Estaré en ayuno, en oración y apoyando al país», escribió en Twitter el domingo.

Su mensaje desató una catarata de críticas y apoyos.

Grupos activos durante el impeachment que derrumbó el gobierno de izquierda de Dilma Rousseff en 2016 convocaron a manifestaciones en todo el país en la víspera de la sesión del máximo tribunal.

Caminos cruzados

Mientras varios ministros abandonan el gabinete para abocarse a sus candidaturas -las leyes brasileñas exigen que los funcionarios que quieran postularse dejen sus cargos el 7 de abril como máximo-, Temer vive su propia crisis.

El escándalo de las detenciones de su entorno llega diez días después de que cambiara su postura de negarse a buscar un segundo mandato para afirmar que «sería una cobardía no ser candidato».

La investigación podría ser el prólogo de una acusación formal contra el mandatario, que ya fue denunciado dos veces en 2017 y en ambos casos fue salvado por la Cámara de Diputados.

La presidencia emitió una nota el fin de semana: «Bastó la simple mención de la posible candidatura para que fuerzas oscuras surgieran para tejer nuevas tramas sobre viejos enredos maledicentes».

Antes aliados y hoy rivales, Lula y Temer niegan todas las acusaciones en su contra.

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